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jueves, diciembre 01, 2016

Enfermos mentales narran sus añoranzas

APOYO. Una de las pacientes lleva el almuerzo a otra
compañera que no pudo pasar al comedor porque
estaba indispuesta, en el módulo de mujeres del Centro
 de Rehabilitación Psicosocial. Las autoridades del
centro sólo tienen contacto con las familias de seis de
las 77 personas que reciben asistencia allí por
diversos trastornos mentales.
TERAPIAS HAN INCIDIDO POSITIVAMENTE EN LA SOCIALIZACIÓN
Santo Domingo;- La nostalgia por el hogar y el anhelo de regresar al seno familiar se pueden percibir en parte de los pacientes del Centro de Rehabilitación Psicosocial (CRPS), ubicado en el kilómetro 28 de la autopista Duarte, donde la mayoría está obligada a permanecer allí para siempre, debido a que las autoridades perdieron el contacto con sus parientes.
Actualmente, las autoridades del remodelado centro, inaugurado en agosto de este año a raíz de la eliminación del antiguo Psiquiátrico, sólo mantienen contacto con las familias de seis -cuatro hombres y dos mujeres- de los 77 pacientes alojados en dos módulos.
Elvira Mota, una enfermera con 27 años laborando en el centro en el área de Terapia Ocupacional, cita el caso de la paciente María Tavárez, a quien cuando entra en crisis debido a la nostalgia por la familia suele sacarla a pasear por el parque y hablar con ella. “Es muy efectivo porque dura un tiempo sin mencionar que se quiere ir”, añadió.
Tavárez, quien tiene 30 años en el centro, menciona con frecuencia a su madre Generosa, pero hace tiempo que allí no tienen contacto con ningún familiar de la paciente.
La enfermera Mota, quien cuando entró al centro ni siquiera se había casado y ahora tiene tres hijos, cita el caso de otra usuaria a la que acostumbra darle un abrazo cada día porque siente la necesidad de afecto. “Ella sonríe y dice que me quiere mucho. Y cuando olvido darle el abrazo me lo pide”, añadió.
Algunos familiares llevaron los enfermos al centro, los visitaron por un tiempo y luego dejaron de preocuparse por ellos.
Hay casos como el de un paciente que tenía como único familiar a su madre en Puerto Rico, pero falleció en el accidente del vuelo 587 de American Arlines, ocurrido dos meses después de los ataques terroristas del 2011 en Estados Unidos, con un saldo de 260 ocupantes y cinco víctimas en tierra muertos, en su mayoría dominicanos.
Los enfermos mentales siempre han sido vistos como personas que conviene tenerlas aisladas y apartadas del entorno familiar y comunitario en que se desenvolvieron antes de su internamiento. Se ha dado el caso de familiares que incluso se disgustan cuando les llevan un paciente que ya está rehabilitado y en condiciones de regresar a su casa.
Otro inconveniente es que algunos pacientes retornados a su entorno han vuelto al centro porque el contacto con la realidad anterior ha provocado que entren otra vez en las crisis que motivaron su internamiento.
Cariño. La enfermera Elvira Mota y la paciente Winifer se confunden en un abrazo durante una jornada de socialización en una de las áreas verdes del Centro de Rehabilitación Psicosocial.
“Aquí tengo un familión”
Lucía Tellerías, quien recibe tratamiento por trastorno bipolar, recuerda con nostalgia a sus parientes, en especial a dos hermanos, pero contrario a otros pacientes dice que prefiere permanecer en el CRPS porque allí ha encontrado “un familión”.
Ella mantiene impecablemente limpia y ordenada su habitación a la que llama “suite”, además de que lava su ropa, aunque el centro tiene lavandería. Es extremadamente amable con las personas que le visitan y pide permiso si tiene que dejarlas solas un momento.
