Si el averno existe y tiene puertas, una de ellas
está en el número 189 de la Calzada Melchor Ocampo, colonia Anzuares,
Ciudad de México.
Ciudad de México.BBC Mundo;-A ese lugar fue llevada, en 2007, Karina, una
joven costarricense que entonces tenía 24 años. Creía que iba a trabajar
de mesera.
"Cuando llegué me recibieron dos
personas y me dijeron que en un ratico llegaría el dueño o el gerente.
Me pidieron que subiera a cambiarme. Subo y cuando entro veo a una chica
tirada en el piso, desangrándose. No sabía por qué. Y otra que estaba
toda tomada, drogada. Y a muchas chicas desnudas, cambiándose".
Estamos en un edificio en el sur de Ciudad de
México. Por la ventana se escuchan sirenas de patrullas policiales y
otros ruidos normales de la vasta urbe. Karina sólo dispone de una hora,
después será llevada a un lugar secreto.
Su relato continúa.
"Me dice la señora del camerino que me cambiara y
me da una faldita así de chiquitica, unos zapatos así, gigantescos. No
me gustó y me salí. Quiero bajar y los de seguridad me dicen '¿a dónde
vas?'".
"Yo no podía hablar por la impresión que me había dado ver a la chica tirada en el piso, con mucha sangre.
Me agarran de los brazos, me jalan de los
cabellos y me golpean. Insultos. Y me dicen: 'aquí no hay meseras: todas
son putas'. Que tenía que bailar desnuda y acostarme con cuanto cliente
llegara".
La trata en el mundo
Según el informe de 2012 de sobre trata de personas de las Naciones Unidas:
- Mujeres y niñas constituyen 75% de todas las víctimas de tráfico detectadas globalmente.
- El tráfico con fines sexuales representa 58% de todo el tráfico detectado a nivel mundial.
- Entre 2007 y 2010 fueron identificadas al menos 460 rutas de trata.
Su voz se quiebra. Una larga pausa.
"Me dejan en un cuartico chiquitico, obscuro.
Entró el dueño, me dio una bofetada. Uno de los de seguridad me ha
rasgado toda la ropa y el dueño dice que tienen que aprender a educar a
las mujeres. Y me viola".
"Después me agarran de los cabellos. Uno
mantenía mis brazos abiertos, otros mis piernas, me voltean y me violan
por atrás. Me violan cuatro de seguridad, uno a uno. Siete meseros. Y
quedo inconsciente".
"Lo último que recuerdo antes de perder el
conocimiento es que había un tipo en mi rostro que se reía. Todos se
reían. Sentía agua caliente en mi cuerpo. No era agua, era semen".
Es sólo el principio de su relato. Karina rompe a llorar y ya no deja de hacerlo durante más de una hora.
Aún no me ha contado lo que ocurrió con sus hijas.
II
México es uno de los países más afectados por la trata de personas, incluyendo mujeres y niños.
Organizaciones como la Fundación de Asistencia
Social Humanitaria (Asahac) lo consideran como el segundo país del mundo
con más trata. El primero es Tailandia.
Otros, como Luis González Placencia, presidente
de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, creen que el
tráfico de personas ya es la segunda fuente de ingresos del crimen
organizado, después del trasiego de drogas.
"Organizaciones como la Fundación de Asistencia Social Humanitaria consideran a México como el segundo país del mundo con más trata. El primero es Tailandia."
En entrevista con el diario inglés The Guardian,
Teresa Ulloa, directora regional de la Coalición Contra el Tráfico de
Mujeres y Niñas para América Latina y el Caribe, reveló que su
organización cree que, sólo el año pasado, los carteles mexicanos
hicieron US$10.000 millones de la esclavitud y explotación sexual de
mujeres y niñas.
A veces parece un tema omnipresente en este
país: en los diarios se registra el rescate de víctimas, en el sistema
de televisores del metrobús se anuncian los teléfonos a los que hay que
llamar para denunciar. En la radio se debate. Sin embargo, no hay cifras
exactas del fenómeno.
