Nadie en sano juicio debe pretender que Leonel
Fernández camine mansamente al matadero pero tampoco pueden sus
seguidores conducirlo al suicidio político que significaría provocar una
fractura definitiva en el Partido de la Liberación Dominicana.
Siempre
se ha dicho que “el suicidio es libre” -a partir de la lógica de Vargas
Vila-, pero la experiencia dominicana enseña que las muertes políticas
por fracturas partidarias no tienen dolientes, que a esos muertos los
sepultan solos y que al otro día nadie los recuerda.
El suicidio
político, en cambio, produce bajas partidarias colaterales cuyos efectos
deben ser calculados con extremo cuidado cuando está en juego el poder y
los intereses que lo sustentan pasan a depender de elementos fuera de
control... el riesgo que corre ahora el PLD.
El reacomodo de las
fuerzas internas peledeistas es consecuencia de su propio instinto de
supervivencia, y la pérdida transitoria que ha sufrido el leonelismo es
también consecuencia de ese factor determinante en los partidos
masificados que se aferran al poder como medio de escala social y
económica.
Siempre resultará riesgoso caminar en el filo de la
navaja, pero las diferencias internas de los grupos en el poder se
solucionan cuando se pone en peligro la supervivencia colectiva. Así ha
sido siempre... Hasta en el PRD, que es mucho decir.
... La división los devoraLa
historia es la misma pero en sentido inverso cuando los partidos
políticos salen del poder. Regularmente los devora la división si no
existe un centralismo absoluto del liderazgo, que fue lo que salvó al
Partido Reformista de Balaguer antes de asumir los apellidos Social
Cristiano tras su derrota de 1978.
El PRD, en cambio, se ha
fraccionado todas las veces que ha salido del poder, incluyendo el 1963
con el derrocamiento de Bosch. En esa ocasión Thelma Frías y Ángel
Miolán se alejaron del PRD sólo cuando cayó el gobierno a pesar de que
sus diferencias con Bosch existieron siempre.
Antonio Guzmán,
Jacobo Majluta y Jorge Blanco pasaron cuatro años matándose entre sí
pero no se dividieron hasta ocho años después cuando el PRD perdió las
elecciones de Balaguer y la confrontación interna adquirió
características irreconciliables entre Peña y Majluta que llegaron a
formar partidos paralelos, el PRI y el BIS.
Ni siquiera con el
desatino de Hipólito Mejía al expulsar a Hatuey De Camps en 2002 para
colar la repostulación se dividió el PRD a pesar de que Hatuey era su
presidente. La división llegó con la derrota y su salida del poder.
Lo que pasaría ahora...
Una fractura mortal sería el destino del PLD si pierde las elecciones del 15 de mayo. Pero que nadie espere antes una división mientras ese partido esté en el poder. Por eso Leonel tiene que pisar con pie de plomo en esta coyuntura.
Una fractura mortal sería el destino del PLD si pierde las elecciones del 15 de mayo. Pero que nadie espere antes una división mientras ese partido esté en el poder. Por eso Leonel tiene que pisar con pie de plomo en esta coyuntura.
Porque los elementos que determinen esa
eventual derrota serían sacrificados sin piedad por el PLD... Y si
Leonel Fernández es pieza protagónica dentro de esos factores, Leonel
Fernández terminará siendo el victimario y Danilo Medina la víctima.
Eso
implicaría un cambio radical del liderazgo en el PLD... Aún cuando a
Leonel le podría quedar una brecha salvadora dependiendo de los alcances
de la reforma constitucional...
... Porque si esos cambios
especifican que Danilo queda fuera de la carrera del veinte aunque
pierda en el dieciséis, otro gallo cantaría en la traba morada.
El tema luce interesante para un próximo comentario.
Por César Medina ;-
lobarnechea1@hotmail.com
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