Le  encantan las obras literarias y actualmente está releyendo “La Odisea” de Homero. Sobre el armario tiene fotos familiares y de sus presentaciones en la obra “Habló la Luna”, en la cual tiene un rol protagónico. La más reciente función se presentó en el Palacio de Bellas Artes el pasado 18 de octubre, como parte de los actos por el Día Mundial de la Salud Mental, que se celebra cada 10 de octubre.
Le encanta escuchar canciones románticas. “El romanticismo no se ha perdido, sabes lo linda que eran las serenatas”, asegura con una sonrisa pícara.
Es oriunda de Hato Mayor y recuerda que su madre Hilda Milagros, cuando estaba embarazada de ella, acostumbra ir a un arroyo que dividía su casa con una propiedad del Estado. Ella lamenta no haber nacido en ese arroyo. “El desarrollo acabó con ese manantial”, afirma con nostalgia.
De su tiempo de escuela recuerda que siempre estaba dispuesta a ir a la pizarra y con apenas siete años a mitad de curso la promovieron a primero y a final de año a tercero de primaria.
De 9 a 15 años trabajó como doméstica en Cristo Rey, donde creció, en una casa ubicada al lado de la del dirigente del PRD en ese tiempo, Alfredo Pacheco.  Refiere que no terminó el bachillerato porque logró un empleo en productos Goya, donde trabajaba sin horario fijo, ya que el presidente Joaquín Balaguer le permitía tener cédula a los menores de 15 años.
Escritora. Lucía Tellerías cuando leía parte del material que ha escrito para un libro que titulará "Variedades", el cual asegura que tendrá un poquito de cada cosa.
Su madre falleció, pero llama “hermana madre” a la más pequeña de sus hermanas, licenciada en enfermería y quien la visita con frecuencia. “Está Jehová, ella y después Gino Martínez (gerente médico del centro) porque me encantan los triunfadores”, indicó.
Lucía precisa que su hermana mayor ha pasado la mitad de su vida en Alemania, donde reside actualmente.
“En mi mente nunca estuvo ser profesional, porque con lo que aprendí es suficiente, ni matrimoniarme, ni tener un hijo, ni viajar”, dice Tellerías, quien advierte que no le digan “jamona” porque tuvo compañero en unión libre.
Indica que en su juventud muchas mujeres se casaban para que un hombre las mantuviera, pero ella asegura que siempre fue muy independiente.  “Mis apellidos son Tellerías Echavarría y no se nos permite comer de gratis”, apostilló.
Cuenta que al principio sentía la nostalgia de regresar a su hogar, pero su  familia es pequeña y en el CRPS ha encontrado otra más grande. “Irme, para qué. Yo no valoraba la vida como la valoro ahora”, afirma sobre su estadía en el nuevo Psiquiátrico.
Tellerías aspira a ser Testigo de Jehová, pero aclara que nunca actuaría como los religiosos que predican una cosa y hacen otra. “Mientras más sepas de la Biblia y hagas lo contrario peor te puede ir”, añadió, tras precisar que quien desconoce tiene por lo menos una excusa.
Lucía tiene apuntes en una mascota de lo que será su libro al que titulará “Variedad”, y donde usará  “una hoja para cada cosa”.
“Tristeza, así como está la tarde, con el cielo plomizo, las nubes están conteniendo las lluvias, así estoy yo, conteniendo las lágrimas. Lágrimas que serían de un gran dolor, me tiemblan las manos, siento un nudo en la garganta y el pecho se me oprime por el desaliento, pero nada que temer, pediré ayuda a Jehová, nuestro padre misericordioso y, aunque no lo merezco, sé que me va a escuchar”, dice lo último que escribió Lucía para su libro el pasado 16 de noviembre.
Ella reflexiona también sobre lo que estresa al hombre y la mujer de hoy. “Yo no le veo objeto a una vida todo el tiempo trabajando y fabricando dinero sin saber el tiempo que a uno le queda sobre la faz de la tierra”, añadió.
