TERAPIAS HAN INCIDIDO POSITIVAMENTE EN LA SOCIALIZACIÓN
Santo Domingo;- La nostalgia por el hogar y el anhelo de regresar al seno familiar se
pueden percibir en parte de los pacientes del Centro de Rehabilitación
Psicosocial (CRPS), ubicado en el kilómetro 28 de la autopista Duarte,
donde la mayoría está obligada a permanecer allí para siempre, debido a
que las autoridades perdieron el contacto con sus parientes.
Actualmente, las autoridades del remodelado centro, inaugurado en
agosto de este año a raíz de la eliminación del antiguo Psiquiátrico,
sólo mantienen contacto con las familias de seis -cuatro hombres y dos
mujeres- de los 77 pacientes alojados en dos módulos.
Elvira Mota, una enfermera con 27 años laborando en el centro en el
área de Terapia Ocupacional, cita el caso de la paciente María Tavárez, a
quien cuando entra en crisis debido a la nostalgia por la familia suele
sacarla a pasear por el parque y hablar con ella. “Es muy efectivo
porque dura un tiempo sin mencionar que se quiere ir”, añadió.
Tavárez, quien tiene 30 años en el centro, menciona con frecuencia a
su madre Generosa, pero hace tiempo que allí no tienen contacto con
ningún familiar de la paciente.
La enfermera Mota, quien cuando entró al centro ni siquiera se había
casado y ahora tiene tres hijos, cita el caso de otra usuaria a la que
acostumbra darle un abrazo cada día porque siente la necesidad de
afecto. “Ella sonríe y dice que me quiere mucho. Y cuando olvido darle
el abrazo me lo pide”, añadió.
Algunos familiares llevaron los enfermos al centro, los visitaron por un tiempo y luego dejaron de preocuparse por ellos.
Hay casos como el de un paciente que tenía como único familiar a su
madre en Puerto Rico, pero falleció en el accidente del vuelo 587 de
American Arlines, ocurrido dos meses después de los ataques terroristas
del 2011 en Estados Unidos, con un saldo de 260 ocupantes y cinco
víctimas en tierra muertos, en su mayoría dominicanos.
Los enfermos mentales siempre han sido vistos como personas que
conviene tenerlas aisladas y apartadas del entorno familiar y
comunitario en que se desenvolvieron antes de su internamiento. Se ha
dado el caso de familiares que incluso se disgustan cuando les llevan un
paciente que ya está rehabilitado y en condiciones de regresar a su
casa.
Otro inconveniente es que algunos pacientes retornados a su entorno
han vuelto al centro porque el contacto con la realidad anterior ha
provocado que entren otra vez en las crisis que motivaron su
internamiento.
Cariño. La enfermera Elvira Mota y la paciente Winifer se confunden en un abrazo durante una jornada de socialización en una de las áreas verdes del Centro de Rehabilitación Psicosocial. |
“Aquí tengo un familión”
Lucía Tellerías, quien recibe tratamiento por trastorno bipolar,
recuerda con nostalgia a sus parientes, en especial a dos hermanos, pero
contrario a otros pacientes dice que prefiere permanecer en el CRPS
porque allí ha encontrado “un familión”.
Ella mantiene impecablemente limpia y ordenada su habitación a la que
llama “suite”, además de que lava su ropa, aunque el centro tiene
lavandería. Es extremadamente amable con las personas que le visitan y
pide permiso si tiene que dejarlas solas un momento.
Le encantan las obras literarias y actualmente está releyendo “La
Odisea” de Homero. Sobre el armario tiene fotos familiares y de sus
presentaciones en la obra “Habló la Luna”, en la cual tiene un rol
protagónico. La más reciente función se presentó en el Palacio de Bellas
Artes el pasado 18 de octubre, como parte de los actos por el Día
Mundial de la Salud Mental, que se celebra cada 10 de octubre.
Le encanta escuchar canciones románticas. “El romanticismo no se ha
perdido, sabes lo linda que eran las serenatas”, asegura con una sonrisa
pícara.
