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jueves, mayo 29, 2014

Del PLD, año 2044

Por Manuel Fermín.
Leonel Fernández, a quien le sobran los recursos dialécticos, estimula a los militantes de su partido con el espíritu de imbatibilidad para gobernar hasta 2044, y lo hace no como pronóstico, sino como diagnóstico. Habló claro y alto.
No es gula de poder. No es asunto de partido único, de dictadura constitucional, el juego es claramente otro: elevar la presión internacional contra el peledeísmo en todas las fuentes posibles, para forzar su salida del poder. Hasta se atrevieron a manipular y desinformar a grupos de presión en Washington, pidiendo lo inverosímil: perseguir sanciones para el país y el Gobierno. Y la verdad que el liderazgo político opositor luce incapaz para destruir el aparato de poder que significa el peledeísmo.
Pero además, ¿quién es que debe decidir el sendero a seguir?: el pueblo dominicano, que sí ha comprendido y, como suele suceder cuando los pueblos valoran la obra de sus gobiernos, ha depositado su confianza en el modelo de dirección del PLD. Este partido ha venido promoviendo gobiernos que se han desarrollado con todas las garantías y con plena libertad, pruebas éstas de que se dirige el país con acierto y que las funciones de Estado se están haciendo en condiciones insuperables.
En países como el nuestro está demostrado que los períodos largos de ejercicio gubernamental los encaminan por el progreso. Se consolidan las políticas públicas, tan distintas a las gestiones de la oposición perredeísta cuya conducta es más retórica que fundamento. Aún las dictaduras donde se pierde toda esperanza de que se establezca el consenso y el sentido común, marcha el progreso. Por eso, en esta materia de acusar al peledeísmo de ejercer el gobierno de “partido único”, conviene evitar la demagogia e ir a los detalles, al fondo de los problemas. Estos deben ser encarados con responsabilidad: educación, salud, economía, agropecuaria, etc., y quienes tienen el deber de ocuparse de ellos no se le toleraría que mirasen para otro lado.
Desde que el PLD gobierna, se ha dedicado a instalar un Estado moderno en todo su aparato dirigido a fortalecer la nación, como lo evidencia  el crecimiento de su riqueza, la Constitución, sus institucionesÖ, claro, seguimos  padeciendo serias carencias.
Es innegable que goza del mayor prestigio la gestión del presidente Medina, que nos revela que el modelo de alternancia peledeísta no está agotado, que hay innovación. Pienso que sí hay una rectificación de imagen, pero no una tarea de reconstrucción, como han pretendido hacer creer desde la caverna mediática que adversa al partido oficial. Nada ha marcado tanto la historia agropecuaria al observar al Presidente en sus visitas continuas al campo, que constituyen el rasgo definitivo del nuevo modelo de gobierno con medidas pertinentes que tienen el necesario consenso mayoritario.
Pero bien, lo que no ha sido difícil de admitir es que las conclusiones de todo el proceso de sustitución del perredeísmo es que en los cinco últimos procesos electorales efectuados, han podido plantearse como verdaderas mociones de censura a la falta de conciencia de Estado, a la disfuncionalidad democráticamente hablando pues las riñas partidarias y personalistas que abruman a esa organización, paralizan el Estado haciendo las gestiones desconstructivas. ¿Sería sensato darnos un cambio de “modelo decente y atinado” por gente que faena torpedeando el desarrollo real de la nación? No hay que devanarse los sesos para comprender que el debate electoral ha servido para diferenciarse a las dos grandes mayorías partidarias.
Todas las alusiones a la pretensa “eternidad” del peledeísmo en el poder por parte de los opositores, es un reconocimiento de su debilidad para el combate electoral. Entonces, el objetivo de querer rendir al peledeísmo antes del 2044, no es redistribuyendo el poder sin ganárselo, sino despojándose de la desconfianza que tiene el pueblo de ese conglomerado de intereses particulares y de medianías conformistas.

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