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miércoles, agosto 16, 2017

La reelección

CADA CABEZA.- No tenía que decirlo, y no lo ha dicho todavía, pero mandó el mensaje por delivery con Felucho Jiménez y al parecer no llegó, pues tuvo que usar uno de entre casa como Gustavo Montalvo. Sin embargo, en vez de producir alegrías, provoca reacciones. Variopintas, como debe ser en una democracia tan abierta como la dominicana. La mejor de toda lo acusa de maniobra para detener el movimiento contra la corrupción. Aparentemente genial, pero no lo es. ¡La bolsa o la vida! Si entrega la bolsa, lo justo es que te respeten la vida.
Un presidente francés se quejó de lo difícil que era gobernar un país en que se fabricaban más de cincuenta tipos de queso. Un Presidente dominicano podría hacer otro tanto, pero ya no en referencia a los quesos, sino a que en República Dominicana cada cabeza es un mundo. Si nadie asume la no reelección, y ni siquiera la Constitución es valladar ¿qué debe hacer la reelección, abandonarse en el camino o mantenerse al acecho en la espesura? ¿Culpa de Danilo Medina como gobernante, de la reelección como figura histórica o de la oposición política que no sabe desmontar una obra después que la tiene ensayada? Shakespeare hubiera tenido problemas aquí...
SIN GRANDEZA.- Un producto de circunstancia o característica de país, pero nadie reconoce en la renunciación un elemento de grandeza. Hablo de renunciación, pues todos los interesados en el tema concluyen que si quisiera podría quedarse. No solo intentarlo, sino lograrlo. Un aliado como Miguel Vargas afirma sin rubor, de que a pesar de lo que consigna la Constitución, no puede descartarse a Danilo Medina como candidato en las elecciones del 2020. Cosas que pasan. El mismo que mediante un Acuerdo de Corbatas Azules aprobó suprimir la reelección seguida, con un Pacto sin Nombre volvió a la situación anterior. La de dejar un período por el medio. Nada de corrido, pero si después de un descanso que no lo sería tanto si debe empezar campaña al día siguiente de entregar la silla. La reelección, sea cual que sea la modalidad, es el único círculo que no gira. Sino ¿cómo se explica que un senador venido de otro litoral se haya ofrecido para llevar a cabo la diligencia de incluir al actual mandatario en el roster del 2020? Nada como la reelección para crear colindancias, lazos, canchanchanerías. Rafael Calderón resultaría más danilista que Danilo...
EL OTRO BLINDAJE.- Los seguidores de Leonel Fernández en el PLD se mantuvieron en resistencia abierta y demandando el cumplimiento de lo que se había acordado en Juan Dolio y que después se recogió en un documento de 15 puntos.  No se confiaban en la palabra empeñada en un papel, aunque estuviera firmada por los miembros del Comité Político sin excepción. Querían que se blindara la Constitución de una manera que no se pudiera burlar con reforma sorpresiva y ad hoc. La cuestión, sin embargo, no fue atendida con la debida prontitud, se le fue dando largas, y los leonelistas, al insistir, fueron voces que clamaban en el desierto. Ahora que el problema parece que no es problema, surge una exigencia que viéndola bien procura un blindaje al revés. Ya no la Constitución, pero sí los candidatos. El PLD debe reciclarse y presentar en 2020 caras nuevas. En apariencia un truco de cámara, pero en esencia una estrategia que se ambienta en la circunstancia. Si Odebrecht será una piedra grande en el camino y el Movimiento Verde una carga difícil de llevar, lo inteligente, tácticamente hablando, es un candidato sin mancha de la constructora o que las marchas puedan objetar de palabras, pero no con hechos. El PLD necesita un Salvador Jorge Blanco después de la gestión de Antonio Guzmán...
EL SACRIFICIO, LA PENA.- La política ofrece en ocasiones como salida un rejuego, y no solo aquí, sino también en otros lares. Después del tramposo de Richard Nixon, los norteamericanos eligieron a un pastor de iglesia, a Jimmy Carter, de manera que Dios entrara a la Casa Blanca por la puerta del frente después del demonio haberlo hecho por la del patio. El gobierno le debe una explicación al país sobre Odebrecht, pero de seguro lo hará cuando Punta Catalina sea una obra esplendorosa. Pero igual el PLD. El partido no podrá salir a las calles a buscar votos para un nuevo mandato si no confiesa sus pecados, muestra arrepentimiento y pide perdón. Ese mea culpa no sería honesto, sincero, creíble, a menos que la boleta la encabece una cara nueva. La maldad del Palacio Nacional es intrínseca, pero -como diría uno de sus dirigentes- en política se hace lo que conviene, y lo que conviene es quitar a Odebrecht del camino. Tendría que hacerse un trabajo político de orfebrería en que los acuerdos del pasado no cuenten, y primero la retención del poder y después la nobleza entre compañeros. En Brasil no lo han dicho todo, en Estados Unidos tampoco, y peor que un ciclón si informaciones perversas llegaran en medio de la campaña. Si es guerra avisada ¿por qué dejar que mate soldados?...
Orlando Gil
orlandogil@claro.net.do

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