Es oriunda de Hato Mayor y recuerda que su madre Hilda Milagros,
cuando estaba embarazada de ella, acostumbra ir a un arroyo que dividía
su casa con una propiedad del Estado. Ella lamenta no haber nacido en
ese arroyo. “El desarrollo acabó con ese manantial”, afirma con
nostalgia.
De su tiempo de escuela recuerda que siempre estaba dispuesta a ir a
la pizarra y con apenas siete años a mitad de curso la promovieron a
primero y a final de año a tercero de primaria.
De 9 a 15 años trabajó como doméstica en Cristo Rey, donde creció, en
una casa ubicada al lado de la del dirigente del PRD en ese tiempo,
Alfredo Pacheco. Refiere que no terminó el bachillerato porque logró un
empleo en productos Goya, donde trabajaba sin horario fijo, ya que el
presidente Joaquín Balaguer le permitía tener cédula a los menores de 15
años.
Escritora. Lucía Tellerías cuando leía parte del material que ha escrito para un libro que titulará "Variedades", el cual asegura que tendrá un poquito de cada cosa. |
Su madre falleció, pero llama “hermana madre” a la más pequeña de sus
hermanas, licenciada en enfermería y quien la visita con frecuencia.
“Está Jehová, ella y después Gino Martínez (gerente médico del centro)
porque me encantan los triunfadores”, indicó.
Lucía precisa que su hermana mayor ha pasado la mitad de su vida en Alemania, donde reside actualmente.
“En mi mente nunca estuvo ser profesional, porque con lo que aprendí
es suficiente, ni matrimoniarme, ni tener un hijo, ni viajar”, dice
Tellerías, quien advierte que no le digan “jamona” porque tuvo compañero
en unión libre.
Indica que en su juventud muchas mujeres se casaban para que un
hombre las mantuviera, pero ella asegura que siempre fue muy
independiente. “Mis apellidos son Tellerías Echavarría y no se nos
permite comer de gratis”, apostilló.
Cuenta que al principio sentía la nostalgia de regresar a su hogar,
pero su familia es pequeña y en el CRPS ha encontrado otra más grande.
“Irme, para qué. Yo no valoraba la vida como la valoro ahora”, afirma
sobre su estadía en el nuevo Psiquiátrico.
Tellerías aspira a ser Testigo de Jehová, pero aclara que nunca
actuaría como los religiosos que predican una cosa y hacen otra.
“Mientras más sepas de la Biblia y hagas lo contrario peor te puede ir”,
añadió, tras precisar que quien desconoce tiene por lo menos una
excusa.
Lucía tiene apuntes en una mascota de lo que será su libro al que titulará “Variedad”, y donde usará “una hoja para cada cosa”.
“Tristeza, así como está la tarde, con el cielo plomizo, las nubes
están conteniendo las lluvias, así estoy yo, conteniendo las lágrimas.
Lágrimas que serían de un gran dolor, me tiemblan las manos, siento un
nudo en la garganta y el pecho se me oprime por el desaliento, pero nada
que temer, pediré ayuda a Jehová, nuestro padre misericordioso y,
aunque no lo merezco, sé que me va a escuchar”, dice lo último que
escribió Lucía para su libro el pasado 16 de noviembre.
Ella reflexiona también sobre lo que estresa al hombre y la mujer de
hoy. “Yo no le veo objeto a una vida todo el tiempo trabajando y
fabricando dinero sin saber el tiempo que a uno le queda sobre la faz de
la tierra”, añadió.
“Dinero, para qué. Solo estar aquí sentado y observando la
naturaleza, ya. Las pequeñas cosas dan a veces más satisfacciones que
las grandes”, precisó Tellerías, quien critica los afanes de los
científicos por descubrir otros planetas habitables, en lugar de estar
aquí cuidando y disfrutando del que Dios creó para vivir.
