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Un momento del juicio contra Isabel Pantoja (primera a la izquierda), Julián Muñoz y Maite Zaldívar en enero de 2013 en Málaga. |
El auto de la Audiencia de Málaga, que rechaza suspender la pena de
Isabel Pantoja, lanza un aviso: se acabó la impunidad de quienes
parecían tenerla
Isabel Pantoja utiliza el último recurso para evitar la cárcel
Hay una idea en el auto del tribunal de la Audiencia de Málaga que ha denegado suspender los dos años de cárcel de Isabel Pantoja
que invita a pensar que la presión ciudadana y su indignación por los
casos de corrupción pueden empezar a cambiar ciertas actitudes laxas. Y
que el sistema judicial parece no vivir ajeno a lo que pasa en la calle.
Apunta la Sección Segunda que blanquear dinero obtenido ilegalmente por
Julián Muñoz
por su posición en el Ayuntamiento de Marbella es un hecho “muy grave”,
que su resolución debe “servir de freno” para actuaciones similares
futuras y que otorgar la libertad condicional a la cantante podría
identificarse con la “cuasi impunidad material” que parecen tener (y
cita) banqueros, políticos y personas poderosas o de relevancia pública.
En la sociedad española han cambiado mucho las cosas desde que el
tribunal malagueño que preside Federico Morales dictó sentencia por este
caso en abril de 2013, cuando los dos años de cárcel impuestos a la
artista por blanqueo invitaban a pensar en una suspensión casi
automática, y el momento actual. Hace dos años y medio ya se
investigaban casos como Gürtel
y los ERE. Y por supuesto estaban los escándalos de Marbella, pionera
en corruptelas. Pero desde entonces se ha acrecentado a paso de gigante
el hartazgo social por los recortes de la crisis aderezados con los
desmanes continuados de parte de la clase política y financiera. No es
lo mismo ver camino de la cárcel a Julián Muñoz, envuelto desde su
romance con Pantoja en un populista halo rosa, que al extesorero del PP Luis Bárcenas.
¿La decisión sobre la tonadillera hubiera sido la misma hace un año?
“Los jueces no debemos ser ajenos a lo que siente la ciudadanía y sí que
hay mayor sensibilidad hacia los casos de corrupción”, sostiene el
presidente de la Audiencia de Málaga, Antonio Alcalá. Y añade, tras
recordar que Pantoja no ha mostrado en ningún momento arrepentimiento
por el delito cometido: “Un personaje público, además, tiene que ser
ejemplar”.
Octubre ha sido un mes terrorífico para la confianza en el sistema
con las tarjetas opacas de Caja Madrid y su oleada de expulsiones y
dimisiones; la operación Púnica desplegada en cuatro comunidades
autónomas; un exministro del PP declarando en la Audiencia Nacional; y
las investigaciones alrededor de la familia de Jordi Pujol.
En medio de este clima se ha resuelto la petición de Pantoja de
quedar en libertad condicional y el tribunal, al que la ley faculta para
decidir, ha dicho que no, que debe satisfacer su condena en un centro
penitenciario. Porque lo de suspender una pena no es una obligación,
aunque el afectado cumpla los requisitos de carecer de antecedentes
penales y no superar los dos años de reclusión. Y esto atañe tanto a la
artista como a los otros dos condenados que solicitaron el mismo
beneficio y que tienen incluso un castigo inferior (un año y medio de
prisión).
Fuentes de la Fiscalía de Málaga remiten al Código Civil para
recordar que el criterio interpretativo de las normas debe ser coherente
con “la realidad social del tiempo en que se aplican”. Y siguiendo esa
línea argumental, entienden que “es indudable” que en la resolución de
la Audiencia ha podido influir el brote de casos de corrupción. El
ministerio público, en cualquier caso, ha sido fiel a su tesis inicial
al pedir ahora el ingreso en prisión de Pantoja, ya que desde su
calificación inicial de los hechos solicitaba para ella más de tres años
de cárcel.
Con la decisión final a punto de producirse (el recurso de súplica
presentado por Pantoja lo resuelve la misma sala y parece poco probable
un cambio de criterio), y si la artista entra finalmente en prisión,
todos los personajes más mediáticos vinculados a la corrupción de
Marbella estarán entre rejas.
El pasado 27 de octubre ingresó en la cárcel de Alhaurín de la Torre
Maite Zaldívar, exesposa de Muñoz y tercer vértice del triángulo de un
caso que apasiona a los medios del corazón y cuyo envoltorio rosa ha
hecho olvidar, en demasiadas ocasiones, la gravedad de un asunto de
blanqueo de dinero obtenido de forma ilegal por la gestión de un
Ayuntamiento. Unos días antes que Zaldívar, penada con dos años y medio,
ingresó su hermano Jesús también por este caso.
Las grandes operaciones contra la corrupción ahora extendidas
empezaron en 2006 en Marbella con el caso Malaya. Con 54 condenados
pendientes de que el Tribunal Supremo dicte sentencia firme, este
proceso descubrió al país la existencia de Juan Antonio Roca, el hombre
que todo lo manejaba en el municipio de la Costa del Sol y que no ha
pisado la calle en más de ocho años. Julián Muñoz pasará a la historia
como el alcalde con más causas judiciales abiertas. La acción de la
Justicia en Marbella se ha llevado por delante hasta a José María del
Nido, otrora poderoso presidente del Sevilla. Hasta él pidió perdón
públicamente por su delito antes de ingresar en prisión.
El ocaso de la 'primera dama'
La carrera artística de Isabel Pantoja andaba de capa caída cuando
comenzó a pasearse de la mano de Julián Muñoz por Marbella en la
primavera de 2003. El alcalde acababa de ganar las elecciones
municipales y estaba invadido por un ánimo reformista alentado por el
amor de la artista. A su mentor, el fallecido Jesús Gil, foco de
atención por sus excentricidades mientras en su entorno manejaban sin
llamar la atención, no le gustó nada el idilio ni la polvareda mediática
que despertaba el romance y el despecho de Maite Zaldívar. Promovió una
moción de censura que hizo que Pantoja solo fuera primera dama de
Marbella apenas dos meses. Marisol Yagüe se hizo con la alcaldía y la
pareja se retiró a otros menesteres. La paz duró hasta mediados de 2006,
cuando Muñoz fue detenido en el marco de la operación Malaya y entró en
la cárcel. El arresto de la cantante tuvo lugar en mayo de 2007 y pasó
una noche en los calabozos para después declarar ante el juez y quedar
en libertad bajo fianza. Ella siempre se ha presentado como una víctima
de las circunstancias. Su caso se desgajó de la mayor trama de
corrupción municipal juzgada en España y siete años y medio después, el
telón parece a punto de caer tras los barrotes.
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