El PLD, hasta ahora exitoso en la estrategia para conservar el poder,
debería redoblar sus esfuerzos para evitar la ocurrencia de traspiés o
torpezas políticas que pongan en peligro la tradicional unidad
partidaria y lleven al liderazgo compartido del momento a perder lo más
por lo menos. Lo más, sería ganar las elecciones del 2020 y seguir
gobernando; lo otro - el que un sector interno imponga una decisión, que
incluso es vista con ojeriza por una mayoría de la sociedad - sería
abrirle una puerta a la oposición y no medir las consecuencias que
pudieran derivarse de la llegada de nuevos inquilinos al Palacio y al
poder (¿).
Si - producto de una mezcla de división y ceguera en el PLD -
esto fuera lo ocurriera, ¿habrán pensado algunas instancias
envalentonadas por donde es que podrían comenzar a pedir cuenta?
¿Olvidan algunos aquello de que “el último mono es el que se ahoga”?
Sería una cuestión de seriedad, de responsabilidad
político-institucional y de no perder la perspectiva, de parte de
quienes manejan los hilos del poder en la actual coyuntura. Por lo
pronto, se creía que si el Comité Político del PLD había dejado en
libertad a los legisladores para decidir lo relativo al tema de las
primarias, abiertas o cerradas, era de verdad, por inteligencia y por
prudencia, y que cuando llegara la hora decisiva se tendría una salida
consensuada, a fin de evitar viejos y renovados “ruidos”, por demás
innecesarios e inconvenientes. Si la decisión del CP era relativa a los
legisladores como individuos, el bloque del partido oficial en el Senado
no tenía que reunirse, ni intervenir ni hacer recomendación, como hizo a
la comisión que estudiaba la controversial pieza. Eso fue,
sencillamente, una provocación que derivó en el retiro de seis senadores
del PLD y dos del PRM, al no estar de acuerdo con la línea de que a los
partidos políticos se le impongan primarias abiertas y que, por demás,
entienden que con ello se incurre en una violación constitucional. Si
hay esto de por medio, a senadores y a diputados es a quienes menos les
luce dar el mal ejemplo. Pero además, si se entiende que las relaciones
entre los dos líderes del PLD, Leonel-Danilo, han estado fluyendo, y
que varias cosas se han ido recomponiendo con respecto al 2020, ¿por
qué enviar señales que pueden confundir o estimular la confrontación
interna? El PLD, y el Presidente en su último discurso en la Asamblea
Nacional, se comprometieron a impulsar la muy esperada Ley de Partidos.
Esta sociedad no se merece los escarceos y los “ruidos” a que, por
intereses particulares, ha sido sometida tan importante pieza. Y hay
sospechas de que es para que se caiga, y no tengamos ley.
Por Luis Encarnación Pimentel ;-
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