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lunes, enero 04, 2016

La indisciplina en el PLD

Por Orlando Gil ;-
LAS TRES COSAS.- Los peledeístas que no ganaron en las primarias, pero tampoco perdieron, que ese es el caso, tocaron con tanta fuerza la puerta que despertaron al secretario general que dormía una siesta de lo más tranquilo, ajeno a ese ánimo de revuelta que tiene al partido morado en las cuatro esquinas. Reinaldo Pared salió de mala manera y dijo tres cosas, y entre esas tres cosas hubo una acusación directa, pero innominada: Hay compañeros que quieren que el PLD pierda. Tan sencillo como un suicida impenitente tirarse del puente Juan Bosch, sin dar razones o tener motivos.
Una situación a todas luces grave por inexplicable. Pared no es un político que tenga mucha paciencia, y lo demostró recientemente cuando rompió filas con los reformistas, y en otras ocasiones supo llamar las cosas por su nombre. Y si ha dicho al pan, pan, no puede ahora considerar al vino agua de coco. No obstante, se hace evidente que al irse al otro extremo intenta, con un chantaje sutil, corregir la impertinencia del momento. Nadie cree que lo de Santo Domingo Norte, La Vega, San Cristóbal y La Romana pueda ocasionar una derrota del oficialismo. Pues no basta con que a uno le falte, sino que al otro -también-- le sobre...
¿PALABRAS O  HECHOS?.-  La actual situación del PLD no es tan grave por los hechos, sino por las palabras. El lenguaje al uso. José Montás en San Cristóbal habló de caos y desorden, y él sabe que ese caos y desorden no fue aposta, malicioso, con el propósito de que él perdiera y Nelson Guillén ganara. Enrique Martínez en La Romana dijo que mandaron sicarios a La Romana, y sin dudas que está diciendo cosas mayores. Sicarios con categoría política. Y hace su pronunciamiento en circunstancia luctuosa, cuando dos personas fueron muertas en las primarias del partido oficial, y la justicia se pone a prueba con el caso de un regidor del PRD al que se acusa de ordenar asesinatos como si pidiera pizza. Aunque no hay por qué  perderse en lo claro y dejar de resaltar lo principal. Si se corrompen las palabras, si el lenguaje pierde su majestad, el deterioro moral se hace tan pesado que la política no puede cargarlo. Ni sobre sus espaldas ni sobre sus hombros. Incluso, no basta citar Conversación en la Catedral y preguntarse cuando se jodió Perú. Se impone  hacer biopsia y determinar si el mal tiene remedio. Y lo tiene...
PERDER-GANAR.- Reinaldo Pared, aunque tiró con fuerza, no lo hizo con la mejor puntería y las balas podrían perderse en el aire o en la maleza. Importan los pronunciamientos de José Montás y Enrique Martínez, pues siempre debe partirse del hecho material,  pero hay situaciones que no se dan en la superficie. Habría que preguntarse o averiguar por qué hablaron en esos términos, qué poderes ocultos lo llevaron a desafiar lo convencional, y si su comportamiento responde a causa personal o de grupo. Nadie que no lo haya sido desde nacimiento, se convierte en guapo de un momento a otro. No es que Montás o Martínez hayan sido políticos sosegados, pero nadie dentro o fuera del PLD los recuerda como chicos terribles. Los peledeístas, del contagio van a la imitación. La impresión es que como los perredeístas en su tiempo, los peledeístas están creando situaciones difíciles, casi de tranque, a la manera de no perder-perder, sino perder-ganar. Dicen por lo bajo que no hay querella que un decreto no resuelva...
SECTARIOS  E IGUALES.- El presidente Danilo Medina parece no darse cuenta, pero hay situaciones que tiene que resolver con el poder que le otorga su condición de Ejecutivo. Dicen que Moda se iba a jugar a otro pley, y le pusieron prontamente el uniforme. Lo mismo deberá hacer con algunos de sus compañeros que no saben ver la pelota desde las gradas o no se sienten cómodos en el dogout. Quieren desempeñarse en el campo, y no importa la posición. Tienen vocación de utility. No hay que dar nombres, pues ellos mismos se ponen en evidencia con sus rabietas de ocasión, o con sus chismes, o inventando historietas de tan escasa imaginación que no llegan a  novela gráfica. Se quedan en simples perversidades. En el partido lo saben, pero los organismos no funcionan como antes, los altos cargos se tienen miedo, o se respetan los espacios. Más que desmadre, por tanto, hay complacencia. La de Onán, por supuesto. Aunque por igual, vale decir, el PLD o los peledeístas, perdieron disciplina, principios, pero no el sectarismo de la primera época. Y se expresa a cada momento y de muchas maneras, y ahora, por desgracia, entre grupos...

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