El profesor Juan Bosch sacrificó el poder por
sus principios Eso no resiste discusión, lo documenta la historia
dentro de la lógica de los partidos doctrinarios que como el PLD en su
origen, renuncian a las mieles del poder por la liberación nacional.
Bosch
tuvo la oportunidad de disfrutar a plenitud del poder siendo aún un
hombre muy joven, con apenas 54 años y un envidiable futuro político y
económico al que renunció por dignidad y por respeto a la libertad, a la
vida, a la democracia que tanto defendió.
A partir de entonces no
sólo renunció a la posibilidad de regresar al poder en condiciones
negadoras de sus principios, sino que denunció el sistema con vehemencia
y no se prestó jamás al juego electoral que quiso imponerle su partido
de entonces, el Revolucionario Dominicano que había fundado en el exilio
de La Habana en 1939.
El precio que pagó Bosch por la
incomprensión de entonces fue muy alto, no sólo le significó el partido,
sino también la simpatía de las mayorías electorales que le votaron en
el 62 y en el 66 y que hasta llegaron a tomar las armas para que
retornara al poder.
Un caso muy especial
El profesor Bosch fue un líder singular, como ningún otro de su época, honesto a rabiar, no sólo porque jamás le interesaron los bienes materiales sino porque no transigía con sus principios políticos.
El profesor Bosch fue un líder singular, como ningún otro de su época, honesto a rabiar, no sólo porque jamás le interesaron los bienes materiales sino porque no transigía con sus principios políticos.
En su tiempo la
alternativa era congeniar con los métodos antidemocráticos y sin respeto
por la vida. Lo derrocaron en 1963 porque se negó a perseguir a más de
cien izquierdistas cuyas cabezas exigía la CIA dentro de la infame lucha
ideológica que separó a la humanidad en dos grandes bloques.
Bosch
prácticamente resignó el poder ante la disyuntiva de violar sus
principios, permitir el enriquecimiento ilícito de funcionarios y
amigos, perseguir a sus contrarios ideológicos y limitar las libertades
públicas después de 31 años de tiranía.
Luego de su derrocamiento,
de la revuelta armada del 65 y de las elecciones del 66 que perdió de
Balaguer, Bosch le impuso al PRD una abstención electoral que lo
distanció cada vez más del poder pero que le generó serios
cuestionamientos internos.
El resultado de esa política fue su
salida del PRD para fundar otro partido, el PLD, basado en los
principios de la liberación nacional y por el adecentamiento de la vida
pública...
¡...Pero todo cambió!
Mientras el profesor Juan Bosch y sus más fieles seguidores creaban un partido de principios ideológicos, el mundo se transformaba superando las grandes diferencias que separaban a la humanidad, se desplomaban los regímenes de fuerza y la represión desaparecía de los esquemas oficiales.
Mientras el profesor Juan Bosch y sus más fieles seguidores creaban un partido de principios ideológicos, el mundo se transformaba superando las grandes diferencias que separaban a la humanidad, se desplomaban los regímenes de fuerza y la represión desaparecía de los esquemas oficiales.
Hasta
Balaguer cambió... pero también Juan Bosch y Peña Gómez y sus
respectivos partidos, que rompieron el bipartidismo tradicional cuando
en 1990 el PLD se convirtió en la tercera pata de un trípode electoral
que conserva vigencia.
Entonces el peledeísmo devino en una fuerza
electoral capaz de disputarse el poder con el PRD y con el PRSC, pero
sólo una estrategia inteligente podía catapultar su liderazgo de relevo
mediante la sumaria de dos contra uno. Y eso ocurrió hace 18 años, en
1996. Al PLD le llegó una transformación inesperada que lo sacó de su
claustro de convento...
¡Donde todos gozan del poder... Pero muertos de una vergüenza hipócrita...!
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