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lunes, febrero 11, 2019

En defensa de las bocinas pagadas

Una extensa explicación me llega en estos días de quien se identifi ca como bocina pagada y lo dice con mucho orgullo. Su fi rma tiene matiz de seudónimo o burla, pero contiene verdades que cualquiera hace suya. Tomaré algunas ideas.
Tomaré algunas ideas de los argumentos que me enviaron. No suelo criticar a mis colegas porque dicen que los bomberos no se pisan las mangueras.
Omito hablar sobre mis colegas porque cada uno es dueño de lo que dice o hace y sé que los ángeles están en el cielo. Mucha gente critica a las bocinas pagadas sin detenerse un momento a pensar en las causas de su existencia. Cada persona elige su camino. A quienes denominan bocina es un ente reproductor de mensajes pagados. El que paga es tan o más responsable que el intermediario.
Los voceros gubernamentales son un fenómeno natural como el tsunami tras el temblor. Los que ahora apoyan a Danilo y su gobierno están prestos a voltear el pandero durante la campaña electoral o en la transición.
Así lo hemos vivido.
Se acusa a muchos comunicadores de vender su conciencia, pero ser vocero pagado no es ser periodista, y por venderse no se pierde la profesión.
Quizá se opaque la reputación.
Pero hay los que solapan su vocinazgo y pasan por independientes.
Los bajos salarios en los medios informativos y el desamparo que llega con la madurez arrojan a los periodistas veteranos en los brazos del dinero por encargo. Las difi cultades económicas derivadas de la falta de empleo para los veteranos; la inexistencia de pensiones o seguridad social; el afán de fi gurear; la vocación de comunicar; el laborantismo sin estilo o el apego a una causa, son variables a tomar en cuenta.
Uno de mis colegas me soltó un ramplimazo: “Los opuestos a la corrupción se llaman envidiosos, quien tiene oportunidad de montarse lo hace sin sonrojarse”. En alguna medida “todos” pecamos. Hasta el “buen ladrón” engatusó a Cristo.
Empresarios y curas; soldados de alto rango y peloteros millonarios; cantantes de fama y abogados de renombre, así como profesionales de toda laya se rinden al poder y fuerza de sus recursos. Así como cada uno tiene su corrupto favorito, ocurre con los comunicadores y disfrutamos las bocinas que no suenan, sino que escriben. Las bocinas en su mayoría dan la cara. Hay gente muy seria que los critican, pero difunde lo que dice Quirino.
Por Alfredo Freites ;-
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