"Se puede tener una idea de la dimensión por los
miles de jóvenes que desaparecen cada año en este país", me dice el
director de una organización no gubernamental que se dedica a reacoplar
en la sociedad a las víctimas de la trata.
Hace unos días el asunto volvió a caldearse
cuando Lydia Cacho, quizá la periodista que más ha trabajado el tema en
el país, denunció que algunos cabilderos quieren reformar la ley de
trata de personas -que sólo entró en vigor el año pasado- para
desactivarla.
III
El conductor del taxi me mira a través del
espejo retrovisor cuando le digo que voy al 189 de la Calzada Melchor
Ocampo, donde funcionaba el table dance Cadillac.
-¿Y qué va a hacer allí a estas horas? (Es temprano en la mañana).
-A tomar unas fotos.
Esta vez su respingo es visible. Reduce la velocidad. Me mira de nuevo por el espejo y me dice que tenga mucho cuidado.
-¿Por qué?
-Porque si te ven, te golpean.
Le recuerdo que el sitio ya está clausurado. De
todas maneras me recomienda precaución y se estaciona a la vuelta, donde
no pueden ver el taxi.
Una mugrienta alfombra verde cubre la acera. Las
puertas metálicas tienen los sellos amarillos de clausura, algunos
desgarrados. En uno de ellos, intacto, dice "Delito: trata de personas".
El Cadillac fue allanado y cerrado a fines de mayo. |
En medio, una puerta está abierta y da a un
pequeño rellano, donde se acumulan botellas de plástico, bolsas,
papeles. Basura. En la avenida, el embotellamiento de tráfico ya es
monumental.
Desde fuera, nadie imaginaría la ordalía de dolor que Karina vivió allí.
De vuelta en el taxi, el chofer me asegura que
algunas de las chicas que trabajaban allí han sido trasladadas a otro
"teibol" en la Avenida Insurgentes.
IV
En Ciudad de México, el mapa físico de la trata y
la prostitución tiene tres peldaños, tres circulos rojos. El inferior
es el barrio La Merced. Le sigue la famosa Calle Sullivan.
El círculo superior lo ocupan los table dance.
V
VI
De día, la Calle James Sullivan luce como
cualquier otra: enormes edificios de empresas como Telmex. Puestos
ambulantes de chucherías, un largo parqueadero y fondas de comida
acompañan el impersonal serpentear de Sullivan hasta que desemboca en la
Avenida Insurgentes, al lado de un enorme Monumento a La Madre. Muy
cerca del edificio del Senado.
De noche es algo muy distinto. Cada jornada
-pero en especial desde los jueves- es posible ver a decenas de mujeres
(se calcula que en ocasiones pueden llegar a ser 200) ofreciéndose al
mejor postor. A veces se forman filas de carros con clientes esperando.
Sullivan es una zona de oficinas. En la calle queda el tribunal superior de Ciudad de México. |
Madaí Morales, de 23 años de edad, conoce bien
esta calle: durante dos años fue obligada a prostituirse allí, día tras
día, sin descanso, por el hombre con quien alguna vez soñó formar una
familia.
A diferencia de Karina, Madaí no llora cuando cuenta su historia, aunque su voz tiembla en algunos episodios.
Su dolor asoma en la minuciosidad con que relata
esa porción de su existencia: recuerda cada detalle con una precisión
asombrosa. Desde cómo estaba vestido "Jorge" (el hombre que la enamoró y
luego la prostituyó), cuando lo conoció en Veracruz, hasta las prendas
que ella portaba el día que decidió escapar.
Es una historia conocida: los "padrotes" (como
se conoce en México a los hombres que controlan a las prostitutas)
tienen un olfato canino para detectar jóvenes vulnerables, enamorarlas
pintándoles un futuro de tonos rosa, arrancarlas de su entorno y luego
obligarlas a venderse en las calles.
Es la historia de Madaí. Jorge -años después
descubriría que no es su verdadero nombre- la convenció de irse a vivir a
Ciudad de México. La llevó a un "cuarto verde" de un hotel de paso en
la calle Arista, número 36.
