VICEVERSA.- Ese permanente viceversa es
lo que tiene a los partidos con problemas, y lo peor, sin solución a la
vista. Ninguno de los grupos políticos está libre del pecado de la
confrontación interna y de la posible división. Aunque no hay dudas de
que al final de la jornada, el que sea capaz de un mínimo de
reglamentación, se impondrá sobre los demás. Mucho a mucho, o poco a
poco, pero también mucho a poco, como la situación que se vive
actualmente, aunque los signos sean diferentes. Por ejemplo, se pensaba
que el PRD de Miguel Vargas era la dictadura perfecta.
Y sin embargo,
no. El diputado Ruddy González anda de necio con una propuesta y parece
que Vargas no sabe cómo pararle el coche. Anda de la mano con un colega y
excompañero proponiendo una alianza abajo, entre los aspirantes a
puestos electivos del partido blanco, que es el suyo, y del partido del
dedito, al que pertenece su contertulio. Digo que es una necedad, pues
aun cuando cuenta con el apoyo de los interesados, la idea fue rechazada
por Vargas y también por Hipólito Mejía...
EL PROBLEMA.-
La propuesta es inexplicable, como todo lo que se gesta en cabeza de
perredeístas. ¿Cómo pueden los diputados del PRD y del PRM, que se
sientan separados en el hemiciclo y opinan distinto en todo lo que se
suscita en la cámara, juntarse a contrapelo de la división ya
formalizada? Eso no lo entiende nadie que no sean los firmantes del
documento. A menos que el rencor sea simulado, y como obra de teatro, el
cambio de papeles afecte el ánimo en los personajes. Que no sea lo
mismo diputado que candidato. Pues de eso se trata. Vienen a darse
cuenta casi al final del camino lo que era previsible desde el inicio:
Con el voto separado de los perredeístas no llegarán aparte. No había
razón ni necesidad de que los legisladores del partido blanco se
involucraran de manera tan militante en las luchas entre Hipólito Mejía y
Miguel Vargas, pues cada proceso tiene su ámbito y lo correcto es no
salirse del contexto. Ellos pudieron quedarse al margen, y decidir sus
propias cabezas en lo que se resolvía el impasse. En Estados Unidos, por
ejemplo, hay un líder de mayoría y un líder de minoría...
¿POR QUÉ?.-
Ahora bien, este intento, al parecer fallido, tiene sus implicaciones.
¿Por qué querría un aspirante a diputado seguidor de Hipólito Mejía o de
Luis Abinader, o miembro del PRM, figurar en la boleta del PRD? De
entrada hay que decir que no es lo mismo votar por la casilla uno que
por la veinte y cuatro, que es el número que corresponde a la Alianza
Social Dominicana y que sería la del PRM. En esa sábana que será
entregada al sufragante, el veinte y cuatro y el fin del mundo es lo
mismo. Pero algo más. El jacho prendido de la casilla uno del PRD y el
dedito de la veinte y cuatro del PRM, no producirán igual emoción. Ese
será un momento crucial, de clara definición, y no hay que dudar de que
en la caseta, solo con su conciencia, muchos perremeístas lo pensarán
dos veces, y que incluso habrá que no podrán marcar una casilla que
todavía les resultará ajena. El fervor y la adhesión pueden ser
circunstanciales, pero la militancia ñen algunas personasñ es como el
registro civil. De un solo carnet, con todo y huellas digitales...
QUÉ HACER.-
Ese no poder quemar las naves es lo que explica que el nuevo grupo
político no haya podido volar con alas propias, pues cuando no es la
costumbre, la tradición, o el sentimiento, es el interés. Los
perredeístas son decididos, pero no aventureros. La boleta del PRD, la
casilla número uno, podría ser el arma secreta de Miguel Vargas en la
batalla final de las elecciones, cuando no estará en juego su liderazgo,
sino la real sobrevivencia del partido. No le conviene, pues, apañar
una fórmula necia, inoportuna, y sobre todo riesgosa. Los aspirantes del
PRD o del PRM que se pongan a soñar con la totalidad de los votos
perredeístas, creyendo en la posibilidad o viabilidad de la propuesta,
podrían tener un mal despertar. Perderían tiempo y cuando vinieran a ver
sería tarde para ablandar habichuelas. Lo correcto es que cada cual,
diputado de uno u otro bando, se dedique a su campaña, y trate de
acercar la mayor cantidad de sardinas a su fuego. Pues si ahora
descubren lo difícil de caminar con esos lodos, deben recordar que
fueron ocasionados por sus propias lluvias...
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