Se tiraron de tan de alto que mataron el tema...
El Gobierno sentía que le tocaban en el hombro y le pisaban los talones, pero por nada del mundo volteaba la cara. Sabía que si lo hacía, perdería el ritmo. Esperaba que ocurriera lo que suele suceder con quienes caminan largas distancias: o se cansan o tropiezan o se caen. Que fueran víctimas del kilometraje o del millaje.
Nunca pensó que su suerte sería decidida por la letra chiquita, la que generalmente no se lee en los contratos de electrodomésticos.
Solo que se pasaron de arrogantes y ninguna petulancia anterior, que se recuerde, fue mayor. Manifiesto de Intelectuales.El Gobierno sentía que le tocaban en el hombro y le pisaban los talones, pero por nada del mundo volteaba la cara. Sabía que si lo hacía, perdería el ritmo. Esperaba que ocurriera lo que suele suceder con quienes caminan largas distancias: o se cansan o tropiezan o se caen. Que fueran víctimas del kilometraje o del millaje.
Nunca pensó que su suerte sería decidida por la letra chiquita, la que generalmente no se lee en los contratos de electrodomésticos.
La palabra manifiesto queda grande a cualquier circunstancia, y que no decir del término intelectuales. Escasos por razones conocidas, burócratas a los que no llega el presupuesto.
El gobierno sin voltear la cara gana el juego de la “sedición” sin ni siquiera acercarse al pley. Los no firmantes son más y prefirieron la institucionalidad a un paso doble fuera de pista.
Dos o tres perritos con el rabo entre las piernas difícilmente puedan disponer de un gobierno. Además ¿cómo levantar de nuevo la consigna si se agotaron en el intento?
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