Desde el momento en que se asignó un presupuesto para la educación,
equivalente al 4 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), el sistema
ha experimentado un cambio del cielo a la tierra en comparación con el
pasado.
No solamente se construyen nuevas escuelas y se amplían otras, sino
que la introducción de la tanda extendida, con desayuno, comida y
merienda gratis para los estudiantes, ha obligado a un aumento de las
plazas para profesores.
Los maestros fueron favorecidos con reajustes en sus salarios y hoy
por hoy miles de profesionales acuden a los concursos para optar por una
de esas plazas, tomando en cuenta la mejoría del salario.
Concomitantemente con estos logros, se aprecia un gran esfuerzo del
ministro de Educación, Andrés Navarro, para equipar escuelas, para
introducir talleres de técnicas y tecnologías y para atender algunas
necesidades especiales de los miembros del magisterio.
Se reunió con todos sus representantes en visitas a las diferentes
regionales del país, tomó nota de casi 70 mil observaciones hechas por
ellos y por los padres de los alumnos, y les prometió que en la medida
de las posibilidades las irá atendiendo.
Resulta
ahora un tanto extraño que se esté convocando a un paro general en
demanda de un 25 por ciento más de aumento salarial y que en algunas
provincias, como Barahona, las clases hayan estado interrumpidas desde
que se reinició el año escolar.
A esta exigencia le acompañan otras, como por ejemplo adecuar más
escuelas para la tanda extendida, entregar los registros escolares,
libros de texto y la creación de nuevos laboratorios, pero que sea ya,
es decir, inmediatamente.
Esto es ser demasiado “agalluses” si nos vamos al aspecto salarial,
que hoy se encuentra en niveles tales que mucha gente quiere ser
maestro, aunque se haya graduado de otras profesiones.
Lo peor es que, para hacer sentir estos reclamos, han interrumpido la
docencia y amenazan ahora con una parálisis nacional, sin tomar en
cuenta el enorme perjuicio que están causando a millones de niños y
adolescentes, la mayoría de familias humildes, quienes por tales causas
no pueden recibir educación regular ni de calidad en estos momentos.
Tomado del editorial de
de la fecha
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