En el barullo cotidiano del tránsito, también los peatones
imprudentes cometen algunas culpas graves que, unidas a las que ya son
comunes entre los choferes, agravan el panorama.
En estas últimas semanas, por ejemplo, se han hecho patentes algunas
de ellas. Peatones que resultan muertos o gravemente heridos al cruzar
calles y avenidas, eludiendo en algunos casos los puentes peatonales o
pasando por esquinas mientras los semáforos dan luz verde a los
vehículos.
Hay peatones que intencionalmente quitan o saltan las vallas
plásticas que han instalado las autoridades en determinadas esquinas,
solo para no hacerlo como se debe por los puentes peatonales, o quienes
caminan por las orillas de aceras donde existen barras metálicas, con
igual propósito.
Y aunque no está expresamente penalizado el uso de celulares entre
ellos mientras crucen las calles, como ocurre en Nueva York y otras
ciudades, por cuya causa aplican fuertes multas, el hacerlo aquí
equivale a imprudencia que tarde o temprano habrá que sancionarla.
Estamos de acuerdo con la postura del Procurador General de la
República, Jean Alain Rodríguez, al instruir a sus fi scales a que
actúen con mayor drasticidad a la hora de solicitar a los tribunales
sanciones a los conductores que ocasionen accidentes de tránsito con
saldos fatales.
Así como los conductores imprudentes son causantes de estos
accidentes, hay peatones que, por su falta de tacto o su osadía en
desafi ar todos los peligros, provocan tragedias en el tránsito,
atravesándosele a un vehículo en medio de una calle o avenida.
Al momento de reformar la ley de tránsito hay que considerar las
faltas imputables a los peatones, aunque primero es preciso enunciarlas y
difundirlas ampliamente para que nadie se haga el chivo loco.
Tomado del editorial de
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