Desde el mismo inicio del proceso democrático que
vive la nación, tras la muerte a tiros de Trujillo en 1961, los
choferes del transporte público, y de carga, asumieron un rol de
mecanismo de presión que ha crecido y crecido, llegando el momento a
ser, aparentemente, incontrolables e incontenibles.
Los transportistas de carga controlan, a sangre y fuego, el manejo en los muelles y las carreteras, al estilo Jimmy Hoffa, en los ‘60 de Estados Unidos. En las principales empresas que mueven mercancías en el país, sencillamente, quienes no contratan los camiones de los sindicatos o les pagan una ‘cuota’ por movilizar su carga, aún con sus propias unidades, son impedidos de circular y corren el riesgo de que sus vehículos y/o choferes sean agredidos de la forma más salvaje.
Lo propio ocurre en las calles de las principales ciudades con el transporte de pasajeros. Carros destartalados, ‘voladoras’ que circulan sin control, atropellando a todo el que se les cruza, con un irrespeto olímpico a la autoridad y una agresividad desconsiderada a la propia gente que le sirve.
Desde cuando Balaguer, en su gobierno herencia tras la decapitación de la dictadura de los 30 años, los choferes públicos son los ‘dueños de las calles’. Radhamés Gómez Pepín los bautizó como ‘los dueños del país’. Y los choferes públicos y del transporte de carga lo han asumido y las autoridades, los gobiernos, los poderes fácticos del país, incluyendo los poderosos empresarios privados, lo han aceptado.
El Gobierno ha decidido suspender la entrega de millones de galones de combustibles, que ha miles de millones de pesos anuales, que se aplica desde hace cinco años se instituyó para paliar las bruscas alzas de los precios del petróleo en los mercados mundiales, pero el propósito, a decir de las autoridades, ha sido desvirtuado y gran parte de esa gracia ha ido al mercado negro y a engrosar arcas de algunos de sus beneficiarios.
El empresariado se ‘hartó’ de las presiones y desmanes de los sindicatos de camioneros y decidió entrar al ‘negocio’ ejerciendo los conceptos constitucionales que garantizan la libre empresa y la prohibición de monopolios.
De ahí que viendo el panorama planteado uno podría tener la esperanza de que ¡por fin! ha llegado el momento de ‘meter en cintura’ a estos señores que se han creído que realmente son ‘intocables’.
Por Ruddy L. González ;-
Los transportistas de carga controlan, a sangre y fuego, el manejo en los muelles y las carreteras, al estilo Jimmy Hoffa, en los ‘60 de Estados Unidos. En las principales empresas que mueven mercancías en el país, sencillamente, quienes no contratan los camiones de los sindicatos o les pagan una ‘cuota’ por movilizar su carga, aún con sus propias unidades, son impedidos de circular y corren el riesgo de que sus vehículos y/o choferes sean agredidos de la forma más salvaje.
Lo propio ocurre en las calles de las principales ciudades con el transporte de pasajeros. Carros destartalados, ‘voladoras’ que circulan sin control, atropellando a todo el que se les cruza, con un irrespeto olímpico a la autoridad y una agresividad desconsiderada a la propia gente que le sirve.
Desde cuando Balaguer, en su gobierno herencia tras la decapitación de la dictadura de los 30 años, los choferes públicos son los ‘dueños de las calles’. Radhamés Gómez Pepín los bautizó como ‘los dueños del país’. Y los choferes públicos y del transporte de carga lo han asumido y las autoridades, los gobiernos, los poderes fácticos del país, incluyendo los poderosos empresarios privados, lo han aceptado.
El Gobierno ha decidido suspender la entrega de millones de galones de combustibles, que ha miles de millones de pesos anuales, que se aplica desde hace cinco años se instituyó para paliar las bruscas alzas de los precios del petróleo en los mercados mundiales, pero el propósito, a decir de las autoridades, ha sido desvirtuado y gran parte de esa gracia ha ido al mercado negro y a engrosar arcas de algunos de sus beneficiarios.
El empresariado se ‘hartó’ de las presiones y desmanes de los sindicatos de camioneros y decidió entrar al ‘negocio’ ejerciendo los conceptos constitucionales que garantizan la libre empresa y la prohibición de monopolios.
De ahí que viendo el panorama planteado uno podría tener la esperanza de que ¡por fin! ha llegado el momento de ‘meter en cintura’ a estos señores que se han creído que realmente son ‘intocables’.
Por Ruddy L. González ;-
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