LAS SALIDAS.- Hipólito Mejía va tener
que hablar con su coach de picheo, pues según juzga su propia gente las
últimas tres salidas no fueron de calidad: Informe con Alicia Ortega,
alocución por cadena nacional de televisión y radio y comparecencia en
Uno más Uno. Una que otra se atrevió a decírselo, pero la mayoría calló,
aun cuando fuera del mismo parecer. Igual piensan los observadores
políticos y la opinión pública en general. Esto es, hay consenso a la
vera del camino. Todos coinciden en que Mejía es el mismo, que no
cambia.
Ni en lo principal ni lo accesorio. Como si el país y el
electorado fueran los mismos del 2000, cuando ganó las elecciones, o del
2004 y 2012, en que perdió. Por ejemplo, el discurso del pasado día 8
fue una tomadura de pelo. Un chusco reaccionó de lo más risueño: “El que
no lo conozca, que lo compre”. Al autor de la pieza se le olvidó que
Mejía fue presidente en el período 2000-2004, y que no debería prometer
que hará esto o lo otro, pues tuvo su oportunidad y pasó con mucha pena y
nada de gloria. A lo sumo debió decir que continuaría tales o cuales
políticas, si el saldo fuera positivo...
UNA PENA.- La
alocución fue tan mala y delirante que nadie la comentó, incluyendo sus
voceros oficiosos, y ni siquiera sus oponentes reaccionaron, como es
costumbre. La ignoraron, o por maldad o por consideración. Y fue lo
mejor, pues nunca podrá pintarse un Modigliani con acrílica. El problema
no solo fue de contenido, sino de puesta en escena. Los productores
faltaron al encargo, y la edición fue perversa. A puro machetazos. La
excusa de que el orador resultaba imposible, tampoco fue razón, ya que
con técnica y tecnología pueden hacerse maravillas. Además, no vale el
miedo cuando se impone la verdad. De disciplina, sobre todo. Por
ejemplo, los dos Hipólito Mejía. El de palabras bonitas cuando las lee
escritas, y el repentista que no renuncia a su temperamento en las
entrevistas de televisión. No es posible que a esta altura del juego,
con cuatro o cinco experiencias de campaña, remita a los periodistas a
tal o cual documento, con el consabido “mátate tú mismo”, cuando no
pueda responder adecuadamente una pregunta. Lo hizo en Uno más Uno...
CONTRASTES.- Vale recordar que en la campaña del 2000 se hizo sátira con su llamado frecuente a Rafael
Calderón,
que entonces era su colaborador más competente y tenía frescas en su
mente las estadísticas que sustentaban la plataforma del próximo
gobierno. Se puede ser intelectualmente holgazán, pero no tanto para no
repetir lo ya dicho en un discurso a la nación. ¿Cómo podrán sus
asesores vender esa imagen de hombre reflexivo o convencer de que sean
suyas las ideas que acompañan su foto en las redes, pero que se suponen
figurarán en sus afiches y vallas? Tarea difícil, sin dudas. La
impresión es de hombre ido, solo que cuando regresa es todo lo
contrario: un hombre volado. No es tanto Míster Hyde y Doctor Jekyll,
pero se producen cambios de personalidad, y con tanta frecuencia, que
dan para pensar en una segunda naturaleza. Mejía no es el mismo en un
estudio de televisión que en una enramada, y hay que someterse a esa
realidad. Su público es de enramada. No se puede sacar al pez del agua,
pues se asfixia solo...
LAS JUGADAS.- Hipólito Mejía tiene
que hablar con su coach de picheo, pues ya pasó la serie regular, no se
llega a la final, pero el round robin luce muy competido. No es que Luis
Abinader todo lo haga bien, pero las jugadas le están saliendo. No da
jonrón, pero se embasa con texanos. Hasta ahora es golpe y golpe, o como
se dice en el argot hit y hit, y no hay forma de hacer dobleplay.
Primero las encuestas, segundo la proclamación por el Partido Humanista
Dominicano, tercero el sonsacamiento de compadres y ahijados, y cuarto
la presentación de sus equipos de trabajo. ¿Qué es lo que espera, jugar
un octavo juego en el Tetelo Vargas después que Los Gigantes
consiguieron la corona ganando el séptimo en el Julián Javier? La
revisión de estrategia se impone, no está llenando el cometido. Que
averigue con su propia gente, que le dé confianza, pues se queja por lo
bajo, y cuando se desahoga solo dice: “Así no fue que hablamos”. Mejía
tiene que olvidarse de que “esos muchachos yo los vi nacer y son como
mis hijos”, pues aunque no se lo digan en la cara, lo quieren fuera de
competencia...
Por Orlando Gil ;-
orlandogil@claro.net.do
Por Orlando Gil ;-
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