La reelección no es artículo de fe, pero la
mayoría de los religiosos la rechazan como al diablo con la cruz. Desde
las altas instancias, pastores o curas de barrios y provincias unifican
la voz de rechazo al continuismo. Aunque los adheridos al danilismo
están como gallinas cluecas, el ambiente está en contra. La población se
opone a la reelección.
Ya es cotidiano el canto claro de los religiosos. Los católicos acogieron las palabras de su guía, el Papa Francisco, y se desbordan emitiendo opiniones políticas dando a conocer que es tema lacerante la compra de conciencias para favorecer al danilismo.
La corrupción se ha desbordado y para hacer creer que son muchos los que favorecen el continuismo sobrepagan a legisladores y políticos. Es frecuente que personas de nombre, pero con ambiciones de dinero, dejen la moral en el tintero y se desboquen aplaudiendo el reeleccionismo.
Nada de extrañar porque no es fuera de la común que el poder agarre por el gaznate a quienes otorgan prebendas y los arrime a un micrófono a cantar loas al gobernante que se quiere eternizar.
Los hombres de fe se encaraman en sus doctrinas para recordar que Danilo juró por Dios no buscar la reelección. Nadie le pagó por esas palabras ni fue bajo tortura. El presidente Medina juró por Dios para que lo dejaran pasar y pisó sus propias palabras. Los cristianos recuerdan una y otra vez que Danilo dice una cosa y hace otra.
Ebrios de poder, los funcionarios gubernamentales entran a trompicones en todo centro de oración como romanos comprando judas. Sus árganas sin fondo no paran mientes en pagar el precio de soborno que reclame el adherente. Temprano han comenzado este año porque el plazo se les agota y ven arrimarse la sentencia condenatoria que los desplazará del poder.
Que nadie crea en palabras de marzo. Donde hay que mantener la vista es en el hacer cotidiano de los reeleccionistas que buscan arribistas para borrar el impedimento constitucional que les cierra el paso.
La defensa popular es por la Constitución como hacen los religiosos, empresarios, prominentes hombres de la sociedad civil y humildes ciudadanos. La defensa de la ley es la garantía de la institucionalidad. No creceremos como nación si cada grupo gobernante cree que puede hacer de nuestra Carta Magna lo que le venga en gana.
¡Que sigan las voces claras!
Por Alfredo Freites;-
alfredofreitesc@gmail.com
Ya es cotidiano el canto claro de los religiosos. Los católicos acogieron las palabras de su guía, el Papa Francisco, y se desbordan emitiendo opiniones políticas dando a conocer que es tema lacerante la compra de conciencias para favorecer al danilismo.
La corrupción se ha desbordado y para hacer creer que son muchos los que favorecen el continuismo sobrepagan a legisladores y políticos. Es frecuente que personas de nombre, pero con ambiciones de dinero, dejen la moral en el tintero y se desboquen aplaudiendo el reeleccionismo.
Nada de extrañar porque no es fuera de la común que el poder agarre por el gaznate a quienes otorgan prebendas y los arrime a un micrófono a cantar loas al gobernante que se quiere eternizar.
Los hombres de fe se encaraman en sus doctrinas para recordar que Danilo juró por Dios no buscar la reelección. Nadie le pagó por esas palabras ni fue bajo tortura. El presidente Medina juró por Dios para que lo dejaran pasar y pisó sus propias palabras. Los cristianos recuerdan una y otra vez que Danilo dice una cosa y hace otra.
Ebrios de poder, los funcionarios gubernamentales entran a trompicones en todo centro de oración como romanos comprando judas. Sus árganas sin fondo no paran mientes en pagar el precio de soborno que reclame el adherente. Temprano han comenzado este año porque el plazo se les agota y ven arrimarse la sentencia condenatoria que los desplazará del poder.
Que nadie crea en palabras de marzo. Donde hay que mantener la vista es en el hacer cotidiano de los reeleccionistas que buscan arribistas para borrar el impedimento constitucional que les cierra el paso.
La defensa popular es por la Constitución como hacen los religiosos, empresarios, prominentes hombres de la sociedad civil y humildes ciudadanos. La defensa de la ley es la garantía de la institucionalidad. No creceremos como nación si cada grupo gobernante cree que puede hacer de nuestra Carta Magna lo que le venga en gana.
¡Que sigan las voces claras!
Por Alfredo Freites;-
alfredofreitesc@gmail.com
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