Charles Aznavour,
el último gigante de la canción francesa del siglo XX, ha fallecido en
la madrugada del lunes a los 94 años en el sur de Francia, anunciaron a
la AFP sus portavoces.El cantante francés más conocido en el extranjero
vendió más de 100 millones de discos a lo largo de ocho décadas de una
carrera excepcional a la que no había puesto fin. Su trayectoria
artística se compone de más de 1.200 canciones y casi 300 discos, aunque
no se conformaba y seguía en activo y componiendo todos los días. De
hecho, tenía previsto actuar el 26 de octubre en Bruselas.
Apodado el Frank Sinatra de Francia, logró una fama mundial pese a una voz y un físico atípicos. La Bohème, La Mamma y Emmenez-moi figuran
entre sus canciones más destacadas de un repertorio de marcado tono
nostálgico. Compuso además por artistas como Edith Piaf y como actor,
participó en unos 80 filmes.
Puro motor de besos y lágrimas, de alegrías y penas, el responsable de La bohème, Il faut savoir o Que c’est triste Venise contradijo
durante años el orden natural de las cosas y se mantuvo en la brecha
hasta el final. De hecho, poco antes de morir había vuelto de una gira
por Japón acababa de volver de una gira por Japón, tras haberse
visto obligado a anular varios conciertos este verano (boreal) debido a
una fractura del brazo, provocada por una caída.
Esa efervescencia formaba parte de su naturaleza, según declaraba en una entrevista en EL PAÍS.
"Me inspira todo: la televisión, la radio, los libros... Como no tengo
imaginación, cojo lo que veo. Hay gente que la tiene y, sin embargo, no
es capaz de escribir una canción". A un artista, considera, lo inspiran
por igual las penas que las alegrías. "Aunque es verdad que no hay
tantas canciones felices como tristes", aseguraba el embajador de la
canción francesa.
"No se ve nada. No se ve al público. O sea, el público es una
persona. Yo no canto para 100 o 1.000 personas, canto para una. Así,
cada espectador piensa que canto sólo para él. Esa es la verdad
absoluta. Esa, y que sigo buscando temas", comentaba en otra ocasión a este diario cuando se le preguntaba qué se veía desde el escenario 80 años después del inicio de su carrera.
El cantante creció arraigado a los orígenes de sus padres, armenios,
que tuvieron que huir del genocidio. A la historia de sus progenitores y
a la de tantos millones de personas va dedicada la canción con la que
habitualmente suele empezar sus recitales desde hace dos décadas, Les émigrants.
Las 10 canciones inmortales de Charles Aznavour
Un recorrido por las canciones de Charles Aznavour que han escrito la historia del espectáculo y la música del siglo XX
Les comédiens. (Jacques Plante / Charles Aznavour. 1962).
Aznavour rinde homenaje a los comediantes y de paso a su linaje
familiar de cómicos y cantantes callejeros de su infancia. La canción
acaba convertida en un himno al mundo del espectáculo y para sus
recitales mano a mano en el Palais des Congrès de Paris de 1991 Charles
Aznavour y Liza Minnelli unirán sus almas gemelas de eternos
comediantes. Alain Resnais la rescatará para la banda sonora para su
penúltima película Vous n’avez encore rien vu (2012).
La plus belle pour aller danser. (Charles Aznavour / Georges Garvarentz, 1964).
Cuando Sylvie Vartan coronó los hit-parades con la canción La plus belle pour aller danser
no se imaginaba con el paso del tiempo el tema se transformaría en la
banda sonora que iba a acompañarla sobre el escenario en los próximos
cincuenta años. Aznavour inmortalizaba ese momento en que la belleza de
la juventud ilumina la vida.
Qui. (Charles Aznavour, 1963).
La canción viaja en el tiempo a ritmo de bolero con Los Machucambos,
en la voz del crooner errante del pop, Scott Walker y en las riberas de
la salsa en compañía del caribeño más afrancesado Yuri Buenaventura.
Hasta Serrat no pudo sustraerse a su influjo y le puso un punto y
seguido con su balada “postmortem” Si la muerte pisa mi huerto.
Les plaisirs démodes. (Charles Aznavour/ Georges Garvarentz, 1972).
Aznavour se sumerge en la nostalgia y convierte la pista de una
discoteca de moda en una elegante sala de baile vestida de blanco y
negro mientras una pareja se desliza sobre ella como si fueran una
réplica de Fred Astaire y Ginger Rogers. Como otras canciones del
cantante el tema gozará de una excelente segunda vida musical en su
versión en ingles, The Old Fashioned Way que hasta hubiera firmado el mismísimo Cole Porter.
La Mamma. (Robert Gall / Charles Aznavour, 1963).
El letrista Robert Gall le brindaba un texto con ecos de Rocco y sus hermanos
y el melodrama mediterráneo. Aznavour salía victorioso del kitsch
melódico y folletinesco que llevaba en el ADN la composición y conseguía
uno de sus grandes éxitos comerciales y clásico de su cancionero. En
los extremos del dial de sus numerosas versiones, las de Ray Charles y
Los Gipsy Kings.
Comme ils disent. (Charles Aznavour, 1972).
Aznavour le pone cara y ojos a la vida cotidiana de un artista
travestí. La canción francesa se acercaba sin ironía ni sarcasmos a la
homosexualidad. Un año despues el público parisino aplaudía la obra
teatral La cage aux folles ( La jaula de las locas)
mientras Aznavour consigue sobre el escenario una de sus grandes
interpretaciones que no dejará de acompañarle. Entre las versiones del
tema, la del italiano Massimo Rainieri siguiendo las huellas
aznavourianas.
Hier encore. (Charles Aznavour, 1964).
Una vez más el paso del tiempo y el recuerdo de la juventud
que quemaba sus días de vino y de rosas. Aznavour a sus cuarenta años
realiza un primer balance biográfico y pone en circulación uno de sus
temas más celebrados en el futuro. La canción será objeto de múltiples
versiones gracias a su traslación al ingles, Yesterday When I was Young, entre las más recordadas y emotivas, la de la británica Dusty Springfield.
La Bohème. (Jacques Plante/ Charles Aznavour, 1966).
La canción formaba parte del musical Monsieur Carnaval
escrito para una de las estrellas de la opereta francesa, Georges
Guétary. El tema rápidamente se “independiza” mientras la opereta
original con el paso del tiempo quedará en un discreto olvido. Aznavour
afirmaba su estatus de gran estrella de la canción internacional
regresando de nuevo como tema argumental a la vida del artista, el paso
del tiempo y los siempre frágiles sueños de juventud.
Retiens la nuit. (Charles Aznavour/ Georges Garvarentz. 1961).
La pareja Aznavour-Garvarentz transformaban al ídolo juvenil y en sus
inicios imitador de Elvis Presley, Johnny Hallyday, en gran intérprete
romántico. La generación Salut les Copains más allá de las
onomatopeyas ye-ye-yeah comenzaba a contar con su propia épica
existencial. Más de medio siglo despues, Aznavour y Hallyday siguen
reinando sobre la escena y en el corazón de varias generaciones de
espectadores.
L’amour c’est com un jour. (Yves Stephane/Charles Aznavour, 1962).
En esa trilogía siempre citada de la Chanson y compuesta por los
nombres de Georges Brassens-Jacques Brel-Léo Ferré, el nombre de
Aznavour queda a menudo relegado a un segundo escalón, una clasificación
injusta para uno de los creadores que ha dejado algunas de las baladas
más intensas y conmovedoras. Aznavour como señala Maurice Chevalier, “es
el primero en cantar al amor, como se siente, como se hace, como se
sufre”.
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