Dos días después, caminando por las calles
aledañas, le mostró a unas jóvenes que esperaban en la banqueta. "Chicas
que estaban vestidas de una forma muy fea, casi desnudas. Él me las
señala y dice: 'mira, como ellas vas a trabajar'".
Madaí creyó que era una broma. Pero esa noche se
lo repitió: "'¿Te acuerdas lo que te dije hace rato?'. Le dije, 'sí,
pero estás loco, ¿no? Estás jugando'. Me respondió 'no, eso es lo que
vas a hacer'. Me dijo que para eso me había traído, que si pensaba que
era para algo distinto estaba equivocada".
"Le respondí que trabajaba en cualquiera otra
cosa. Me dijo que me callara, que ahí mandaba él. Que iba a investigar
dónde estaba mi familia y con eso me amenazó. No tuve otra salida más
que aceptar".
"Se fue y más tarde llegó con una bolsa negra.
Adentro había faldas supercorticas, blusas muy escotadas y zapatillas
con tacones muy altos".
"No pensé en escapar porque tenía mucho miedo.
No me había dejado hablar con nadie, no conocía a nadie. Yo era una
persona muy inocente".
VII
Avenida Insurgentes. La requisa es rápida pero
prolija. Dos hombres de traje oscuro y con audífonos en las orejas nos
obligan a extender los brazos y nos cachean con mano experta. Otro nos
franquea la entrada.
Adentro, en un escenario justo en medio del local, una joven semidesnuda baila de manera mecánica.
Cada vez se informa más sobre rescate de jóvenes víctimas de trata. |
La rutina es igual para todas las chicas, de
nombres sonoros y evidentemente falsos. Tres canciones. La última es la
del desnudo total. Algunas se limitan a danzar, otras hacen alguna
rutina acrobática en el pole platinado que se erige a un lado del escenario.
Un animador con micrófono trata, sin mucha suerte, de caldear el ambiente.
Hay pocos clientes, a pesar de ser sábado. Las
protestas de los maestros, que bloquean el centro de la ciudad, han
hecho que la semana sea mala.
Esto nos lo cuenta una joven caribeña que se
sienta en nuestra mesa. Poco después se nos une una mexicana, de unos 30
años y hermoso rostro.
Nos sirven ron rebajado con agua. Por cada trago
que compramos, una boletera les da un papelito. Les pagan de acuerdo
con nuestro consumo.
En un rincón se aburre una docena de mujeres,
todas con trajes diminutos, mallas y grandes tacones. Otras están
sentadas con los escasos clientes. Los vigilantes pululan por doquier.
Contamos nueve.
Las mujeres en nuestra mesa parecen hablar de
manera desprevenida. La caribeña me dice que lleva cuatro años en México
y que parte de su familia vive en el país. De manera discreta trato de
preguntarle por su vida, su oficio. En ningún momento da la impresión de
estar sometida por el miedo.
La muchacha caribeña me ofrece un "baile
privado" en un reservado del que ya he visto entrar y salir a varias
parejas. Digo que no.
"Ese tipo me dice que tengo que trabajar, que tengo que pagarle lo de las quimioterapias, lo del nacimiento de mi hija y todo el tiempo que me estuvo manteniendo. Cuando quiero tomar mis documentos, los destruye"
Karina
Al rato, cansada de nuestra cháchara, la
mexicana pone las cartas sobre la mesa: 3.500 pesos (US$265) a cada uno
por irse con nosotros al hotel -les he dicho que estoy de visita en el
país-, que incluye lo que cobra la casa por dejarlas ir.
Farfullamos una excusa y nos largamos. Al salir, los guardias nos piden propina.
VIII
El método para enganchar a Karina también fue el enamoramiento. Ocurrió en Cancún, donde trabajaba como chef.
Estaba en uno de los momentos más vulnerables de
su vida: embarazada de una niña, sola y con leucemia. "Para mí era muy
importante que este chico estuviera a mi lado".
Le ayudó a pagar la quimioterapia. Luego la
convenció de irse para el DF, con sus padres. "Al principio era todo
bonito, cuidados". Sin embargo, a las dos semanas ve cómo golpea a sus
propios padres. Luego empieza a golpearla a ella, todavía en embarazo.
