El presidente uruguayo, José Mujica, sale del poder por la puerta
grande sin haber patrocinado, tolerado o abierto paso a la corrupción
oficial o gubernamental durante su gestión.
Un reportaje de prensa
internacional plasma con el siguiente párrafo declaraciones del
académico de la Universidad de Montevideo, Ramiro Podetti: “Uruguay se
ha destacado por la estabilidad y la racionalidad de su política, cuando
la inestabilidad de América Latina es lo que más preocupa al mundo.
Mujica le ha añadido su toque personal a toda una doctrina histórica, y
en ese sentido ha hecho un gran aporte”.
Más de medio mundo sabe
que José Mujica viene de las guerrillas uruguayas del Movimiento de
Liberación Tupamaro, y que mantuvo en alto y con dignidad esa
procedencia revolucionaria.
Siendo Presidente, José Mujica
pronunció verdades amargas para gobiernos como el de México, acerca de
la situación imperante en el país azteca.
José Mujica es blanco de
críticas porque no se ha sumado al estridente coro internacional que se
entromete hasta el tuétano de las interioridades de Venezuela como
Estado soberano.
Esa verticalidad que mantuvo al presidente Mujica
indoblegable ante los caprichos injerencistas de diversas latitudes
constituye la explicación de que reportes de prensa digan lo que sigue:
“A pesar de su estilo campechano y sus declaraciones polémicas, el
exguerrillero tupamaro se ha mantenido dentro de una tradición de la
diplomacia uruguaya que combina neutralidad, afirmación de los intereses
nacionales frente a las grandes potencias y defensa de la integración
americana”.
La honestidad que brilla como un sol en la gestión
gubernamental de José Mujica debería ser espejo y motivo de reflexión
colectiva en países como el nuestro, donde los partidos tradicionales
funcionan como asociaciones, no de bienhechores precisamente.
Por
ejemplo, imagínese lector el rotundo rechazo que tendría una invitación
a la OTAN morada para que asista a un taller o seminario internacional
organizado por José Mujica, bajo el título “Cómo gobernar sin acumular
fortunas millonarias”.
Funcionarios convertidos en
multimillonarios en cuatro años no los hubo en la gestión de José
Mujica. Sin embargo, aquí se propagan como la verdolaga en la gestión
del PLD.
Mujica gobernó sin darle luz verde a la corrupción pública. Ojalá muchos... Eso lo consagra en la historia.
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