MORIR DE ÉXITOS. -
El Poder, aún se obtenga democráticamente, se acostumbra demasiado rápido a que siempre le den la razón, y cuando no se la dan, la construye, se la inventa o la compra. He ahí, el gran drama de los partidos gobernantes que ganan y vuelven a ganar elecciones: llegado el momento (20 años de gobierno, por ejemplo), les da por comenzar a “morirse de éxitos”, triunfalmente derrotados por sus propios excesos. En esto de “morir de éxitos”, el PLD es el ejemplo por excelencia, con la salvedad de que al partido morado la comparación desde 2004 le ha salvado, y es que, hasta la fecha, la mayor luz del PLD han sido las sombras de sus adversarios.
Además, los morados se han ocupado de ser siempre “el mal menor”, por eso nos repetían engolados: “para que no vuelva” o se enfrentan a un partido (PRM) que en 2016 no llegaba ni a Convite y Luis Abinader lo sabe, y por eso la suya fue una candidatura con todas las limitaciones y tres más, comenzado por la ausencia de un partido que solo hoy, dos años después, va tomando forma de organización política y dejando de ser un PRD-Mientras tanto. Por esto, nuestros viejos afanes porque el partido gobernante tenga siempre un contrapeso, una oposición con discurso, propuestas y “jardines colgantes de Babilonia”. “Así se compone el son”, y así se construye una democracia que, si fuera de un solo partido, no podría seguir siéndolo por mucho tiempo. Uno, es que, como Aristóteles, se siente amigo de Platón, pero más de la verdad, o sea, de la democracia. Hasta para Gardel, veinte años fueron muchos, aunque en su tango cantara lo contrario, pero lo cantaba transida la voz, con el alma en la mano ante la posibilidad de Volver, con la frente marchita y plateada su sien. (Es inevitable, uno vuelve siempre a los lugares donde fue feliz. Su piel es un ejemplo, pero eso es tema de viernes, con perdón.)
COMO “EL RASTRO” MADRILEÑO.
De ese ganar siempre, convencido ya de que la política es una actividad meramente económica, como un “mercado de las pulgas”, o como “El Rastro madrileño” al que canta Patxi Andión (“le vendemos barato con el precio en inglés, somos todo lo honrado que usted quiera creer”), de ahí le vienen al PLD sus excesos, y pienso ahora en todo lo ocurrido en las últimas semanas en la Cámara de Diputados en torno a la aprobación del proyecto de Ley de Partidos, o la infernal gallera de gritos e insultos en que convirtieron el hemiciclo para evitar que una diputada de oposición (Faride Raful) hiciera su trabajo. Ninguno de los diputados peledeístas se ocupó (y creo que NO se está ocupando) de documentarse debidamente para refutar en el hemiciclo los argumentos de la legisladora a partir de los resultados de sus investigaciones. Pero sin duda que durante todas estas semanas ¿meses?, en lo de la Ley de Partidos es donde los morados se han esmerado en presentarnos su peor cara. Un proyecto que, en vez de rendir homenaje al profesor Juan Bosch, a quien distingue y reverencia es a Hugo Boss, por la perfección de las medidas del traje confeccionado a partir de los restos del excelente y consensuado proyecto de Ley de Partidos elaborado por la Junta Central Electoral con la asesoría directa de la OEA y los más destacados especialistas iberoamericanos en la materia.
CON LA CRUELDAD DE LAS BELLAS E INTELIGENTES.-
Como esas mujeres hermosas e inteligentes que, por saberlo y saberse amadas, ay, son crueles y terribles, así anda el PLD perdido el norte y el prigilio, sepultado el respeto entre compañeros tratados de enemigos, violando a cualquier hora las más elementales reglas de la democracia, y hasta huyendo del debate serio en el Congreso. Uno les critica, llama su atención, se reúne, escucha, debate, responde, y a veces hasta entiende a los morados. Es tan difícil argumentar contra el éxito, que sólo una derrota parcial o total podría despertarlos. Así están las cosas en el partido morado: Tirando a matarse y no de los “Molino”, que los gringos marines asesinos ya se fueron. Por suerte, para estos casos siempre hay un griego que lo dice todo en una frase: “Cada lágrima enseña al hombre una verdad”, al hombre y a un partido político... tanto fue el cántaro a la fuente, tanto sobó Dios a su hijo que... (y lo demás será historia).
