Al hacer afirmaciones sobre la República Dominicana, se debe tener
pendiente y claramente lo que en términos reales son nuestra nación y su
economía.
Por más borrachos de nacionalismo y chauvinismo que estemos, no es
aconsejable olvidar que apenas, y anualmente, representamos el 0.14% de
la población mundial; que nuestro PIB, por más que nos enorgullezca su
crecimiento, es 5 puntos inferiores a este nivel poblacional, al ser el
0.09% de toda la riqueza que el mundo produce anualmente; nuestras
exportaciones son el
0.08% de lo que intercambia el mundo, en tanto
nuestras importaciones llegan a ser una centésima por encima, el 0.09%, y
la Inversión Extranjera Directa que recibimos anualmente es el 0.10% de
la que circula en el planeta, una centésima por encima de nuestro PIB y
de nuestras importaciones.
Estos números simples nos perfilan, sugiriendo que nos “ubiquemos”,
bajando la “comparonería”, el tono y las pretensiones de suizos. Aunque
poéticamente nos veamos como “un país en medio del trayecto del sol”,
somos una centésima del grano de arena que es el mundo.
Es verdad que avanzamos, esperanzados, afanosos, en medio de una
estructura productiva por formarse a contrapelo de la dominante cultura
de comercio. Y ante los retos de un Estado que sobrevive con impuestos
que median, según el Banco Mundial, ±13.7% del Producto Interno Bruto.
Con esos recursos se deben satisfacer las necesidades y brindar las
protecciones que la Constitución consagra a favor de la ciudadanía.
En los límites de ese péndulo oscila la salud nacional. El resultado
queda en indicadores como la mortalidad de neonatos: infantes con edad
comprendida entre 0 y 27 días de nacidos, entre quienes el número de
muertos es alarmante: 24 por cada mil nacidos vivos, reveló el ministro
de Salud, Rafael Sánchez Cárdenas, anteayer.
¿Las causas? Múltiples. Obstétricas directas e indirectas; calidad de
la atención y de los servicios, incluyendo asepsia e infecciones,
hospitales paralizados, malformaciones y problemas respiratorios…, todo
lo que se ha aducido para explicar este drama mortal que priva a tantos
inocentes del derecho a vivir y, al país, de la oportunidad de aumentar
las garantías de construirse.
Es incomprensible que tales niveles de mortalidad ocurran por igual en los centros públicos y en los privados.
También económicamente hay causas para ello. Unas que apuntan a un
juego de ganancia cero para los neonatos. A más nacimientos, más
probabilidad de muertes. Me he preguntado si algunas madres estarán
preabortando. Es decir, autoinfringiendo daños a los productos para
reducir las probabilidades de que sobrevivan al nacimiento o al primer
mes de nacidos. Lo que es, también, autoinfringirse daños. Lo que, de
ser cierto, acreditaría también al índice actual de Mortalidad Materna.
Los números hablan solos. Y en este caso, parecen hacerlo con
particular elocuencia. Indican las causales económicas de estos
problemas de nuestro sistema de salud.
A raíz de las sucesivas oleadas de crisis económicas y fi nancieras
vividas desde 1998, el fi nanciamiento de la salud pública sufrió
importantes reveses.
Economías importantes vieron reducir dramáticamente la calidad de la
cobertura a favor de los afi liados, como España, y en los Estados
Unidos hubo que crear el Obama Care para reponer la pérdida de inversión
pública en el ramo. En uno de los peores momentos económicos vividos en
nuestro país, a precios en dólares actuales y según el Banco Mundial
(BM), del 2001 al 2004 el Gasto Público en Salud (GPS) per cápita,
paradójicamente crecía 11.52%, al pasar de US$25.13 a US$28.03. Pese a
perder casi un punto porcentual en el Total de Gastos del Gobierno
(TGG), pasando de 6.58% a 6.41%, incrementó ligeramente como % del PIB,
creciendo de 0.9% del total del producto a 1.18%. Como % del Gasto Total
en Salud (GTS), el GPS pasó de ser 21.78% a 26.7667%, lo que según el
BM, a precios internacionales actuales, signifi ca que el GPS per cápita
o persona pasó de $57.429 a $83.11 (144.71%). Entre tanto, el Gasto
Privado en Salud (GPpS), como % del GTS, perdió 3.7 puntos porcentuales
al caer de 74.78% a 71.05%. El crecimiento experimentado en el sector
del 2004 al 2012 lo describe la palabra impresionante. El gasto del
gobierno en salud (per cápita y a precios en dólares actuales), dice el
BM que pasó de US$28.03 a US$165.08. Esto es 588.93% más, a un ritmo de
+49.07% anual.
Era un crecimiento estructurado ya que como % del GTS, el GPS pasó de
26.76% a 46.95%, creciendo 175.44% y, como % del PIB, en 234.71%,
aumentando de 1.18% a 2.77%. Dadas las características de este auge, el
GPpS, como % del GTS, perdió 27.09% al pasar de 71.05% a 51.8%, pese a
que en precios actuales en dólares, el GPpS creció de US$74.40 a
US$182.11, es decir 244.74%. Una cifra respetable.
Del 2012 al 2015, año hasta el cual el BM dispone de datos o los
entrega, el GPpS per cápita creció 1.14 veces o 114.03%, pasando de
US$182.11 a US$207.66 y, en valor nominal, 1.28 veces. En tanto, desde
el 2014, el GPS como % del PIB empezó a perder décimas hasta acumular
-0.2626% en el 2015, siendo -9.46% respecto a su tamaño en el PIB del
2012, menguando su dinamismo como % del GTG en el orden del 26.75% al
pasar de ser el 12.92% del presupuesto gubernamental ejecutado en el
2012 al 9.46% del gasto público del 2015.
Lo relativo al GPS de los años siguientes lo documentan los Informes
Económicos del Banco Central del 2016 y 2017, comentados en entregas
previas. Son un panorama sucinto e ilustrativo de cómo el GPS pierde
dinamismo en tanto el GPpS, como % del GTS, crece moderadamente
(+0.0105%), siendo, en valores reales en US$ actuales, +14.03% y,
nominalmente, +28.016%.
La situación de caída del GPS que ocurre desde el 2015 bordea niveles de gravedad que amenazan con el desastre.
Una situación que con urgencia exige la atención de los responsables
de elaborar el Presupuesto Nacional del año 2019. En ellos recae la
responsabilidad de recomponer la economía sectorial para recuperar su
capacidad perdida de satisfacer las necesidades de salud de los más pobres de la República Dominicana. Es por estas condiciones que urge incrementar el presupuesto a la salud.
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