Hasta que el Partido de la Liberación
Dominicana carezca de candidato presidencial el tema de la reelección de
Danilo Medina estará vigente, acechando, oscilando como un péndulo
sobre la cabeza de los aspirantes de ese partido, pero gastar recursos y
tiempo de ministros y funcionarios azuzando gente hacia el Congreso es
pérdida de tiempo y despilfarro. Danilo Medina es un excelente
Presidente. Ignoro por qué sorprende. Como país cometimos el error de
elegir a Hipólito en el 2000. Lo dije antes, durante y reafirmo que es
un dirigente preparado para el cargo. Soy reeleccionista de lo bueno, no
ciego ante el obstáculo de la prohibición constitucional.
La
Constitución es un muro que nos impide la continuidad. Por eso Danilo no
reitera que buscará la postulación nuevamente. Ya dijo que no. Eso
basta. Imponer una reforma generaría traumatismos diversos que están a
la vista.
Tanto en el PLD como en el gobierno y el pueblo hay
sectores a favor y en contra de la reelección, pero la percepción sobre
Danilo Medina se perturba con el hálito continuista de funcionarios que
quieren cuatro años más en el poder. Hay que dejarle ser de los mejores
presidentes históricos.
Los políticos y funcionarios
gubernamentales deben dejar que la nueva Constitución madure y se
convierta en una roca y no pedazo de papel. El ejercicio del poder
pondrá en evidencia, con el tiempo, cuál es la mejor fórmula para
gobernarnos y abandonar la manipulación del texto cada vez que se
encarame una nueva troupe.
La continuidad gubernamental es una
fórmula que le haría más daño que bien al PLD. Con un partido sometido a
contradicciones manejables se podría enfrentar una oposición que hasta
ahora es lacia. La reelección encrespa la oposición porque destruye las
ilusiones de ganar con cualquier candidato. Un buen gobierno que
disponga de recursos económicos, con parcial sustento político y
capacidad de manipular borra muchos antagonismos entre los adversarios.
Eso lo saben todos los políticos. Pero el interés nubla la visión.
La
división del Partido Revolucionario Dominicano ha sido el mayor favor
al continuismo porque su ausencia opositora borra los lunares que dejan
los errores del ejercicio gubernamental. Si el PRD estuviera
fortalecido, otro sería el panorama. Sin embargo, cuando la necesidad se
presenta, la posibilidad surge, sentencia la dialéctica.
El PLD tiene la fortaleza para mantenerse. La división habla sola.
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