Los ciudadanos de los Estados Unidos están convocados mañana a las
urnas para decidir entre Hillary Clinton y Donald Trump cuál de ellos
será su Presidente durante los próximos cuatro años. Razones sobran para
decir que esas no serán unas elecciones cualquiera porque situaciones
claves pudieran incidir decisivamente en el futuro de la humanidad.
En cuanto a política interna, se proyecta que quien gane podrá
nominar a dos o tres jueces de la Corte Suprema de Justicia
--dependiendo si el elegido mañana será de un solo cuatrienio o si se
confirma la tradición de que los Presidentes de EE UU agotan dos
períodos-, lo que podría inclinar la balanza en la dirección de la
visión liberal o conservadora de esa sociedad en temas tan sensibles
como el aborto, el matrimonio igualitario y la posesión de armas,
estableciendo jurisprudencias que marcarían por décadas a los
estadounidenses.
Las políticas económicas de ambos ofrecen diferencias abismales.
Trump representa una vuelta al aislacionismo y a la revisión de los
tratados comerciales, lo que devendría en una ruptura con las políticas
económicas que han prevalecido en los Estados Unidos y en buena parte
del mundo desde principio de los años ochenta. Mientras, Clinton
personifi ca la continuidad de las políticas sociales de Obama y --a
pesar de las infl uencias de Bernie Sanders y Elizabeth Warren, que han
logrado girar a la izquierda al Partido Demócrata--, Hillary también
personifi ca la continuación de las ataduras de Washington con Wall
Street.
El resto del mundo también quedará marcado por lo que suceda mañana
en los Estados Unidos. De ganar Hillary, se preservará el acercamiento
hacia Cuba e Irán, pero las tensiones con Rusia se profundizarán y la
prioridad de la política exterior norteamericana estará centrada en
destruir al Estado Islámico y en devolver la estabilidad a Medio Oriente
luego del desastre de la Primavera Árabe y otros inventos parecidos de
la administración Obama.
Trump, en cambio, afectaría sensiblemente las relaciones con los
tradicionales aliados de los Estados Unidos, tanto en Oriente Medio como
en Europa y Asia, y comprometería notablemente la fortaleza de la OTAN…
Eso, probablemente, mejoraría las relaciones entre Rusia y EEUU y
modifi caría sustancialmente la estrategia norteamericana hacia ISIS a
partir de alianzas con Bashar Al-Assad.
En lo poco que coinciden estas dos ofertas electorales tan disímiles
es sobre Latinoamérica: absolutamente ausente del debate, lo que
demuestra que continuará siendo el subcontinente olvidado de los Estados
Unidos. Y aunque pocas cosas se parecen menos que Hillary Clinton y
Donald Trump, probablemente lo único que tienen en común es su alta tasa
de rechazo.
Nunca en la historia de los Estados Unidos dos candidatos habían
superado el 60 por ciento de reprobación, por lo que cualquiera de los
dos que gane recibirá más votos en contra que a favor, así sea con la
abstención.
Hillary y Trump son tan malos candidatos, que si hoy ambos tienen
posibilidad de ganar se debe a que compiten entre sí… Si otro candidato
estuviera en la carrera por cualquiera de los dos partidos
tradicionales, no hubiera competencia contra uno de estos dos.
Donald Trump es parecido a los populistas surgidos en el transcurso
de las últimas décadas en Europa, donde el “estado de bienestar” hizo
crisis; es un “antisistema”, al mejor estilo de Le Penn, Iglesias,
Farange o Gilders, gente que dice lo que su auditorio quiere escuchar
por imposible que parezca a cualquier persona con sentido común. Sus
ideas se mueven de un lado al otro de la mesa ideológica… Y es, además,
un declarado machista, misógino y xenófobo, con lo que queda más que
claro que este magnate inmobiliario enganchando a político podría
resultar un peligro para los Estados Unidos y para el resto del mundo.
Pero la señora Clinton no le anda muy lejos. Su nombre y el de su
esposo han estado vinculados a escándalos desde hace más de treinta
años.
Y la opacidad de sus actuaciones desde la gobernación de Arkansas
hasta la Fundación Clinton deja un rastro muy feo que genera rechazo en
buena parte de los estadounidenses.
Hillary genera desconfianza… ¡Pero Trump da miedo! Las encuestas
muestran que la carrera se ha apretado en las últimas dos semanas, pero
todavía Hillary aparece con una ligera ventaja para llegar a los 270
votos electorales necesarios para ganar.
Mañana se acaba el suspenso. Tras meses de una campaña marcada por la
bajeza, la indecencia y la falta de propuestas, al filo de la
medianoche de este martes 8 el mundo sabrá si es verdad que los
americanos son capaces de suicidarse con la mano derecha y recibir el
tiro en la sien izquierda.
Por Óscar Medina ;-
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