¿Cuál es la crisis de la Justicia? ¿Que unos jueces
venales hayan sido sorprendidos negociando sentencias? ¿Qué la política
partidista ejerza influencia en su composición? ¿Está amenazada por eso
la institucionalidad nacional que debe sustentarse en un marco
equitativo, imparcial y justo?
Empecemos por lo primero: Probablemente nunca como ahora la
judicatura nacional haya estado mejor servida, empezando por el
presidente de la Corte Suprema y siguiendo con el procurador general,
que en otra nomenclatura del Estado es el ministro de Justicia...
Químicamente puros no son. Habrá algunos susceptibles de corromperse,
en todos los niveles, en cada instancia, en cualquier jurisdicción, en
cualquier tiempo que sea. En todas partes es igual, empezando por los
Estados Unidos, donde con frecuencia se descubre a magistrados venales,
vendidos, corrompidos...
Y también en las sociedades más avanzadas de Europa: en Francia, en
Reino Unido, en Alemania, en Holanda, en Bélgica... Y ni decir en Europa
del Este donde con el destape democrático ha venido también la
corrupción al cuadrado en todas las instituciones de los estados ahora
capitalistas.
La Justicia de esos países --por frecuentes que sean los casos de
corrupción aireados públicamente--, no entra en crisis ni se cuestiona
su estructura interna. Menos aún se vitupera ni se desacredita... Porque
en ella se representa la institucionalidad de una nación.
En nuestro país eso se hace olímpicamente, sin ningún rubor, empezando por los propios abogados que se sirven de ella.
...Mariano, Domínguez
¿Puede alguien cuestionar la moral, la conducta, la firmeza de carácter y la honorabilidad del magistrado Mariano Germán Mejía? ¿Y la seriedad y verticalidad del magistrado Francisco Domínguez Brito puede ponerse en duda?
¿Puede alguien cuestionar la moral, la conducta, la firmeza de carácter y la honorabilidad del magistrado Mariano Germán Mejía? ¿Y la seriedad y verticalidad del magistrado Francisco Domínguez Brito puede ponerse en duda?
Ambos, desde sus propias particularidades, llegaron a la Justicia
desde la academia y abandonando principalías en el ejercicio privado.
Pudiera cualquiera estar en desacuerdo con uno y con otro, pero se
trata de profesionales del Derecho a quienes nadie en sano juicio osaría
vincular a irregularidades o trapacerías que se denuncian con
frecuencia como norma en los tribunales del país, en su gran mayoría
habladurías que no resisten la pesquisa más elemental.
Por supuesto que en la Justicia se presentan casos de corrupción como
en todas las instituciones del país y en todas partes del mundo, pero
sería injusto suponer que se trate de “corrupción generalizada hasta el
tuétano”, como dijo hace poco un folclórico ex presidente de la
República.
No necesita muletas...
La Justicia dominicana no necesita muletas para andar. Faltan cosas por hacer, es preciso fortalecer su estructura interna para que ella misma vaya rechazando las malas influencias y los injertos extraños --que los hay--, pero el tramo recorrido ha sido largo en los últimos tres lustros.
La Justicia dominicana no necesita muletas para andar. Faltan cosas por hacer, es preciso fortalecer su estructura interna para que ella misma vaya rechazando las malas influencias y los injertos extraños --que los hay--, pero el tramo recorrido ha sido largo en los últimos tres lustros.
Sería injusto no reconocer en este período difícil y a veces tortuoso
el extraordinario esfuerzo realizado por el anterior presidente de la
Corte Suprema, el magistrado Jorge Subero Isa, a quien correspondió las
primeras oleadas de transformaciones estructurales de la Judicatura
Nacional. Y al ex procurador Radhamés Jiménez Peña, servidor de probidad
y excelente conducta...
¡... Lanzar tanto lodo a la Justicia es atentar contra la institucionalidad dominicana!
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