El Poder, aún se obtenga democráticamente, se acostumbra demasiado rápido a que siempre le den la razón, y cuando no se la dan, la construye, se la inventa o la compra. He ahí, el gran drama de los partidos gobernantes que ganan y vuelven a ganar elecciones: llegado el momento (20 años de gobierno, por ejemplo), les da por comenzar a “morirse de éxitos”, triunfalmente derrotados por sus propios excesos. En esto de “morir de éxitos”, el PLD es el ejemplo por excelencia, con la salvedad de que al partido morado la comparación desde 2004 le ha salvado, y es que, hasta la fecha, la mayor luz del PLD han sido las sombras de sus adversarios.
Además, los morados se han ocupado de ser siempre “el mal menor”, por eso nos repetían engolados: “para que no vuelva” o se enfrentan a un partido (PRM) que en 2016 no llegaba ni a Convite y Luis Abinader lo sabe, y por eso la suya fue una candidatura con todas las limitaciones y tres más, comenzado por la ausencia de un partido que solo hoy, dos años después, va tomando forma de organización política y dejando de ser un PRD-Mientras tanto. Por esto, nuestros viejos afanes porque el partido gobernante tenga siempre un contrapeso, una oposición con discurso, propuestas y “jardines colgantes de Babilonia”. “Así se compone el son”, y así se construye una democracia que, si fuera de un solo partido, no podría seguir siéndolo por mucho tiempo. Uno, es que, como Aristóteles, se siente amigo de Platón, pero más de la verdad, o sea, de la democracia. Hasta para Gardel, veinte años fueron muchos, aunque en su tango cantara lo contrario, pero lo cantaba transida la voz, con el alma en la mano ante la posibilidad de Volver, con la frente marchita y plateada su sien. (Es inevitable, uno vuelve siempre a los lugares donde fue feliz. Su piel es un ejemplo, pero eso es tema de viernes, con perdón.)
COMO “EL RASTRO” MADRILEÑO.
De ese ganar siempre, convencido ya de que la política es una actividad meramente económica, como un “mercado de las pulgas”, o como “El Rastro madrileño” al que canta Patxi Andión (“le vendemos barato con el precio en inglés, somos todo lo honrado que usted quiera creer”), de ahí le vienen al PLD sus excesos, y pienso ahora en todo lo ocurrido en las últimas semanas en la Cámara de Diputados en torno a la aprobación del proyecto de Ley de Partidos, o la infernal gallera de gritos e insultos en que convirtieron el hemiciclo para evitar que una diputada de oposición (Faride Raful) hiciera su trabajo. Ninguno de los diputados peledeístas se ocupó (y creo que NO se está ocupando) de documentarse debidamente para refutar en el hemiciclo los argumentos de la legisladora a partir de los resultados de sus investigaciones. Pero sin duda que durante todas estas semanas ¿meses?, en lo de la Ley de Partidos es donde los morados se han esmerado en presentarnos su peor cara. Un proyecto que, en vez de rendir homenaje al profesor Juan Bosch, a quien distingue y reverencia es a Hugo Boss, por la perfección de las medidas del traje confeccionado a partir de los restos del excelente y consensuado proyecto de Ley de Partidos elaborado por la Junta Central Electoral con la asesoría directa de la OEA y los más destacados especialistas iberoamericanos en la materia.
CON LA CRUELDAD DE LAS BELLAS E INTELIGENTES.-
Como esas mujeres hermosas e inteligentes que, por saberlo y saberse amadas, ay, son crueles y terribles, así anda el PLD perdido el norte y el prigilio, sepultado el respeto entre compañeros tratados de enemigos, violando a cualquier hora las más elementales reglas de la democracia, y hasta huyendo del debate serio en el Congreso. Uno les critica, llama su atención, se reúne, escucha, debate, responde, y a veces hasta entiende a los morados. Es tan difícil argumentar contra el éxito, que sólo una derrota parcial o total podría despertarlos. Así están las cosas en el partido morado: Tirando a matarse y no de los “Molino”, que los gringos marines asesinos ya se fueron. Por suerte, para estos casos siempre hay un griego que lo dice todo en una frase: “Cada lágrima enseña al hombre una verdad”, al hombre y a un partido político... tanto fue el cántaro a la fuente, tanto sobó Dios a su hijo que... (y lo demás será historia).
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