La niña nació prematura, algo que Karina atribuye a las golpizas que recibía.
"Ese tipo me dice que tengo que trabajar, que
tengo que pagarle lo de las quimioterapias, lo del nacimiento de mi hija
y todo el tiempo que me estuvo manteniendo. Cuando quiero tomar mis
documentos, los destruye".
Es entonces que la lleva al Cadillac.
IX
Lydia Cacho se ha especializado en el tema de trata de mujeres y pederastia. |
Trece rutas ha sido identificadas en México para
la trata, según un diagnóstico del Centro de Estudios e
Investigación
en Desarrollo y Asistencia Social, A.C. (Ceidas).
Son las de Nogales,Tijuana, Mexicali, Ciudad Juárez, Nuevo Laredo y Matamoros en el norte del país.
En el Pacífico, Puerto Vallarta, Acapulco y
Tapachula. Cancún sobre el Caribe, en la Península de Yucatán. Veracruz
sobre el Golfo de México y Tlaxcala y el Distrito Federal en el centro.
Según la periodista Lydia Cacho hay que agregar
al menos una más: Guadalajara. La reportera e investigadora me asegura
que los aeropuertos de esa ciudad y de Cancún son el equivalente a
"fronteras porosas" para el ingreso a México de mujeres que son
traficadas desde otros países.
Para ser alguien que ha vivido bajo amenaza
constante los últimos ocho años de su vida, y que incluso ha tenido que
exiliarse, Lyidia Cacho impacta como una persona tranquila, con buen
sentido del humor.
Se dio a conocer en 2005 con "Los demonios del
Edén", un libro donde denunció, con nombres propios, una red de
pornografía infantil y pederastia en México. El reportaje le brindó
fama, pero también acoso y amenazas, algo que no cesa hasta el día de
hoy.
Para su libro "Esclavas del poder", Cacho viajó
por todo el mundo siguiendo las rutas de la trata sexual. Turquía,
Israel y Palestina, Japón, Camboya, Birmania y Argentina fueron puertos
de visita -en ocasiones de incógnito- para trazar ese mapa de infamia.
En México es especialmente profundo su conocimiento de Cancún y sus alrededores, donde trabajó varios años como periodista.
"Encontramos un grupo bastante sólido de mafias
rusas que están en Playa del Carmen (conocido balneario cerca de
Cancún). He estado investigando a dos o tres de ellos que operan
abiertamente, dedicados eminentemente a la trata de mujeres de Europa
del Este a Quintana Roo".
"Estados Unidos tiene varias investigaciones
abiertas (en Miami, Nueva York y Phoenix, Arizona) de tratantes rusos
que están operando allí. Explotan a las mujeres un tiempo en Cancún y
después se las llevan a EE.UU.".
"Estados Unidos tiene varias investigaciones abiertas de tratantes rusos que están operando allí. Explotan a las mujeres un tiempo en Cancún y después se las llevan a EE.UU."
Lydia Cacho, periodista
La frontera con Estados Unidos también puede
calificarse como porosa. Los métodos preferidos para ingresar a las
jóvenes es hacerlo de manera ilegal -como "espaldas mojadas"- o casarlas
con alguien que tenga green card y pasarlas legítimamente.
X
Madaí tomó la decisión de fugarse cuando se enteró de que la iban a trasladar a Nueva York.
"Me puse como loca y le dije que allá no me iba. Entonces me golpeó".
Saber que la iban a sacar del país le dio el
valor del que había carecido durante los dos años en que fue obligada a
prostituirse en un hotel de propiedad de un español, situado a pocos
pasos de la Calle Sullivan.
Madaí es ahora presidenta honoraria de la organización Reintegra, que ayuda a jóvenes víctimas de trata. |
"No tenía ningún descanso, era de ir todos los
días, todos los días, todos los días... El resto me la pasaba llorando,
pensando cómo iba a hacer para salir de ahí".