Anhela ver a su hija
Sixta Lachapell, de 35 años y a quien todos llaman Jazmín, fue llevada
al centro cuando no existía el actual protocolo de internamiento. Ella
le insistió por una semana a la psiquiatra Lourdes Marisol Martínez,
coordinadora de los técnicos en Rehabilitación del CRPS, sobre la
promesa que le hizo de llevarla a visitar a su hija de 13 años,
embarazada, residente en Los Alcarrizos de Santo Domingo Oeste.
Jazmín expresa que sería muy feliz si pudiera abrazar a su hija, a
quien tiene cuatro meses sin ver. Ella es una usuaria, como llaman ahora
a los pacientes en el centro, que le gusta ayudar a sus compañeras que
lo necesitan y siempre está sonriente, aunque la tristeza aflora su
rostro cuando habla de su hija embarazada.
“Yo quisiera quedarme hasta diciembre con ella y después volver para
acá, pero creo que me la dejarán ver solo por un día”, expresa sobre la
posibilidad de ver a su hija. A Jazmín le preocupa que su hija no
siguiera la escuela y que se metiera en una relación a tan temprana
edad.
Sentirse útiles
Una de las mayores satisfacciones de los usuarios es sentirse útiles. Y
una cantidad apreciable cumple a cabalidad las tareas que les asignan en
terapia de Rehabilitación y en cualquier gestión dentro del centro.
Martínez suele asignarles tareas como sacar fotocopias, movilizar
documentos y transmitir informaciones al personal de las diferentes
áreas administrativas.
La profesional de la conducta considera que la clave para entender a
los enfermos mentales es meterse en su mundo y verlos como personas que
también sienten y padecen.
Refiere que cuando visita las tiendas suele comprar obsequios para
los usuarios de acuerdo a sus gustos. “No lo veo como un trabajo serio”,
expresa mientras procura una funda plástica para una usuaria que quiere
guardar las flores que ya aprendió a diseñar en cursos de manualidades.
César Mella, con cerca de 40 años de experiencia en la Psiquiatría,
precisa que en otros países se ha implementado con éxito la experiencia
de las “familias sustitutas”, las cuales se encargan de atender a un
paciente y crearle un hogar que quizás nunca ha tenido, con el
acompañamiento económico y organizativo por parte del Estado.
Le apasiona la locución
Entró por primera vez al centro en 1977 cuando todavía era el antiguo
Psiquiátrico, tiempo en que entraba y salía con frecuencia por las
crisis que padecía. Recibe tratamiento en el centro por bipolaridad y
trastorno del estado de ánimo.
Su madre, una hermana y un hermano residen en los Cerros de Sabana Perdida.
Es oriundo del barrio Cristo Rey de la capital y reveló que estudió
locución en la Escuela de Otto Rivera, donde recibió clases del fenecido
maestro del micrófono Juan Nova Ramírez. Hungría puso de manifiesto su
talento al realizar la maestría de ceremonias del acto de celebración
del Día Mundial de la Salud Mental, realizado en el centro el pasado 18
de octubre.
Presentó a sus compañeros que actuaron, bailaron, cantaron y
declamaron. “Me gusta narrar noticias, realizar maestrías de ceremonias.
Yo realicé muchas presentaciones en el Colegio Los Ángeles Custodio, me
encanta la locución y el periodismo”, añadió.
Recuerda que comenzó a estudiar Comunicación Social en la UASD, pero
no pudo terminar la carrera. En un comité gestor para la construcción de
una escuela en Cristo Rey se encargaba de redactar las notas de prensa
que enviaban a los medios. “Me gusta la comunicación por el contacto con
las demás personas, uno puede hacer preguntas e investigar lo que está
pasando en ciertos sitios, como este hospital que ya no es lo mismo,
ahora es un Centro de Rehabilitación Psicosocial”, precisó.
Elogió las condiciones del centro, especialmente la limpieza, la
calidad de la comida y el trato que le dan los técnicos a los pacientes,
contrario al abandono que predominaba cuando llegó en 1977. A Hungría
le encanta la pintura como terapia y las dinámicas de una iglesia
pentecostal que enseña a los pacientes a amarse los unos a los otros,
llevarse bien y tratarse como hermanos. “En la medida que uno pasa más
tiempo aquí se va acostumbrando, hace amistades y va creciendo”, indicó.
