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martes, marzo 10, 2015

La política que viene

Goebbels en el Caribe
El ambiente político está enrarecido por la abominable indecencia de gente capaz de utilizar todas las armas de la maledicencia y todos los voceros imposibles -incluidos los de la más mínima credibilidad-, para encontrar en las cloacas de la náusea el triunfo que no han podido alcanzar en las urnas. Ellos lo saben, pero no les importa, al fin, Goebbels vive. Pero resulta que los insultos no se investigan, y mucho menos se investigan las “pelas de lengua”. Lo que sí se investigan son las denuncias soportadas en pruebas, evidencias, testimonios, una foto, una conversación. Dicen los abogados viejos que “todo lo que no está en el expediente no existe”. Pero este caso es peor, pues no puede haber siquiera intento de expediente porque nada se ha presentado para elaborarlo, salvo insultos muchos y reiterados, y algo esquizofrénicos. Pero Goebbels, cual Corporán germano en el Caribe... sigue y sigue.
La (IN) justicia mediática 
Más que los insultos de un exconvicto hacia su ajusticiador, lo que más enrarece el ambiente político es el tratamiento periodístico que esos insultos han recibido de cierta prensa y de ciertos sectores de la sociedad civil, enemigos jurados de la víctima de estos (los insultos). Hablo de medios que han actuado como caja de resonancia indispensable para imponer “la espiral del silencio” a los ciudadanos, a partir de una (IN) justicia mediática que suplanta la labor de los jueces y sustituye los tribunales de la República para condenar mediáticamente a la víctima elegida. ¡Y no se puede hablar de un Estado de Derecho allí donde se condena mediáticamente a los adversarios políticos! Pero el asunto puede ser y es peor: Como bien plantea la profesora Noelle Neumann al referirse a uno de los dos aspectos esenciales de la “espiral del silencio”: “Una vez que se declara tabú a un valor, nadie puede expresar su desacuerdo con el mismo sin arriesgarse a quedar excluido de la comunidad de gentes “íntegras” y “bien pensantes’.” ¡Joder! Quién hubiera imaginado que a partir de los efectos de esa “espiral del silencio” y esa (IN) justicia mediática, el no compartir los insultos del Don contra su ajusticiador, podría convertirlo a uno en un paria mediático. (Todo este drama político/mediático supera con creces lo ocurrido en las elecciones de 2012, donde unos señores, con sus brillantes servicios, casi convencen a los dominicanos de que votar a Danilo Medina era rozar la indecencia y la traición a la Patria, mientras que apoyar al ing. Hipólito Mejía era, por lo menos, salvarla).
Una advertencia 
Si la víctima de estas “pelas de lengua” tuviera la intención de voto que tiene el ministro Javier García o el sociólogo Amaury Justo Duarte, (por decir), el don Paulino hubiera apuntado para otro lado, y sus circunstanciales amigos mediáticos ahora estarían protestando por “el sexo de los ángeles frígidos”, “las caderas de las vírgenes dadivosas”, o por cualquiera de los tantos problemas sempiternos y dolorosamente ciertos que padece la sociedad dominicana. Pero no.
Esta nueva forma de confrontación política traerá más de un problema grave a nuestra destartalada, gris y un poco puta democracia. Y es que “donde las dan, las toman”, y algunos de los seguidores de la víctima de estas vulgares maquinaciones no son Gandhi ni San Martín de Porres. El “ojo por ojo” nos convertirá en una sociedad de ciegos. Por eso, a menos que Danilo Medina, Leonel Fernández, Hipólito Mejía, Luis Abinader y Miguel Vargas lleguen a un acuerdo de mínimo respeto, la descrita aquí será la política que nos regirá, la que viene, está llegando. De esos cinco señores y sus partidos, mas “las familias” y La Embajada, depende que esta nueva forma de lucha política termine con Quirino o se quede para siempre entre nosotros. Están advertidos. 
Por Pablo Mckinney  ;-

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