El oficio fundamental del periodista es trasmitir noticias, basado en
los hechos objetivos que de verdad concitan el interés público. Y para
cumplir a cabalidad este ejercicio tiene que ceñirse a normas
inviolables que exigen exactitud, veracidad y neutralidad para no
sesgarlas con ingredientes que susciten desconfianza o incredulidad en
sus audiencias.
Para los que son profesionales de este oficio, estos valores
predominan como reglas de cumplimiento inexcusable ya que sobre la base
de esas informaciones es que la sociedad puede articular demandas y
aspiraciones, en un ejercicio de libertad de expresión de sus ideas que
jamás debe ser asfixiado por leyes o regulaciones coercitivas ni mucho
menos contaminado por las falsedades.
De esto se cuida mucho la prensa independiente para poder sostener
su empeñosa lucha contra todo lo que lesione la libertad bajo la cual
deben operar los medios de comunicación en una sociedad democrática.
En la medida en que preserven la credibilidad de sus contenidos, en
esa medida generan confianza y lealtad de sus lectores, televidentes,
radioyentes o usuarios de los medios digitales, y hacen valer la
importancia y majestad de la libertad de prensa y de expresión,
garantías básicas de la democracia.
Ahora que hay un campo más vasto para las comunicaciones entre las
personas por las redes sociales y las plataformas de internet que
proveen noticias y un amplio surtido de contenidos, mucha más razón
existe para cuidar estas libertades de los excesos que puedan incubarse
en ellas.
El terreno más susceptible es el digital, pues cualquiera que entre a
él para trasmitir noticias debe tener la responsabilidad de asumir que
es verdadera, verificada, contrastada y que contiene los elementos
básicos del qué, cómo, cuándo y dónde se originó.
Preocupado por los riesgos de un mal uso de las plataformas
digitales, Tim Berners, el creador de la web, ha reclamado que se
observen tres premisas básicas en esas plataformas: "proteger los datos
personales, luchar contra las noticias falsas y promover la
transparencia en las campañas políticas".
A lo que se le podría agregar también respetar derechos humanos
inalienables, como el derecho a la honra, a la privacidad y a la libre
emisión del pensamiento, valores que afortunadamente cultiva el
periodismo profesional porque está muy consciente en la cualidad de
servicio público que lleva en sus entrañas la prensa independiente. El
reto mayor del periodista y de la prensa es y seguirá siendo el de
garantizar la confiabilidad de la información que trasmite, sobre todo
ahora en que la "post-verdad" se cuela como un virus corrosivo en las
células del ecosistema de las comunicaciones sociales globales.
Por Miguel Franjul ;-
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