NUEVOS HUMORES.- El cambio de ánimo en la campaña de Luis Abinader
tiene que ver con movimientos en los mandos internos. Leonardo Aguilera,
el hombre fuerte del Centro Económico del Cibao, recogió, y recogió
bien, como el que se va para no volver. La última vez que lo vieron
estaba en lo más alto del Monumento a la Restauración, allá en Santiago,
con unos catalejos de pirata, oteando el horizonte político, sabiendo
que desde allá era imposible ver el mar, pero si la autopista que lleva a
la capital. En ningún punto de la República son mejores las puestas de
sol que en Santo Domingo. Ni en la ciudad de Mao, llamada de los Bellos
Atardeceres. No debe olvidarse que Aguilera fue un estratega importante
para Abinader, y no solo ahora que busca la presidencia de la República,
sino desde mucho antes.
Fue hasta hace poco menos de un mes Consultor
General de Campaña y coordinador de los asesores extranjeros. Esto es,
que el candidato del PRM no daba un paso sin que Aguilera lo aprobara.
Entonces tuvo que ocurrir algo muy grande para que gente que se trataba
en la intimidad como Luisito y Leo, ahora no puedan ni quieran verse,
como si llamas del infierno dispusieran de una amistad y colaboración de
años…
CUENTAS PENDIENTES.- No hay dudas de que ni Leonardo Aguilera ni Luis
Abinader van a dar detalles de su rompimiento, y en Santiago se habla
de problemas de tipo personal. Pero no. Entre un consultor político y un
candidato pueden haber diferencias, y de cierto se producen a diario.
Ahora, cuando se separan, lo personal nunca es lo más relevante. El
problema tuvo que ser político, y muy serio. El ánimo de Aguilera tiene
que ver con el temperamento de Abinader, en quien ya es costumbre
prometer y no cumplir. Recordar a Héctor Guzmán, no olvidar a Eddy
Alcántara. ¿Qué pudo haber sucedido entre Aguilera y Abinader? Aguilera,
al parecer, fue víctima de un fuego cruzado. Los seguidores de Hipólito
Mejía no lo querían, aunque no lo dijeran, pues lo acusaban por lo bajo
de ser el responsable de la paliza que Abinader le propinó a Mejía en
las internas del PRM. Era mucho el encono interior, y de un momento a
otro se apareció el odio de los reformistas. Dicen que de Ramón Rogelio
Genao…
A VUELO DE PALOMA.- Sean leyendas urbanas o cuentos de camino, la
verdad que la desgracia de Leonardo Aguilera empezó o se consolidó con
la llegada a la campaña de Luis Abinader de Mauricio de Vengochea por el
lado reformista y de Rafael Cerame por parte de Carolina Mejía. Como
dice el refrán: “De fuera vendrán que de casa nos echarán”. Escobita
nueva barre bien, y si son dos escobitas, mejor el barrido. La
estrategia por tanto no es la misma. Aguilera era más prudente, los
recién llegados, como reciben el juego en los últimos innings, y el
score mucho a poco, recomiendan un juego más ofensivo. Batear largo y un
corrido más agresivo de las bases. El video de la prohibición entra en
ese cálculo de tumbar la pelota, de ser posible, como una vez hiciera
Alex Rodríguez. El disgusto de Aguilera, aunque debiera ser con estos
guerreros de la sombra, que lo sacan de competencia, es con Abinader,
pues entre ellos existían unos acuerdos que ahora quedan en el limbo. Es
posible que los oponentes internos de Aguilera –hipolitistas,
reformistas, estrategas extranjeros– respiren tranquilos y hasta brinden
a su salud, pues ya distante no será piedra en su camino…
A MITAD DEL RÍO.- La historia no es mecánica, y no conviene sacar
conclusiones como un mago conejo de un sombrero. Ahora, no se puede
ocultar el sol con un dedo, y quienes lo hacen, que se puede, se engañan
a sí mismos. El Luis Abinader que en determinado momento subió en la
preferencia que registraban las encuestas, empieza a caer sin que haya
una explicación lógica, natural, racional. Y no lo es porque a la vez
Danilo Medina recupera el espacio perdido y sus porcentajes vuelven al
nivel de cuando no era candidato. La reseña de la Greenberg atribuye la
situación a las candidatas a la vicepresidencia, a Margarita Cedeño por
un lado y Carolina Mejía por el otro. Aunque ese análisis, además de
sesgado, ofende desde el punto de vista de género.
Culpa de mujer y no de circunstancia. O sin considerar el elemento
estrategia, o estratega, pues vale en el caso lo que decía Lincoln de
gobernante: no se debe cambiar de caballo en medio del río…
Por Orlando Gil ;-
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