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lunes, septiembre 11, 2017

Jean Alain: ¡Error!

Es entendible que Jean Alain Rodríguez se sienta mal después de ver que el caso Odebrecht se le ha desmoronado en sus propias manos por haber actuado apresurado por la presión de la calle y enviar a instancia de juicio preliminar un expediente lleno de falencias, fallas procedimentales y mal sustanciado….
… Resultado: todo el mundo para sus casas, felices y contentos.
Lo peor que le puede pasar ahora al afable Procurador es que la soberbia lo saque de tino y comience a lanzar coces contra el aguijón exponiéndose a una frustración que no tiene sentido. Él debe saber que se está jugando su prestigio y que si la frustración termina contagiando a toda la sociedad, nadie le perdonará sus errores y desatinos.
Lo que dijo Jean Alain a sólo minutos de producirse el fallo que modifica la coerción contra Víctor Díaz Rúa y Ángel Rondón, resulta imperdonable en un Procurador General de la República: “Esa sentencia es funesta y sospechosa, la crónica de una muerte anunciada”.
Una reacción impensada como esa se podría justificar en el vaquero del Lejano Oeste que disparaba desde la canana, sin llegar a sacar la pistola, pero jamás en un funcionario de su categoría que --con otra nomenclatura--, ostenta el rango de Ministro de Justicia.
Pero si lo que dijo Jean Alain es grave, peor aún fue lo que dejó en entredicho: la Suprema Corte intentó celebrar la audiencia el miércoles “de forma solapada” aprovechando que el Poder Judicial suspendió sus labores y que la ciudadanía estaba pendiente del huracán Irma. O sea, la Suprema intentó dar un palo’acechao.
… Agresión injustificada
Es obvio que las expresiones del Procurador contienen una denuncia muy grave contra la Suprema Corte. Y la Suprema Corte no puede pasar por alto una imputación de esa naturaleza, a menos que quiera dejar por sentado que ciertamente estamos ante una sentencia sospechosa.
Lo extraño es que cuando la acusación del Ministerio Público fue descuartizada por un tribunal colegiado que --en instancia de apelación- -, presidió Miriam Germán y que envió a sus casas a los demás coacusados en el caso Odebrecht, el procurador Rodríguez la aplaudió y ponderó a esos magistrados.
Ni siquiera se defendió cuando Germán fundamentó su voto disidente en las falencias de la acusación al enviar a juicio preliminar un expediente lleno de suposiciones y conjeturas y sin evidencia firme contra los acusados.
Tampoco dijo nada cuando el ingeniero Castellanos --que se mantuvo todo el tiempo fuera del país mientras los demás coacusados guardaban prisión desde principios de junio--, recibió medida de coerción que lo liberó de la cárcel. Es en ese contexto que mucha gente considera que Jean Alain no está siendo justo ni equitativo con Díaz Rúa y Rondón.
¿…Y el juez Ortega?
Se supone que la Justicia debe medir a todos los ciudadanos con el mismo rasero. No es que Díaz Rúa y Ángel Rondón sean inocentes o culpables… es que si los demás tienen derecho a una coerción menos gravosa que la cárcel para preparar su defensa en juicio de fondo, a ellos también les asiste similar derecho.
Debe haber sido ese el criterio que asumió el juez Francisco Ortega al decidir modificar la coerción que él mismo impuso hace dos meses a todos los acusados. La magistrada Germán explicó después con bastantes detalles las fallas de la acusación que no se resiste por sí misma.
Poner a Ortega bajo sospecha porque no le gustó la modificación de la coerción a Díaz Rúa y Rondón, constituye un exceso de Jean Alain que no guarda proporción con su condición de hombre decente y de gran futuro…
Por César Medina ;-
Lobarnechea1@hotmail.com

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