LA IMAGEN.- Los peledeístas están
descubriendo ahora lo bueno de ser como los perredeístas, de actuar a su
imagen y semejanza, y en los últimos días se muestran desesperados,
locos por entrar a la gallera. Puede decirse de los leonelistas, y
también de los danilistas. Lo mejor del caso es que ese encono nuevo lo
provoca Quirino Paulino Castillo, cuyo retorno nadie explica, dando
lugar a todas las invenciones posibles. El narcotraficante no habla, y
no hace falta que lo haga, pues con su presencia llenó un cometido
político. Si no abre la boca, no escandaliza. Si no se mueve, todo sigue
igual que antes. Con él y sin él da lo mismo. El problema ahora es
otro.
Lo que sí prestó o no, de si dio o no, lo de si tuvo o no
relaciones con el expresidente, no importa. Lo que interesa saber es qué
sector lo trajo, y en ese sentido se convierte en árbitro de la
discordia. Los peledeístas, de un lado y del otro, lo toman de mampara
para sacar sus cuchillos y profundizar las heridas. Aun cuando no sea
fácil determinar lo verdadero, pues uno es malo por lo que hizo, y el
otro, también malo por lo que dice...
LA SERIE.- Llama la
atención que Quirino Paulino Castillo viniera la misma semana que Neflix
puso en antena la tercera temporada de House of Cards, pues funcionó
como un deu ex machina tan perfecto, que ni Frank Underwood hubiera
manejado mejor la escena. No hay dudas de que la revelación de Paulino
Castillo puso en aprietos a Leonel Fernández, y más porque deja su
defensa en manos de otros, y no la hace él mismo. Bill Clinton acaba de
dar la cara y aclarar la donación de dineros a su Fundación de parte de
gobiernos extranjeros, hecho que era visto en los medios políticos
norteamericanos como conflicto de intereses, ante la inminente
candidatura de su esposa Hillary. Explicó, y si convenció o no, esas
serían otras quinientas. Lo importante fue que le salió alante a la
especie y evitó, tal vez, que se convirtiera en agravio, o que fuera uno
de esos que no se lavan con cualquier detergente. Lo que se dice ahora
es que Paulino Castillo es una fiera amaestrada, y que ruge o muerde
según la orden del instructor, que no está en el zoológico ni en el
circo, sino en el Palacio Nacional...
INTRIGA.- La
situación intriga, pues se tenía a Quirino Paulino Castillo como uno de
esos rifles de caza en cuya recámara solo cabe una bala, de gran
potencia, pero solo una bala, y ahora resulta que con aplicaciones
inéditas, el disparo mata y al mismo tiempo hiere. Mata la bala e hiere
el ruido. No hay que decir de Leonel Fernández, un demonio para todos,
pero sí de Danilo Medina, con una reelección que solo tenía problemas
legales. El Paulino Castillo que vino por Fernández, ahora crea
--aparentemente-- dificultades a Medina. Los leonelistas querían la
repostulación de su jefe político, pero no eran rabiosamente contrarios a
que Medina tomara otro período. Sin embargo, ahora no. Les cambió el
ánimo, y se dan por agraviados, y su suerte ahora es satanizar la
reelección. Pero lo hacen de manera torpe. Pues denuncian, acusan y
condenan la reelección, pero excluyen a Medina de todas las alevosías
que ñdicenñ se cometen contra Fernández. En particular la de Paulino
Castillo, que se da como un hecho, como una verdad y como la peor de las
perversidades...
SI FUERAN....- Si el problema del
gobierno, de Danilo Medina y de la reelección fueran tres o cuatro
seguidores fanatizados de Leonel Fernández, nunca, entonces, una
gestión, un presidente y una oportunidad tuvieron mejor posicionados.
Nadie desde fuera, aliado o no, cuenta con ascendiente para influir o
alterar decisiones que deberán tomarse en el PLD. Las disonancias de
estos días llaman la atención, porque la conducta de los peledeístas no
era la misma de los perredeístas. En el partido oficial se daban
rebeldías, pero eran casi programadas, de una en una, de manera que no
fueran más que reajustes dialécticos, como los consabidos movimientos de
la tierra. Esos vientos no tumbarán coco, y si los peledeístas, por sí
mismos, no han podido tirar por el abismo ese partido, difícilmente
podrán hacerlo los amigos de ocasión, sea mucho o poco el tiempo o el
cariño acumulado. Incluso, la discordia que se origina por Quirino
Paulino Castillo, y si como se dice este es una bestia amaestrada del
gobierno, se soluciona con pocas palabras o un gesto. Solo bastaría con
llamarlo al orden: “Tranquilo, Bobby, Quieto”...
No hay comentarios:
Publicar un comentario