Un amigo define como “síndrome del chihuahua” al autoengaño de
algunos guapetones sobre su tamaño y posibilidades reales, haciendo un
símil con el perrito pigmeo e hiperactivo que suele desafiar a los
perros grandes ladrando con tal estridencia que resulta obvio el
desconocimiento de su real dimensión y fortaleza física.
Es ese, exactamente, el síndrome más adecuado para diagnosticar a los
dirigentes de la Marcha Verde cuando se les observa la manera arrogante
y soberbia como se expresan en los medios de comunicación y en las
redes sociales.
Credit: @Telenoticiasrd
Piensan que en verdad la manifestación del domingo 16 de
julio “es lo más grande que se ha visto en este país” en términos de
manifestación política, y tienen el tupé de proclamar que, de ahora en
adelante quien desee alcanzar algún objetivo político tendrá que hablar
con ellos.
Semejante burrada es producto de la enajenación que les ha ocasionado
el relativo éxito de las movilizaciones donde acuden centenares de
personas acarreadas en autobuses desde todos los puntos del país… Lo que
mejor demuestra lo alejado que están de la realidad es el contenido de
los “manifi estos” leídos en las diferentes versiones y momentos del
movimiento.
En sus inicios, ellos sólo pedían una investigacion sobre el caso
Odebrecht y que los inculpados fuesen procesados y condenados, sin
politiquería ni acusaciones alegres y falaces, que es el sentir de la
enorme mayoría de los dominicanos.
Pero desde entonces han pasado a exigir abiertamente el sometimiento a
la justicia del presidente Medina, sin presentar la más mínima prueba o
indicios sobre alguna imputación contra el mandatario. Esa es una
solicitud descabellada que luego se hizo extensiva a los expresidentes
Leonel Fernández e Hipólito Mejía, y que refl eja el desconocimiento que
se tiene de la actualidad y de la realidad política y social de la
Republica Dominicana y cómo esta gente está bordeando la locura
creyéndose en capacidad de alcanzar objetivos jurídicos, políticos y
sociales absolutamente imposibles.
No tienen fuerza ni representación en el poder político, ni
partidario, ni legal, pero piden que la sociedad dé un salto al vacío
produciendo una ruptura del orden institucional. Algo que, salvo dos o
tres descabezados, nadie en este país pretende.
En la República Dominicana no existen condiciones para una ruptura
del orden constitucional y mucho menos impulsada por grupos sociales
integrados mayoritariamente por ciudadanos de clase media con más
resonancia mediática que popular y con cero posibilidad de sustituir el
sistema de partidos. De alguna forma ellos han ido a las elecciones y
nadie les ha hecho caso que no sea para rechazarlos en las urnas.
Una enorme mayoría de los dominicanos está inconforme, procura, desea
y promueve mejorías en el sistema político y exige efi ciencia en la
lucha contra la corrupción y el establecimiento de un régimen de
consecuencias para quienes utilizan el Erario para enriquecerse.
Es un fenómeno hasta cierto punto natural porque en la medida en que
las sociedades van madurando social y económicamente, la clase media ya
no se conforma con estabilidad, paz y crecimiento, si no que además
exige transparencia y adecentamiento de la función pública, y como no
hemos llegado al punto en que el sistema resulte socialmente
insostenible, nadie desea romper con el modelo si no de mejorarlo… …
Pero la torpeza verde radica en no apreciar el mensaje y distorsionarlo
confundiendo sus deseos con la realidad. Si tuvieran los pies en la
tierra aprovecharían su indudable impacto mediático para pedir acciones
alcanzables.
Los verdes debieron tener puestos sus ojos en las discusiones sobre
la reforma electoral y estarían presionando para incluir controles en
los tiempos de campañas y transparencia en los gastos… Y en cuanto al
caso Odebrecht, exigir profundizar las investigaciones sobre los
sobornos pagados, máxime porque hasta ellos se dieron cuenta --aunque
necesitaron el voto disidente de la magistrada Miriam Germán--, que el
expediente que encarta a catorce personas es demasiado fl ojo para
conducir a condenas. Y en este país a nadie le pueden salir con que no
habrá sanciones ya fue la propia constructora brasileña que se incriminó
al admitir que pagó 92 millones de dólares en sobornos para obtener
esas obras… … Pero la borrachera los tiene obnubilados.
Como el chihuahua ladrándole al fortachón del perro pitbull.
Por Oscar Medina ;-
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