La última vez que hablé con Julian Assange
por teléfono, me dijo que estaba convencido de que Hillary Clinton iba a
ganar las elecciones presidenciales en el 2016. Cuando le dije que no
era cierto, que era muy probable que ganara Donald Trump, no me creía,
ya que consideraba que el 'establishment' jamás dejaría que ganara el
magnate. También estaba muy seguro de que si la candidata
demócrata llegaba a la Presidencia, le metería preso de cualquier forma
que fuese posible. Por eso, siguió publicando sus secretos hasta el
último momento, aprovechando una libertad que sabía que tenía fecha de
vencimiento. Cuando Hillary perdió y Trump fue declarado presidente, se
quedó asombrado.
Como el republicano había hablado de manera
favorable sobre Wikileaks durante toda su campaña electoral, y como
obviamente se había beneficiado de sus publicaciones –en particular
sobre Hillary Clinton y el partido demócrata–, Julian estaba contento
con su victoria electoral. Por primera vez en años tenía la esperanza de salirde la estancada situación que vivía en la Embajada de Ecuador en Londres, donde permanecía desde el 2012.
Sin
embargo, meses después de la 'inesperada' llegada al poder de Trump en
Estados Unidos, y la ventana de esperanza que abrió para Julian, en
Ecuador tuvo lugar otra elección, aunque no llamaba mucho la atención en
su momento. Lenín Moreno,
primer vicepresidente de Rafael Correa, ganaba las presidenciales en
abril de 2017, con el apoyo de su predecesor y toda la maquinaria
electoral izquierdista de su partido político, Alianza País. Habiendo
entrevistado en varias ocasiones a Moreno, no me convencía que realmente
viniese de una ideología izquierdista ni que estuviese comprometido con
la Revolución Ciudadana, el proyecto político liderado por Correa. Sin
embargo, fue el candidato escogido por ellos, y ellos confiaban en que
era la persona correcta para llevar la antorcha de la revolución
adelante. Qué equivocados estuvieron todos.

Lenín Moreno viene del mundo empresarial.
Mucho antes del lamentable incidente que lo dejó parapléjico en 1998
–al ser baleado en un asalto violento–, Moreno era empresario. En
particular, trabajaba como gerente de ventas y marketing de una empresa
nacional. Luego comenzó a trabajar en el sector público, en turismo, y
después del incidente que lo dejó en silla de ruedas, creó una fundación
para promover la terapia del 'humor'. Un tema sobre el que escribió
varios libros haciendo hincapié en su poder sanador. Esa 'buena onda' lo
llevó a la vida política con un alto nivel de popularidad, pero también
parece que le enseñó el arte del engaño.
Su cambio al llegar a la
Presidencia –revertiendo casi todas las políticas de su predecesor y
abandonando sus promesas de campaña – no ha sido nada gracioso. Lenín ha
pactado con la derecha neoliberal y el mercadeo del país, ha eliminado
importantes programas y proyectos sociales avanzados por Correa y se ha
alineado con Washington y las instituciones financieras internacionales,
particularmente el Fondo Monetario Internacional.
Además de sus acciones contrarias a todo su discurso previo y sus promesas de campaña, Lenín Moreno ha realizado una persecución feroz contra sus críticos y sus antiguos compañeros. Metió preso al vicepresidente Jorge Glas, usando evidencias poca confiables y creíbles, negándole su derecho al debido proceso. Ha ordenado el arresto de expresidente Rafael Correa,
prohibiendo su regreso al país (está con su familia en Bélgica, el
lugar de origen de su esposa). Ha tomado represalias contra medios de comunicación
que publican contenido crítico hacia él, como Ecuadorinmediato, y ha
mandado silenciar a cualquier medio o dirigente político que revele
información sobre sus supuestos vínculos corruptos con empresas y
negocios, como los famosos INA Papers, que develan sus
vínculos familiares con cuentas en paraísos fiscales, comisiones
ilegales, empresas irregulares y propiedades millonarias. También su
gobierno ha ordenado el arresto del excanciller y exministro de Defensa Ricardo Patiño,
actual líder de su oposición, por razones meramente políticas en plena
violación de sus derechos humanos. No queda ninguna duda de que Lenín
Moreno se ha convertido en un autócrata que persigue y silencia a sus disidentes.

Pocos meses después de nacionalizarse, Lenín tomó pasos fuertes para restringir aún más sus comunicaciones, visitas y movimientos
en la Embajada. Supuestamente se debía a las publicaciones de Wikileaks
y Assange en las redes sociales sobre la política interna de España y
la lucha por la independencia de Cataluña. Y también por sus constantes
publicaciones sobre Estados Unidos. En realidad, el mandatario
ecuatoriano había tomado la decisión de forzar la salida de Assange,
haciéndole sentir incómodo e infeliz en la Embajada, y si eso no
funcionaba, iba a permitir su entrega a los ingleses. Las conversaciones
entre el gobierno de Moreno, la Casa Blanca y los ingleses sobre cómo
realizar la entrega de Julian continuaron durante meses. Pero ya no
había ninguna duda, sería entregado con el fin de extraditarlo a
Washington.
Un alto funcionario del gobierno de Moreno me dijo en septiembre del
2018 que Lenín había ordenado el retiro de la nacionalidad ecuatoriana
de Julian Assange. Sin embargo, no era legal quitarle su nacionalidad
sin fundamento. El obstáculo era buscar la fórmula de hacerlo sin
perder puntos políticos entre sus seguidores o parecer demasiado cruel y
dictatorial. Tampoco tenía el apoyo en aquel momento dentro de la
Asamblea Nacional de Ecuador.
En los meses siguientes, la
maquinaria de persecución y propaganda de Lenín se intensificó, creando
una inseguridad política y social en el país, y una especie de miedo
entre el pueblo, que ya había vivido años de caos, represión,
inestabilidad y gobiernos corruptos y autoritarios antes de la elección
de Rafael Correa en el 2007. El presidente ecuatoriano pactaba con la
derecha conservadora, neoliberal y empresarial. Y también pactó con el
gobierno de Donald Trump, prometiendo entregar a Julian Assange a cambio
de su apoyo para un préstamo multimillonario del Fondo Monetario
Internacional.

A
Lenín Moreno no le importa la 'óptica' de entregar a Julian Assange de
la forma más vulgar, y en total violación de sus derechos humanos y el
derecho internacional. Ya no responde a quienes lo llevaron al poder,
sino que responde a la Casa Blanca. Con Washington pactó para mantenerse
en el poder y subordinarse a su agenda a cambio de millones de dólares,
inversiones multimillonarias y otros 'beneficios' que aún no han sido
revelados.
Por eso, para intentar justificar sus erradas y traicioneras decisiones, Lenín ha estado divulgando información falsa,
insultante y hasta obscena sobre Assange, Correa, Patiño, Glas y
cualquiera que percibe como una amenaza a su poder (cosas que aquí no
repetiré). Y de manera ilegal, 'suspendió' la nacionalidad ecuatoriana
de Julian Assange, algo que viola totalmente el derecho ecuatoriano y el
derecho internacional. Pero para alguien que se ha pasado al lado
oscuro, cumplir la ley o asumir las consecuencias de sus acciones ya no
son temas importantes. Lenín Moreno es un protegido de Washington, hasta
que ya no le sirva más. Será recordado como un patético 'con ganas de
ser déspota' que se vendió al mejor postor.
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