Valora que en el centro lo hacen sentir importante asignándole
determinadas tareas y dándole participación en la asistencia a pacientes
que se mantienen rezagados en el aprendizaje.
Hungría se visualiza pronto en su casa compartiendo con la familia.
“Me preocupa que no estoy en mi casa compartiendo con mi mamá, mis
hermanos, los vecinos, los amigos y hermanos de la iglesia. Hacer vida
normal, porque el objetivo del centro es reintegrarnos a la sociedad,
eso nos dicen los sicólogos en las charlas”.
Hungría afirma que aunque son enfermos mentales tienen derecho a ser
respetados por sus familiares y vecinos. “Somos enfermos pero tenemos el
mismo derecho de compartir y hacer actividades”, añadió. Lo que más le
molesta es cuando algún niño o adolescente le llama “loco” y se burla de
él, pues asegura que en el sector Cristo Rey luchó mucho para que los
jóvenes se sintieran importantes mediante la promoción del deporte y la
cultura a través de los clubes.
LLAMÓ A SU “NOVIA” VICKY
“Eres periodista”, me dice. “¿Cómo lo sabes? Le pregunto. “Por la forma
de escribir”, responde Rafael Santiago, de 62 años, un usuario que se
destaca por su cultura. Le interesa todo cuanto ocurre en torno a los
medios de comunicación y la manera en que se manejan las noticias.
¿Sabes la diferencia entre un reportaje y una crónica de ambiente?
Inquiere con curiosidad Santiago, a quien le gusta leer el periódico y
lo solicita en las oficinas administrativas, pero sus preferidas son las
noticias de farándula, porque asegura que en la sección principal salen
muchas informaciones trágicas.
Recuerda que antes de entrar al centro se dedicaba a labores
agrícolas en el municipio San José de Ocoa y fue también empleado
público por siete años en la Oficina de Desarrollo de la Comunidad.
Dice que tiene una novia llamada Vicky y pide con frecuencia que le
regalen un minuto en celulares para llamarla. En realidad Vicky es una
persona que visita el centro para entregar ayudas y quien se ha hecho
amiga de Santiago luego de conocerlo. Hablan cuando el encuentra quien
le permita una llamada.
“Ya tengo ocho años aquí y me gustaría salir porque no soy agresivo”,
dice Santiago, quien expresa que no aspira a pasar toda la vida en el
CRPS, pese al cambio radical que ha experimentado el centro desde agosto
pasado con la humanización de los servicios.
El algunas ocasiones ha engañado a algunos estudiantes de medicina
que acuden a realizar prácticas en el centro, haciéndose pasar por
facultativo.
Juntos. El jefe de Editores de LISTÍN DIARIO, Juan Salazar, comparte el almuerzo con las mujeres del Centro de Rehabilitación Psicosocial. |
Rechazan que sean personas violentas
En el Centro de Rehabilitación Psicosocial están internos actualmente
ocho pacientes -seis hombres y dos mujeres- debido a conflictos con la
ley.
Los imputados, cuyas identidades se reservan, están acusados de matar
a un sobrino, a sus esposas, uno a dos vecinos y otros a sus padres.
En el caso de las mujeres, a ambas se les imputa matar a sus parejas.
La Ley de Salud Mental 12-06, promulgada el 3 de febrero de 2006 por
el entonces presidente Leonel Fernández, dispone en su artículo 6 que
esa legislación también se aplicará a las personas que cumplen penas de
prisión por delitos o que han sido detenidas en el transcurso de
procedimientos o investigaciones penales efectuadas en su contra y que,
según se ha determinado o se sospecha, padecen de alguna alteración
mental.
