La prensa dominicana ha perdido, con la partida
de César Medina, a uno de sus periodistas más aguerridos. Si franco y
valiente fue en el ejercicio de su profesión, con ese mismo talante
libró una bizarra lucha durante casi un año para liberarse de un cáncer,
hasta que finalmente sucumbió ayer sin tirar la toalla de las
esperanzas.
De
joven, César Medina se distinguió como un redactor que no le temía a
ningún peligro ni circunstancia difícil para conseguir la noticia o para
arrancar la verdad a quienes la disfrazaban y con esos modos de ejercer
el periodismo marcó un estilo que muchos admiraron o reprobaron, pero
esa fue la elección de un periodismo que toda democracia necesita:
cuestionador y reacio a las manipulaciones de la verdad.
Durante casi medio siglo estuvo en esas lides con la singular y
temperamental armadura del entrevistador inquisitivo, algunas veces
ríspido y poco concesivo, otras indulgente y humilde para reconocer
cualquier equivocación frente a sus críticos. En su programa, de la más
alta audiencia, hizo galas de análisis lúcidos y también de estallidos
de ánimo, dando un manotazo de indignación en la mesa para protestar por
alguna situación de injusticia o desorden, o tirando sus propios
espejuelos al piso, en el clímax de sus desahogos.
Como columnista cotidiano del LISTÍN DIARIO por muchos años, autor
cada semana de “Tocando la tecla”, un ensayo periodístico en el que
examinaba la actualidad nacional, César Medina cultivó una gruesa base
de lectores que se incrementó todavía más cuando decidió, con
desinhibida franqueza, contar paso a paso su lucha contra el cáncer, sus
convicciones sobre la inevitabilidad de la muerte, sus temores y
esperanzas y sus criterios sobre los problemas nacionales vistos desde
afuera del ring, ya menguadas sus fuerzas físicas, mas no las
intelectuales.
César Medina combinó su rol de comunicador con el de diplomático,
siendo embajador dominicano en Chile, España y Panamá hasta llegar a la
posición de vicecanciller, encargado de la política exterior bilateral,
pero nunca perdió el contacto con el análisis periodístico ni con sus
ocasionales apariciones en la televisión, para no perder audiencia por
ausencia.
Su partida es una sensible pérdida para el periodismo dominicano, y
el LISTÍN DIARIO la siente ostensiblemente. Acompañamos en su duelo a
sus hijos Oscar, Taína, Cesarina, César, José Carlos, Cemyr y Marycielo,
a sus nietos y hermanos y elevamos una oración para el descanso eterno
de su alma.
Tomado del editorial de
de la fecha ;-
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