"En los casi dos años sólo uno de los clientes
tuvo un poco de compasión de mí. Casi siempre estaba llorando y uno de
tantos me vio y me preguntó qué tenía. Yo le dije que me sentía mal. No
quiso hacer nada conmigo, pero me dio el dinero. Lo tomé porque sabía
que lo necesitaba para completar".
"Le confesé que había alguien que me obligaba.
Me dijo que me escapara. Le contesté que lo iba a hacer pero por mi
familia, porque la vida no me importaba. Intenté suicidarme varias veces
con pastillas, que fue tan estúpido, porque no me hicieron nada".
Durante ese tiempo, la joven fue obligada a
atender entre cinco y veinte clientes por día, laborando entre cinco y
ocho horas diarias.
En la conversación hay fogonazos de la persona
que fue Madaí a los 19 años, antes de conocer a Jorge. Con una risa
tímida. Al buscar una pelusa inexistente en sus pantalones grises. O
cuando habla del futuro.
Pero en este momento hablamos del pasado. De un
viernes a fines de enero, hace dos años, cuando su "padrote" le anunció
el viaje a Nueva York.
Esa noche trabajó en Sullivan, como de
costumbre. El sábado en la madrugada vio que "Jorge" pasaba en un taxi.
La estaba vigilando.
La mañana del sábado, sin haber pegado el ojo,
tomó un taxi y se dirigió a un hotel no lejos de la Calle Sullivan. El
domingo se cambió a un hostal en el centro histórico.
"El lunes fui a la Procuraduría, me prestaron atención. Me trataron muy bien. Al otro día detuvieron a Jorge en un gym al que le gustaba ir".
XI
La Procuraduría General del Distrito Federal
está situada en un edificio cuadrado y feo, de colores
crema y verde
pálido, al que se conoce informalmente como "El Búnker".
Aunque Juana Camila Bautista lleva varios años trabajando en temas de trata, la fiscalía que encabeza sólo fue creada en mayo de este año. |
En su laberinto de oficinas está la fiscalía
encargada del delito de Trata de Personas del DF. La fiscal, Juana
Camila Bautista, es esa rara avis: una funcionaria de la que casi todos hablan con respeto.
Periodistas, víctimas e integrantes de organizaciones no gubernamentales recomiendan hablar con ella.
Estamos sentados en una oficina sencilla (una
mesa, pocas sillas, un mapa de la capital de México en la pared),
acompañados de un asistente de la fiscal y de un funcionario de
comunicaciones que graba toda la entrevista.
"La trata es un delito complejo, porque las
víctimas muchas veces no se asumen como tales. Muchas veces están
sometidas y no quieren denunciar a sus tratantes por amenazas a ellas,
sus familias o a los hijos que tienen con ellos".
Esto me lo confirman Madaí y Karina, quienes
durante las entrevistas insisten una y otra vez que más del 90% de las
chicas que conocieron se prostituían porque eran obligadas, no por
voluntad propia.
"Hace cuatro años tuvimos un caso de una chica
de Morelos, la fuimos a rescatar de Tijuana, ella tenía miedo porque el
tratante la había amenazado y había quemado las chozas de sus padres,
que eran campesinos", me dice la fiscal.
A pesar de eso, entre 2008 y 2009 se rescataron
casi 200 personas, la mitad menores de edad. Sólo desde mayo de este año
-cuando empezó a funcionar la fiscalía- han llevado a cabo alrededor de
200 operativos, con más de 90 personas consignadas. Se han rescatado
210 víctimas.
Pero los "padrotes" están aprendiendo. Por
ejemplo, ahora pocos se arriesgan con menores de edad, pues saben que
las penas empeoran.
"Muchas de ellas nos han contado que los dueños o
los encargados de los establecimientos donde son explotadas las reúnen y
llegan abogados para que las aleccionen y les indiquen qué decir en
caso de que haya operativos. Qué decir ante la policía, ante el
ministerio público, para que los dueños no tengan ningún problema",
explica la fiscal.
¿Por qué es tan difícil atacar lo que está a la vista de todos, por ejemplo en la Calle Sullivan?
"La prostitución en nuestra ciudad no es delito.