“Dinero, para qué. Solo estar aquí sentado y observando la naturaleza, ya. Las pequeñas cosas dan a veces más satisfacciones que las grandes”, precisó Tellerías, quien critica los afanes de los científicos por descubrir otros planetas habitables, en lugar de estar aquí cuidando y disfrutando del que Dios creó para vivir.
Anhela ver a su hija
Sixta Lachapell, de 35 años y a quien todos llaman Jazmín, fue llevada al centro cuando no existía el actual protocolo de internamiento. Ella le insistió por una semana a la psiquiatra Lourdes Marisol Martínez, coordinadora de los técnicos en Rehabilitación del CRPS, sobre la promesa que le hizo de llevarla a visitar a su hija de 13 años, embarazada, residente en Los Alcarrizos de Santo Domingo Oeste.
Jazmín expresa que sería muy feliz si pudiera abrazar a su hija, a quien tiene cuatro meses sin ver. Ella es una usuaria, como llaman ahora a los pacientes en el centro, que le gusta ayudar a sus compañeras que lo necesitan y siempre está sonriente, aunque la tristeza aflora su rostro cuando habla de su hija embarazada.
“Yo quisiera quedarme hasta diciembre con ella y después volver para acá, pero creo que me la dejarán ver solo por un día”, expresa sobre la posibilidad de ver a su hija. A Jazmín le preocupa que su hija no siguiera la escuela y que se metiera en una relación a tan temprana edad.
Sentirse útiles
Una de las mayores satisfacciones de los usuarios es sentirse útiles. Y una cantidad apreciable cumple a cabalidad las tareas que les asignan en terapia de Rehabilitación y en cualquier gestión dentro del centro.
Martínez suele asignarles tareas como sacar fotocopias, movilizar documentos y transmitir informaciones al personal de las diferentes áreas administrativas.
La profesional de la conducta considera que la clave para entender a los enfermos mentales es meterse en su mundo y verlos como personas que también sienten y padecen.
Refiere que cuando visita las tiendas suele comprar obsequios para los usuarios de acuerdo a sus gustos. “No lo veo como un trabajo serio”, expresa mientras procura una funda plástica para una usuaria que quiere guardar las flores que ya aprendió a diseñar en cursos de manualidades.
César Mella, con cerca de 40 años de experiencia en la Psiquiatría, precisa que en otros países se ha implementado con éxito la experiencia de las “familias sustitutas”, las cuales se encargan de atender a un paciente y crearle un hogar que quizás nunca ha tenido, con el acompañamiento económico y organizativo por parte del Estado.
Le apasiona la locución
Entró por primera vez al centro en 1977 cuando todavía era el antiguo Psiquiátrico, tiempo en que entraba y salía con frecuencia por las crisis que padecía. Recibe tratamiento en el centro por bipolaridad y trastorno del estado de ánimo.
Su madre, una hermana y un hermano residen en los Cerros de Sabana Perdida.
Es oriundo del barrio Cristo Rey de la capital y reveló que  estudió locución en la Escuela de Otto Rivera, donde recibió clases del fenecido maestro del micrófono Juan Nova Ramírez. Hungría puso de manifiesto su talento al realizar la maestría de ceremonias del acto de celebración del Día Mundial de la Salud Mental, realizado en el centro el pasado 18 de octubre.
Presentó a sus compañeros que actuaron, bailaron, cantaron y declamaron. “Me gusta narrar noticias, realizar maestrías de ceremonias. Yo realicé muchas presentaciones en el Colegio Los Ángeles Custodio, me encanta la locución y el periodismo”, añadió.
Recuerda que comenzó a estudiar Comunicación Social en la UASD, pero no pudo terminar la carrera. En un comité gestor para la construcción de una escuela en Cristo Rey se encargaba de redactar las notas de prensa que enviaban a los medios. “Me gusta la comunicación por el contacto con las demás personas, uno puede hacer preguntas e investigar lo que está pasando en ciertos sitios, como este hospital que ya no es lo mismo, ahora es un Centro de Rehabilitación Psicosocial”, precisó.
