El pan chiquito nadie lo quiere. Así pasa con las
primarias abiertas y simultáneas que forman parte de la vitrina de la
Ley de Partidos.
La imprudente, injusta e ilegal legislación fue una imposición del
sector reeleccionista que hasta tuvo que comprar a legisladores del PRM y
del PRSC para lograr colarla. El rechazo se mantiene y su rumbo es
incierto.
Además de ser ilegal y una vergonzosa imposición, estas primarias
abiertas y simultáneas costarán más de mil millones de pesos. No importa
que se diga que los aporta un partido o el gobierno. Es un derroche. Es
una acción descabellada.
Los partidos no son una industria que produce dinero. Al contrario, las agrupaciones políticas son mantenidas por el Estado.
Gastar más mil millones de pesos para saber quiénes son los
candidatos favoritos en un partido es un gasto espeluznante. Es un
despropósito mayúsculo. Damos la impresión de que aquí sobra el dinero y
hay que buscar en qué gastarlo.
El año pasado la Junta Central Electoral dijo, a través de Mario
Núñez, que los 5,600 millones de pesos estimados inicialmente para unas
primarias se redujeron a 4,200 millones, ya que una parte de esos gastos
ya fueron incluidos en el presupuesto operativo electoral para el 2019.
Ante los partidos, que fueron citados a la JCE, el presidente, Julio
César Castaños Guzmán dijo en esa ocasión que organizar las primarias
abiertas y simultáneas costaría al país la misma cantidad de dinero que
unas elecciones generales.
El presupuesto para las primarias está como bola de ping pong que
recorre de un lado a otro la cancha. Los miembros de los partidos la
rechazan porque la legislación anula su poder de selección de quien
consideran mejor candidato. Los dirigentes y militantes son igual a
cero.
Los abogados dicen que la Ley de Partidos es inconstitucional porque
viola el carácter privado de los colectivos y borra su naturaleza; los
políticos con vocación electoral entienden que las primarias abiertas
los harían invertir el doble porque competirían en dos elecciones una
contra sus compañeros de partidos y otra contra los de otras
agrupaciones; la JCE sabe que organizarlas sería asumir un gran y
costoso riesgo y la oposición sabe que las primarias abiertas mostrarán
la enorme diferencia de las simpatías políticas con una gran ventaja
para el PLD.
En pocas palabras, los que apoyan las primarias abiertas y simultáneas son los que venden insumos electorales.
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