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viernes, noviembre 11, 2016

Oposición y elecciones

BOCA DE URNA.-  La oposición tuvo en sus manos en la tardecita del 15 de mayo dos boca de urna cuyos resultados daban ganador al presidente Danilo Medina. Una era propia y otra aportada por un ex compañero que quiso hacerse el gracioso con el gobierno y con la oposición, aportando a ambos datos frescos y cruciales. La oposición participó a los suyos (familia, compañera de fórmula, incluido el papá, directivos del partido y gente muy cercana ) la mala nueva.
Quedaron en no decir nada, en dejar fluir los acontecimientos, pero sin sorpresas. Cuestionó todas las encuestas de campaña que lo colocaban por debajo del candidato oficial, pero no esas dos hechas con técnicas de aproximación. No obstante, no hizo lo que Hillary Clinton hizo antenoche, al conocer la victoria de Donald Trump: llamarlo y felicitarlo, como impone la nobleza política. Se conoce la protesta contra el uso de los equipos digitales, la queja por dar a la publicidad las actas o por el propio conteo, considerado muy apresurado. Los alegatos, todos, pudieron ser pertinentes, y legítimos, y necesarios, porque una cosa es perder y otra dejarse ganar...
MANUAL, DIGITAL.- Los alegatos pudieron ser pertinentes, legítimos y necesarios en situación normal, pero no conociendo por anticipado un resultado que fue aceptado en intimidad. Si se temía que la Junta Central Electoral fuera desbordada por el evento y sus números no se correspondieran con la realidad, las encuestas boca de urna salvaban los hechos y evitaban las conjeturas. Si el proceso no daba garantía, la medición encargada aportaba seguridad, y mucho más cuando unos números fueron iguales a los otros. Los oficiosos eran del mismo tamaño que los oficiales. No obstante, la renuencia a reconocer el triunfo del oponente fue la norma, y entre las muchas cosas que se dijeron entonces, y se repiten todavía, está la diferencia entre el conteo digital y el manual. Surrealismo puro. Se regatea que mientras la cuenta digital dio 61 y algo por ciento, la manual se quedó en 56, y las cantidades dan pie a suposiciones, a sospechas, y a posiciones irreductibles. Sin embargo, 56 % es más que suficiente para ganar las elecciones en primera vuelta. No había razón, pues, para cuestionar o discutir lo obvio: a la  reelección le sobraron votos...
A POSTERIORI.-  Existieron por tanto elementos para reconocer el triunfo de Danilo Medina, y si no por el 61% digital, por el 56% manual. Sin embargo, la comprobación de ninguno de los números hizo variar la actitud, cambiar la  postura. La expresión de que Dios es grande no es bueno usarla como arma de derribo en cada ocasión, y al mismo Dios no le gusta que lo metan en diferencias políticas, y más cuando la mezquindad llena el espacio. No sé cómo la hicieron, pero se publicó una encuesta la semana pasada en que se reitera que el presidente Danilo Medina ganó las pasadas elecciones con un 61%. El mismo número antes, durante y después. Lo que fue a priori se confirma a posteriori. Esa misma medición posiciona la oposición, y la oposición no la protesta, y la acoge gustoso. La tocaron por donde realmente siente, y sin embargo, la nobleza política no se hace presente. No hay un gesto, ni una palabra que supere la circunstancia electoral después de meses...
LO DOMÉSTICO.-  Se cuentan estas historias porque el escenario podría cambiar como las estaciones, y resuelto aunque sea precariamente el entorno, habría que ocuparse de otros  asuntos. Los domésticos. La noche parece más oscura cuando va a amanecer. Ahora que se suscitan nombres, y se impugnan y se descalifican, se está más cerca del consenso que cuando se apremiaba sin soltar prenda. Y como resuelven lo uno, lo demás. Quedados atrás estos conflictos de Junta, de Tribunal, de Cámara, y asumida la oposición como es propia en una democracia, cada cual deberá abocarse a conocer y solucionar sus dificultades internas. Entonces sí, y desde ya preocupa, los procesos de adentro no podrán adelantarse sin el concurso de afuera. Y no de afuera dicho así, como episodios inocentes, sino previendo la malicia implícita. En la suerte de lucha que se aproxima en la oposición, ninguno de los bandos puede desbancar al otro sin ayuda oficial. Una ayuda que tiene y tendrá muchas formas de manifestarse. Incluso, quienes tienen ojos sanos y limpios lo están mirando claro...
Por Orlando Gil ;-
orlandogil@claro.net.do

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