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lunes, noviembre 11, 2019

Devorado por su propia trampa

La dimisión y huida del presidente Evo Morales, en el clímax de una ola de repudio nacional e internacional al burdo fraude con el que intentó, fallidamente, perpetuarse en el poder, cierra un capítulo de traumas para la democracia en Bolivia.
Los retruécanos jurídicos y políticos con los que desconoció y manipuló los resultados de un referéndum en febrero del 2016 que le bloqueaba el camino hacia la reelección, fueron el caldo de cultivo de un estado de tensión social que ha desembocado en su salida del poder.
Pese al estupor generado por el desconocimiento al mandato del referéndum, el Presidente siguió porfiado en su ambición reeleccionista y logró que el Tribunal Constitucional Plurinacional, plegado a sus intereses, aprobara un recurso para que pudiera inscribirse como candidato a un cuarto período en las elecciones del pasado 20 de octubre.
Lo que ocurrió entonces es noticia conocida. Al evidenciarse que los cómputos no le favorecían para ganar en primera vuelta, manos invisibles del gobierno provocaron un largo apagón para interrumpir el conteo y redireccionar, hacia puntos externos, los datos de los sufragios.
Una vez realizada esta burda operación fraudulenta, el tribunal electoral lo proclamó ganador de las elecciones sobre la base de cómputos truqueados.
Las evidencias del fraude fueron comprobadas por una comisión verificadora de la Organización de Estados Americanos, tras de lo cual la OEA reclamó que se anularan los comicios de primera vuelta y se hicieran de nuevo. El pueblo se tiró a la calle para protestar, en lo que se ha llamado “La primavera boliviana”, y forzó a Evo a aceptar nuevas elecciones.
No obstante, el pueblo no le facilitó este salvavidas político, y en cambio, exigió su renuncia. Evo, finalmente, tuvo que dimitir y huir de su país, abriendo así un espacio para que Bolivia recuperase la paz y la estabilidad perdidas por su propia culpa.
Esta obstinación de Evo por eludir todo respeto a la voluntad popular, recurriendo a prácticas fraudulentas con el sufragio y, antes, con los resultados del referéndum, es una lección para los que creen que el pueblo no le pasa factura a los políticos tramposos.
Tomado del editorial de 
Devorado por su propia trampa
de la fecha ;-
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