Lo que perseguimos son los delitos que se dan alrededor de esta
actividad (…). La ley en cuanto a la explotación sexual establece que si
una chica le da aunque sea cinco pesos al tratante, ahí ya la está
explotando".
Agrega, empero, que podría organizar en ese
mismo instante un operativo en Sullivan y ninguna chica se atreverá a
acusar a su padrote.
XII
Karina escapó con la ayuda del taxista que la
llevaba, junto a otras muchachas, a diferentes bares y "teibols". Para
entonces ya tenía otra hija. No sabe quién es el padre.
"El señor me llevó a un hotel y me dijo que le
hablase a inmigración o a la policía. Y dije, bueno, a lo que pasa eso
las duermo a mis niñas para que estén tranquilas y pueda estar segura.
(Los padrotes) no tardaron ni diez minutos en llegar. Rompieron la
puerta de la habitación, me golpearon, me dejaron inconsciente... Se
llevaron a mis hijas".
A ella la dejaron. Karina estuvo cinco meses sin
ver a sus pequeñas. Para recobrarlas tuvo que pagar 200.000 pesos
mexicanos (unos US$15.000).
Cuando le regresaron a sus hijas, la menor, de cinco años de edad, había sido violada.
"¿Sabe el dolor que es eso? Uno no es que
soporte, no es que pueda más, simplemente sabía que lo que me estaban
haciendo lo aceptaba por la vida de mis niñas. Pero mi hija... ella fue
violada por no sé cuántos tipos".
Trata de extranjeras
Según la fiscal Juana Camila Bautista, en el Distrito Federal han sido rescatadas mujeres de los siguientes países:
Rusia, Bielorrusia, Nueva Zelanda, Honduras, El Salvador, República Dominicana, Colombia y Venezuela. Todas habían sido enganchadas en su país de origen.
Por su parte, Karina dice que, durante los cinco años que fue esclavizada sexualmente, conoció jóvenes cubanas, ecuatorianas, checas y búlgaras.
Finalmente, Lydia Cacho agrega que en los últimos tiempos ha aumentado el tráfico de jóvenes paraguayas.
Rusia, Bielorrusia, Nueva Zelanda, Honduras, El Salvador, República Dominicana, Colombia y Venezuela. Todas habían sido enganchadas en su país de origen.
Por su parte, Karina dice que, durante los cinco años que fue esclavizada sexualmente, conoció jóvenes cubanas, ecuatorianas, checas y búlgaras.
Finalmente, Lydia Cacho agrega que en los últimos tiempos ha aumentado el tráfico de jóvenes paraguayas.
"De todo esto ya ha pasado un año y mi hija no
tolera que la toquen. Todas las noches se despierta llorando. Igual que
yo. Le cuesta mucho trabajo aprender en la escuela. A veces siento que
se va de este mundo. La siento ausente. Ella no puede expresarse. Yo no
sé lo que siente... Pero cuando la veo sonreír para mí es un alimento,
una tranquilidad verla que está allí, en mi vida".
XIII
Gracias al testimonio de Madaí, "Jorge" fue condenado a 20 años de prisión. Veinte más fueron añadidos por otro caso.
Madaí es ahora presidenta honoraria de
Reintegra, una organización no gubernamental que trabaja con jóvenes
rescatadas de las redes de la trata. También estudia derecho.
El "teibol" Cadillac fue cerrado en un operativo
a fines de mayo de este año. Se detuvo a catorce personas: el gerente,
meseros, personal de seguridad y boleteras.
Varias de las chicas que allí trabajaban, entre
ellas Karina -que se presentó ante la Procuraduría cuando supo del
allanamiento-, declararon en contra de los dueños y los empleados del
lugar. Algunas se retractaron luego.
Karina no lo ha hecho. Ahora vive, en compañía
de sus hijas, en un lugar secreto. Asegura que el taxista que la ayudó a
escapar fue asesinado.
El proceso contra los catorce detenidos en El Cadillac sigue en firme, así como una extinción de dominio para el inmueble.
De esa manera, el infierno quizás tendrá una entrada menos.
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