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miércoles, febrero 06, 2019

Candidatura PLD descartan que se repita esta vez la “emboscada” de Juan Dolio de 2015

Hay una frase muy conocida del célebre físico alemán Albert Einstein sobre una posible tercera guerra mundial, luego de las destrucciones de Hiroshima y Nagasaki durante la II Guerra Mundial.
Se reseña que ante la pregunta respondió: “No se cómo será la tercera guerra mundial, pero la cuarta será con piedras y lanzas”. Dando a entender que, de ocurrir, el avance de la tecnología garantizaba una segura destrucción de la civilización.
Por tal motivo, durante la Guerra Fría hubo ocasiones en las que se estuvo al borde de funestos acontecimientos, por ejemplo, durante la crisis de los misiles en Cuba en la administración del presidente estadounidenses John F. Kennedy.
Pero no fue sino hasta 1972 cuando se firmó el Tratado Limitación de Misiles Anti Balísticos como fruto de las negociaciones de los Strategic Arms Limitation Talks, SALT I y II, que finalmente puso cierto control a la carrera armamentista.
La disuasión estaba asegurada, ya que el objetivo básico de estos acuerdos, aunque parezca extraño, era asegurar la vulnerabilidad de la otra parte.
La certeza y el convencimiento del daño irreparable que podían infringirse los dos colosos, Rusia y EE.UU., sacó del juego la posibilidad del uso de armas nucleares.
Y es que la historia de la humanidad ha demostrado que el equilibrio entre los pueblos, estados o naciones ha garantizado la paz y estables períodos de prosperidad.
Lo demostraron grandes estadistas como el cardenal duque de Richelieu con su equilibrio de poder para garantizar la seguridad de Francia y Winston Churchill con sus advertencias desoídas frente a los desmanes y aprestos de Adolfo Hitler en las décadas de los años 30 y 40.
Traigo todo esto a colación porque algunos analistas políticos han pronosticado, o a lo mejor anhelan, una conflagración de consecuencias mayores para el PLD a raíz de las naturales confrontaciones que se escenifican entre ciertos estamentos que quieren imponer otra modificación a la Constitución para un nuevo proyecto reeleccionista y el sector que exige el respeto a la Carta Magna y a los acuerdos ratificados por la asamblea de dirigentes del PLD en el 2015 que establece la inhabilitación del actual presidente de la República.
Mientras que otros, con una estrategia deliberada, predicen una repetición de la emboscada de Juan Dolio y auguran una resignación y claudicación de los defensores de la Constitución y la institucionalidad, olvidando la frase lapidaria de Karl Marx en El 18 Brumario de que “la historia se repite una vez como tragedia y la otra como comedia”.
Sin embargo, la historia ha demostrado que, a pesar de las contradicciones surgidas en los procesos eleccionarios, la sangre nunca ha llegado al río
Que la racionalidad política y la madurez de la dirigencia del PLD ha garantizado la unidad para enfrentar los retos electorales. Y el partido ha marchado como un solo hombre detrás de sus candidatos.
Lo hizo en 1999 cuando Danilo Medina venció a Jaime David Fernández Mirabal y en el 2004 cuando Leonel Fernández venció también al exvicepresidente Fernández Mirabal. Y sucedió, a pesar de la frase relativa al Estado, en el 2008 cuando el presidente Fernández venció a Medina. Igualmente, se garantizó la unidad en el 2012, aunque de una manera un poco sui generis, cuando la actual vicepresidenta Margarita Cedeño de Fernández retiró su intención de competir en las primarias del partido, dejando la cancha abierta al presidente Medina, quien se impuso abrumadoramente.
No obstante, es de reconocer que para garantizar la unidad en el 2016 fue necesario limar muchas asperezas, dado lo ríspido del enfrentamiento entre los dos principales líderes del PLD, Danilo y Leonel para modificar la Constitución e imponer la reelección.
Sin embargo, en una muestra de inteligencia y racionalidad políticas estos dos líderes lograron el acuerdo de los 15 puntos que viabilizó la reelección del actual presidente en el 2016 y su inhabilitación para el período 2020.
Aunque es de justicia reconocer que los astros estaban mayoritariamente alineados a favor de la reelección del presidente Medina, quien mantenía una elevada popularidad y no tenía un rechazo social significativo.
Por eso, con un PLD monolíticamente unido ganó las elecciones con un 61.74% (2.847 millones de votos).
Siendo esa la historia del PLD no se ven razones objetivas que sustenten las dos narrativas señaladas, de la división y la repetición de Juan Dolio, a menos que no sea por miedo o temores infundados, o a lo mejor chismes para fomentar apetencias particulares de determinados intereses.
De hecho, estoy totalmente convencido de que, como hizo Leonel en el 2012, el presidente Medina garantizará un proceso de primarias transparentes, donde Fernández se impondrá abrumadoramente.
Por demás, como ha señalado Leonel, la unidad del PLD está garantizada por las matriculaciones, en lo que ha denominado Convergencia Democrática, que al momento de escribir este artículo contabilizaba ya 2 millones de dominicanos comprometidos con el respaldo de su candidatura presidencial.
Ese paraguas de “apertura partidaria” abarca un universo de más de un 40% de ciudadanos que no están inscritos en el PLD.
Hablamos de +1 millón de peledeístas, junto a casi otro millón de dominicanos extra partido que apoyan los esfuerzos políticos de la candidatura de Leonel Fernández.
Y eso, indudablemente fortalece aún más al PLD frente a las fuerzas opositoras. Y sirve de amuleto frente a desesperaciones y despropósitos que se puedan maquinar a lo interno.
Por consiguiente, como argumentábamos al inicio, la correlación de fuerzas y la madurez de los dos liderazgos hegemónicos del PLD, fraguados en sus exitosas obras de gobierno, impondrá la racionalidad sobre apetencias, malquerencias u otras subjetividades para garantizar, la unidad del PLD.
Y es que no hay ateos ante el peligro. Danilo y Leonel “son de un pájaro las dos alas”. Sobre ellos recae la responsabilidad histórica de que siga volando alto.
Por Francisco Antonio Méndez ;-
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