Elogió las condiciones del centro, especialmente la limpieza, la calidad de la comida y el trato que le dan los técnicos a los pacientes, contrario al abandono que predominaba cuando llegó en 1977.  A Hungría le encanta la pintura como terapia y las dinámicas de una iglesia pentecostal que enseña a los pacientes a amarse los unos a los otros, llevarse bien y tratarse como hermanos. “En la medida que uno pasa más tiempo aquí se va acostumbrando, hace amistades y va creciendo”, indicó.
Valora que en el centro lo hacen sentir importante asignándole determinadas tareas y dándole participación en la asistencia a pacientes que se mantienen rezagados en el aprendizaje.
Hungría se visualiza pronto en su casa compartiendo con la familia. “Me preocupa que no estoy en mi casa compartiendo con mi mamá, mis hermanos, los vecinos, los amigos y hermanos de la iglesia. Hacer vida normal, porque el objetivo del centro es reintegrarnos a la sociedad, eso nos dicen los sicólogos en las charlas”.
Hungría afirma que aunque son enfermos mentales tienen derecho a ser respetados por sus familiares y vecinos. “Somos enfermos pero tenemos el mismo derecho de compartir y hacer actividades”, añadió. Lo que más le molesta es cuando algún niño o adolescente le llama “loco” y se burla de él, pues asegura que en el sector Cristo Rey luchó mucho para que los jóvenes se sintieran importantes mediante la promoción del deporte y la cultura a través de los clubes.
LLAMÓ A SU “NOVIA” VICKY
“Eres periodista”, me dice. “¿Cómo lo sabes? Le pregunto.  “Por la forma de escribir”, responde Rafael Santiago, de 62 años, un usuario que se destaca por su cultura.  Le interesa todo cuanto ocurre en torno a los medios de comunicación y la manera en que se manejan las noticias.
¿Sabes la diferencia entre un reportaje y una crónica de ambiente? Inquiere con curiosidad Santiago, a quien le gusta leer el periódico y lo solicita en las oficinas administrativas, pero sus preferidas son las noticias de farándula, porque asegura que en la sección principal salen muchas informaciones trágicas.
Recuerda que antes de entrar al centro se dedicaba a labores agrícolas en el municipio San José de Ocoa y fue también empleado público por siete años en la Oficina de Desarrollo de la Comunidad.
Dice que tiene una novia llamada Vicky y pide con frecuencia que le regalen un minuto en celulares para llamarla. En realidad Vicky es una persona que visita el centro para entregar ayudas y quien se ha hecho amiga de Santiago luego de conocerlo. Hablan cuando el encuentra quien le permita una llamada.
“Ya tengo ocho años aquí y me gustaría salir porque no soy agresivo”, dice Santiago, quien expresa que no aspira a pasar toda la vida en el CRPS, pese al cambio radical que ha experimentado el centro desde agosto pasado con la humanización de los servicios.
El algunas ocasiones ha engañado a algunos estudiantes de medicina que acuden a realizar prácticas en el centro, haciéndose pasar por facultativo.
Juntos. El jefe de Editores de LISTÍN DIARIO, Juan Salazar, comparte el almuerzo con las mujeres del Centro de  Rehabilitación Psicosocial.
Rechazan que sean personas violentas
En el Centro de Rehabilitación Psicosocial están internos actualmente ocho pacientes -seis hombres y dos mujeres- debido a conflictos con la ley.
Los imputados, cuyas identidades se reservan, están acusados de matar a un sobrino, a sus esposas, uno a dos vecinos y otros a sus padres.
En el caso de las mujeres, a ambas se les imputa matar a sus parejas.
La Ley de Salud Mental 12-06, promulgada el 3 de febrero de 2006 por el entonces presidente Leonel Fernández, dispone en su artículo 6 que esa legislación también se aplicará a las personas que cumplen penas de prisión por delitos o que han sido detenidas en el transcurso de procedimientos o investigaciones penales efectuadas en su contra y que, según se ha determinado o se sospecha, padecen de alguna alteración mental.
