De periodista a actriz porno: "En Colombia se avergüenzan del sexo pero no de la desigualdad"
Tiene 24 años, es de Cúcuta, prometió desnudarse si su equipo ascendía
de división y lo hizo. Se mudó a la capital colombiana después de
recibir amenazas por su oficio y desde finales del año pasado se
distanció del periodismo para apostar a una industria tan polémica como
floreciente: el porno.
Su nombre en la industria de la pornografía es un guiño a dos escritores. Se hace llamar Amaranta Hank.
Amaranta
surgió por el personaje garciamarquiano de Cien años de Soledad, y
Hank, en honor al antihéroe creado por Charles Bukowski. Pero su cédula
la identifica como Alejandra Omaña, de 24 años, nacida en la ciudad colombiana de Cúcuta. Periodista de profesión y actriz porno por vocación.
Yo decido sobre mi puto cuerpo, sobre mi cuerpo puto.— Alejandra Omaña (@AmarantaHank) 15 de abril de 2017
"Esta era una decisión de tenía aplazada por temor a lo que pudiera
pensar la gente, mi familia, pero a finales del año pasado sentí que ya
había terminado un ciclo en el periodismo", cuenta Alejandra -o
Amaranta- a RT. Entonces optó por hacer lo que siempre le había gustado:
"y definitivamente era la pornografía".
Aunque los primeros
escarceos con la desnudez y el público ocurrieron cuando en Twitter
prometió que se desvestiría si su equipo de fútbol, el Cúcuta Deportivo,
lograba ascender a la categoría y así fue. La oncena subió y ella cumplió:
"yo nunca había hecho nada de eso (...) pero ya estoy tranquila, ya fue
suficiente", dijo hace dos años cuando se dedicaba especialmente a la
promoción cultural.
Sociedad hipócrita
Omaña nació en una
ciudad fronteriza con Venezuela, una de las áreas limítrofes más
conflictivas del sur de América Latina, "en medio del narcotráfico, del
contrabando, del paramilitarismo, de la prostitución, un montón de
ilegalidad". Su deseo era contar esa realidad y así lo hizo durante unos
años hasta que, después de varias amenazas, tuvo que mudarse a Bogotá.
Ya establecida en la capital colombiana grabó su primer video vestida de monja:
rezó un rosario, se masturbó en cámara, recibió la reprimenda de su
católica madre y el castigo de la distancia familiar. No hubo navidades
juntos, ni carnavales y mucho menos Semana Santa.
"Yo hablaba con
mi mamá y le decía: 'usted me está juzgando porque metí elementos
religiosos en el video, pero en Cali un cura violó a un montón de niños y
el sacerdote dijo que la violación había sido por culpa de los niños y
de los padres'. Eso sí está bien para ella. Por eso insisto en que esta
es una sociedad hipócrita, de doble moral, que es absurda, ¿sabes? A mí
eso me vale nada. Si yo seguía prestándole atención a lo que la sociedad
quería para mí, o lo que mi familia quería para mí, iba a terminar
suicidándome segurísimo".
¿Buena pornografía?
Lo que sí
aclara es que no ha dejado de ser periodista, es más, considera puede
llevar ambos oficios en paralelo: "pienso que el público en general,
poco a poco, ha empezado a entender que hacer pornografía no me hace
menos, que puedo seguir ejerciendo mi carrera al mismo tiempo. No son
todos pero creo que la gente está volviéndose más respetuosa".
#Imágenesquecreíaperdidas: cuando trabajaba en Alfaguara y acompañaba a @DanielSamperO y @RSilvaRomero a sus eventos. pic.twitter.com/aVKGqGHAeT— Alejandra Omaña (@AmarantaHank) 27 de diciembre de 2016
Su posición en cuanto a la multimillonaria industria es la de
atribuirle bondades pedagógicas, no tan fáciles de admitir a voz en
cuello: "Yo creo que la buena pornografía es educación sexual por
excelencia porque nosotros replicamos lo que hay allí, porque nadie más
nos enseña qué se hace cuando se tiene una relación sexual y consumimos
el porno porque intentar reproducir lo que está allí para ver si nos va
bien".
¿Qué es la buena pornografía? Para ella tiene que ver con
un producto que invite a hurgar en otras sensibilidades, "con ir más
allá de la genitalidad y enseñarle a la gente a explorar más la piel y
otros elementos de composición de un muy buen acto sexual. ¡Eso
revoluciona todo!".
Entre sus próximos -y controvertidos-
proyectos está el de grabar un vídeo sexual con un ex guerrillero, como
una especie de contribución a la paz de su país luego de la firma del
acuerdo entre el gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia (Farc): "A la hora de la verdad, cuando ellos vayan a buscar
trabajo en una empresa les va a costar mucho por el prejuicio que ya hay
en su contra, pero creo que involucrarlos en la pornografía es permitir
que los vean como uno más, que es como darles la bienvenida a la
sociedad".
La vergüenza del sexo
En su cuenta de Twitter tiene más de
70.000 seguidores, exhibe sin pudor sus curvas en su perfil de Instagram
y varias publicaciones para adultos han mostrado la generosa geografía
de la reportera sin demasiados atavíos. En las redes los hombres la
halagan, la agreden, la critican. Las mujeres también, a veces con mayor
saña. Ella, por su parte, defiende la libertad de mostrarse para
excitar a la gente detrás de la pantalla o de la página.
"Yo creo
que la libertad sexual es el principio de todas las libertades. Las
personas honestas, las personas libres, pueden hacer un país mucho más
desarrollado. Además, el sexo es una necesidad biológica. No sé por qué
nos avergonzamos de algo que nos trajo al mundo; si eso es tan malo, es
malo procrear y es mala nuestra existencia en el mundo".
Por eso,
insiste, su discurso en contra la pacatería sexual trasciende el ámbito
personal: "En Colombia se avergüenzan de hablar de sexo pero no de la
delincuencia, de la pobreza, de la desigualdad, los niños que están
pidiendo en las calles o los niños desnutridos en La Guajira. La
hipocresía sí es un problema".
Complacer o vivir
Las rebeldías, sin embargo, no son
gratuitas. Omaña hizo su primer video vestida de monja -un acto que hoy
considera "un cliché, una bobada"-, para incomodar levemente a la
Iglesia Católica, institución religiosa de la que ella hizo parte como
catequista. "Hay mujeres que han hecho cosas mucho más fuertes, pero
este país se escandaliza por todo. Entonces, el problema no soy yo, es
Colombia". Y se ríe.
La periodista cuenta que en los próximos días
escribirá un artículo para hablar de las razones que hay para respetar a
una actriz porno. Le preguntan cuál es la principal y responde con
naturalidad: "Ser una persona debería ser suficiente, sólo por eso
merecería el respeto absoluto".
Tras varios minutos de conversa,
la conversación decae y la incipiente actriz porno hace una infidencia:
"Te voy a contar la verdad de todo esto y sé que va a sonar hipócrita,
pero es que yo soy depresiva medicada, clínica, y me quería morir todo
el tiempo. Mis opciones eran sólo dos: o hacía lo que quería o me
suicidaba. Cuando empecé con los videos decidí crear mi propio universo y
allí no hay prejuicios absurdos". Hank rescató a Omaña. De alguna
manera, el porno la salvó.
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