Las mediciones muestran que el PLD es la
principal fuerza política que tiene como columnas principales a Leonel
Fernández y Danilo Medina, pero esa solidez de concreto si se quiebra el
techo se derrumba. Hace algo como ocho años el PRD era el principal
partido. Tenían la casilla número uno que perdió fuerza por la lucha
interna entre Hipólito Mejía y Miguel Vargas Maldonado. Los dos
antagonizaron sus apuestas y hoy están a la cola de la historia
colectando migas de poder. Igual puede ocurrir en el PLD. Es cuestión de
cerrar lo ojos a la realidad y embestir contra el vacío.
La respuesta sobre las variables que podrían dividir al PLD explicaría la sinrazón. Si los líderes de ese partido se acogen a cumplir con los acuerdos internos y la Constitución se despejan los obstáculos, viajarían por una autopista de otras victorias.
Si realmente Danilo depusiera su ambición de continuar en el poder en el PLD brotaría un mar de competencias. Sus seguidores competirían por continuar su obra de gobierno, pero es Medina quien los frena. Temen exhibir sus posibilidades o gastar sus recursos en una campaña que puede quedar trunca con solo un bostezo de su líder.
Es el presidente Medina o su entorno que paga chapeadores legislativos para que se sumen al coro continuista. Es desde Palacio que se alienta la especulación jurídica que irrespeta la Constitución.
Los peledeístas pactaron un acuerdo que fue rubricado por la alta dirección del partido mediante la reunión de sus delegados y también por los integrantes del Comité Político. Para hacer pasar la reelección Danilo se impuso una limitación insertada en la Constitución y ahora se empeñan en buscar un borrador de la palabra empeñada.
Lo que divide al PLD es la falta de palabra, el intento de burlar la ley.
Uno que otro sicofanta, de esos muñecos operados a control remoto y las bocinas que operan con el bluetooth de la transferencia, son los que alientan ante la opinión pública la posibilidad de la reelección como si quedarse en el poder solo fuera una cuestión de que Danilo lo decidiera. Un 70 por ciento del pueblo se opone.
Iniciar los trámites de la repostulación requiere de los chapeadores legislativos que subirán de precios como putas en el desierto y el pueblo los vigila.
La marcha sedosa del PLD la propicia Danilo con cumplir con la ley. Muy sencillo.
La respuesta sobre las variables que podrían dividir al PLD explicaría la sinrazón. Si los líderes de ese partido se acogen a cumplir con los acuerdos internos y la Constitución se despejan los obstáculos, viajarían por una autopista de otras victorias.
Si realmente Danilo depusiera su ambición de continuar en el poder en el PLD brotaría un mar de competencias. Sus seguidores competirían por continuar su obra de gobierno, pero es Medina quien los frena. Temen exhibir sus posibilidades o gastar sus recursos en una campaña que puede quedar trunca con solo un bostezo de su líder.
Es el presidente Medina o su entorno que paga chapeadores legislativos para que se sumen al coro continuista. Es desde Palacio que se alienta la especulación jurídica que irrespeta la Constitución.
Los peledeístas pactaron un acuerdo que fue rubricado por la alta dirección del partido mediante la reunión de sus delegados y también por los integrantes del Comité Político. Para hacer pasar la reelección Danilo se impuso una limitación insertada en la Constitución y ahora se empeñan en buscar un borrador de la palabra empeñada.
Lo que divide al PLD es la falta de palabra, el intento de burlar la ley.
Uno que otro sicofanta, de esos muñecos operados a control remoto y las bocinas que operan con el bluetooth de la transferencia, son los que alientan ante la opinión pública la posibilidad de la reelección como si quedarse en el poder solo fuera una cuestión de que Danilo lo decidiera. Un 70 por ciento del pueblo se opone.
Iniciar los trámites de la repostulación requiere de los chapeadores legislativos que subirán de precios como putas en el desierto y el pueblo los vigila.
La marcha sedosa del PLD la propicia Danilo con cumplir con la ley. Muy sencillo.
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