Para establecer que una persona acusada de un crimen o delito padece algún trastorno mental, la ley dispone que una comisión de cuatro especialistas en salud mental competentes, propuesta por el Colegio Dominicano de Psicólogos y del Colegio Médico Dominicano (CMD), a través de la Sociedad Dominicana de Psiquiatría, la autoridad de aplicación y las autoridades del servicio penitenciario, determinará que sea internada en una institución de salud mental y coordinarán las acciones pertinentes para asegurar el derecho a la salud mental de quienes se encuentren en su jurisdicción.
El artículo 71 indica que los internamientos judiciales deben ser ordenados por un juez.
Uno de los usuarios en esa condición, de 34 años, indica que mató a su padre hace cuatro años en medio de una crisis y que ni siquiera recuerda los detalles de cómo ocurrió. “Solo recuerdo que estaba muy atormentado porque no podía dormir, y había perdido mi trabajo por esa situación”, precisó.
Recuerda que se asustó mucho cuando le dijeron que pasaría 17 años en la cárcel y que recibiría cerca de 70 terapias de electrochoque. “Yo no creo que aguante eso, tengo la mente débil y cuando pequeño tuve problemas con la alimentación”, expresó.
Apoyo. Un paciente muestra las marcas en sus manos a causa de estar, según precisó, un año y seis meses amarrado y encerrado.
Lo tuvieron amarrado
Otro usuario, de 39 años, reveló que estuvo un año y seis meses amarrado y encerrado en su casa, pero un día se soltó y mató a dos vecinos que intentaban maniatarlo por órdenes de su madre. “De un día para otro amanecí en el cuartel y al otro día me trajeron para acá”, recuerda sobre el hecho que ocurrió hace cinco años y dos meses.
Mostró las marcas en sus manos por el tiempo que estuvo amarrado. Asegura que sus padres están vivos y que tiene diez hermanos, pero no le visitan.
Luego de la intervención psicofarmacológica ninguno de esos pacientes ha vuelto a protagonizar un acto de violencia y ni siquiera están aislados.
Los psiquiatras rechazan que las personas con trastornos mentales sean violentas, pues aseguran que casi siempre actúan en respuesta a una agresión o maltrato.
“La mayoría de los hechos violentos no los producen personas con trastornos mentales, por lo menos diagnosticados”, afirmó Julio Chestaro, presidente de la Sociedad Dominicana de Psiquiatría.
 Mientras, Mella, actual director del Instituto Dominicano de Seguros Sociales (IDSS), considera que los llamados cuerdos o normales cometen más actos impúdicos contra la sociedad que los enfermos mentales, como crímenes, asesinatos y actos de corrupción.
Estudios recientes revelan que 92 % de las personas con desórdenes psiquiátricos nunca muestran indicios de volverse violentos y sólo 4 % de los asesinatos están de alguna manera relacionados con una enfermedad mental del autor.
Los casos de violencia se dan principalmente en el ámbito familiar por un manejo inadecuado de las crisis que pueden afectar en un momento a las personas que padecen trastornos mentales y debido también a la falta de medicación.
Por Juan Salazar ;-
juan.salazar@listindiario.com
NOTA DEL EDITOR
Juan Salazar
JEFE DE EDITORES DE LD
El autor de este trabajo estuvo dos meses en contacto con enfermos mentales, incluida una semana en el Centro de Rehabilitación Psicosocial (CRPS), el antiguo Psiquiátrico, junto al fotorreportero Jorge Cruz. LISTÍN DIARIO agradece a la ministra de Salud, Altagracia Guzmán, y al director de Salud Mental, Ángel Almánzar, así como al personal de la cartera y del CRPS, por las facilidades otorgadas para esta serie de reportajes.

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