
En el trabajo, en el que han participado también investigadores del
Centro Andaluz de Biología del Desarrollo (CABD-CSIC), la Universidad
Complutense y el Instituto de Genética y Biología Molecular y Celular
(IGBMC) de Estrasburgo (Escocia), se identificaron corrientes de fluido
producidas por el latido cardiaco que están implicadas en su formación.
El epicardio es una fina capa que cubre el músculo cardiaco o
miocardio y juega un importante papel como fuente de nutrientes y
progenitores celulares durante el crecimiento del corazón.
Asimismo, el epicardio proviene del proepicardio, un grupo de
células que aparecen en la base del tubo cardiaco embrionario dentro del
saco pericárdico, que tienden a adherirse a la superficie del corazón y
recubrirlo completamente.
"Si se bloquea este proceso, el corazón no se forma completamente y
el embrión muere, por lo que es muy importante entender cómo estos
progenitores llegan a alcanzar la superficie miocárdica", subraya Nadia
Mercader, directora de la investigación.
Para su análisis utilizaron el modelo experimental de pez cebra,
según ha explicado Nadia Mercader, directora de la investigación, ya que
"permite visualizar la formación del embrión bajo un microscopio y se
desarrolla con extrema rapidez: 24 horas después de la fecundación, su
corazón ya está latiendo".
LAS CÉLULAS FLOTAN HASTA ADHERIRSE A SU SUPERFICIE
Gracias a ello, vieron que en el embrión del pez cebra las células
precursoras del epicardio se liberan del proepicardio y "flotan"
alrededor del corazón hasta adherirse a su superficie.
Los autores han contado con la ayuda de una línea transgénica de
peces cebra que marca las células que expresan el gen Wilm's tumor 1,
que está conservado entre peces y humanos.
Los autores del artículo pudieron determinar que, al igual que el
latido cardiaco pone en marcha el flujo sanguíneo, en el exterior el
corazón produce corrientes del fluido pericárdico que rodea el corazón.
Los ensayos que llevaron a cabo, en estrecha colaboración con el
grupo de Julien Vermot en el IGBMC, sugieren que estas corrientes
dirigen la formación del proepicardio, contribuyen a la liberación de
las células proepicárdicas y las transforman hacia la superficie del
miocardio para que, una vez cerca de la misma, puedan adherirse.
"Esto demuestra que el funcionamiento del corazón está
estrechamente ligado al desarrollo y que las fuerzas biomecánicas juegan
un papel muy importante durante la formación del epicardio", concluye
Mercader, que acaba de recibir 1,5 millones de euros del Consejo Europeo
de Investigación (ERC) para continuar con sus investigaciones con el
pez cebra.
Fuente: EP
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