¿Quiénes son, en ese sentido, los más relevantes ejemplos, vale decir, las figuras a imitar?
Pues aquí una limitada lista:
-Los políticos corruptos, que han sido exitosos acumulando sus propias fortunas desde posiciones gubernamentales o legislativas.
-Los que ostentan una imagen de bienestar superlativo gracias a los jugosos beneficios de los negocios ilícitos, que los encumbran como benefactores en los barrios empobrecidos.
-Los comerciantes que, a base de especulación y contubernios con autoridades inescrupulosas, logran evadir tasas aduaneras o impuestos fiscales para levantar, así, sus grandes o medianos emporios.
-Los prestamistas o “banqueros” de apuestas o rifas que se constituyen, fruto de un poderío económico que se esmeran en ostentar, en valiosos y decisivos donantes de partidos o campañas políticas.
-Los exponentes de expresiones artísticas que han alcanzado la cima de la “popularidad” o una ficticia como efímera grandeza mediática, mediante la promoción de bajos instintos o aberraciones humanas, con las que encantan a masas amorfas.
-Los líderes de pandillas o carteles que, a base del terror y la extorsión, se han convertido en amos y señores de nichos de negocios o barrios pobres, desafiando con su poder y sus “relaciones” a las autoridades llamadas a perseguirlos.
En definitiva, aquellos que en estos tiempos son sobresalientes porque alcanzaron un nivel de riqueza e influencia a merced de actividades inescrupulosas, dopajes, falsificaciones o astucia para comprar impunidad con jueces, fiscales y autoridades, son los “modelos exitosos”.
Los que verdaderamente han demostrado que se puede vivir mejor si se cumple con el apotegma de “ganar dinero, no importa cómo”.
Tomado del editorial dede la fecha
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