Para establecer que una persona acusada de un crimen o delito padece
algún trastorno mental, la ley dispone que una comisión de cuatro
especialistas en salud mental competentes, propuesta por el Colegio
Dominicano de Psicólogos y del Colegio Médico Dominicano (CMD), a través
de la Sociedad Dominicana de Psiquiatría, la autoridad de aplicación y
las autoridades del servicio penitenciario, determinará que sea
internada en una institución de salud mental y coordinarán las acciones
pertinentes para asegurar el derecho a la salud mental de quienes se
encuentren en su jurisdicción.
El artículo 71 indica que los internamientos judiciales deben ser ordenados por un juez.
Uno de los usuarios en esa condición, de 34 años, indica que mató a
su padre hace cuatro años en medio de una crisis y que ni siquiera
recuerda los detalles de cómo ocurrió. “Solo recuerdo que estaba muy
atormentado porque no podía dormir, y había perdido mi trabajo por esa
situación”, precisó.
Recuerda que se asustó mucho cuando le dijeron que pasaría 17 años en
la cárcel y que recibiría cerca de 70 terapias de electrochoque. “Yo no
creo que aguante eso, tengo la mente débil y cuando pequeño tuve
problemas con la alimentación”, expresó.
Apoyo. Un paciente muestra las marcas en sus manos a causa de estar, según precisó, un año y seis meses amarrado y encerrado. |
Lo tuvieron amarrado
Otro usuario, de 39 años, reveló que estuvo un año y seis meses amarrado
y encerrado en su casa, pero un día se soltó y mató a dos vecinos que
intentaban maniatarlo por órdenes de su madre. “De un día para otro
amanecí en el cuartel y al otro día me trajeron para acá”, recuerda
sobre el hecho que ocurrió hace cinco años y dos meses.
Mostró las marcas en sus manos por el tiempo que estuvo amarrado.
Asegura que sus padres están vivos y que tiene diez hermanos, pero no le
visitan.
Luego de la intervención psicofarmacológica ninguno de esos pacientes
ha vuelto a protagonizar un acto de violencia y ni siquiera están
aislados.
Los psiquiatras rechazan que las personas con trastornos mentales
sean violentas, pues aseguran que casi siempre actúan en respuesta a una
agresión o maltrato.
“La mayoría de los hechos violentos no los producen personas con
trastornos mentales, por lo menos diagnosticados”, afirmó Julio
Chestaro, presidente de la Sociedad Dominicana de Psiquiatría.
Mientras, Mella, actual director del Instituto Dominicano de Seguros
Sociales (IDSS), considera que los llamados cuerdos o normales cometen
más actos impúdicos contra la sociedad que los enfermos mentales, como
crímenes, asesinatos y actos de corrupción.
Estudios recientes revelan que 92 % de las personas con desórdenes
psiquiátricos nunca muestran indicios de volverse violentos y sólo 4 %
de los asesinatos están de alguna manera relacionados con una enfermedad
mental del autor.
Los casos de violencia se dan principalmente en el ámbito familiar
por un manejo inadecuado de las crisis que pueden afectar en un momento a
las personas que padecen trastornos mentales y debido también a la
falta de medicación.
NOTA DEL EDITOR
Juan Salazar
JEFE DE EDITORES DE LD
El autor de este trabajo estuvo dos meses en contacto con enfermos mentales, incluida una semana en el Centro de Rehabilitación Psicosocial (CRPS), el antiguo Psiquiátrico, junto al fotorreportero Jorge Cruz. LISTÍN DIARIO agradece a la ministra de Salud, Altagracia Guzmán, y al director de Salud Mental, Ángel Almánzar, así como al personal de la cartera y del CRPS, por las facilidades otorgadas para esta serie de reportajes.
Juan Salazar
JEFE DE EDITORES DE LD
El autor de este trabajo estuvo dos meses en contacto con enfermos mentales, incluida una semana en el Centro de Rehabilitación Psicosocial (CRPS), el antiguo Psiquiátrico, junto al fotorreportero Jorge Cruz. LISTÍN DIARIO agradece a la ministra de Salud, Altagracia Guzmán, y al director de Salud Mental, Ángel Almánzar, así como al personal de la cartera y del CRPS, por las facilidades otorgadas para esta serie de reportajes.
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