A finales de agosto de este año, los periódicos locales se hacían eco
de la que probablemente fue asimilada como una de las noticias más
importantes para la economía nacional, “Haití decidía levantar la veda a
23 productos de República Dominicana”.
Se trataba del logro más importante de un canciller dominicano,
conocido como Miguel Vargas Maldonado, que apenas arribaba a sus
primeros 15 días en el cargo; pero, como reza el adagio popular: “En
casa del pobre la felicidad dura poco”. En el caso de Vargas Maldonado y
de los que celebramos su hazaña, la felicidad nos duró 15 días.
Ese medio mes de alegría concluyó cuando el pasado 15 de septiembre,
el embajador haitiano en República Dominicana, Idalbert Pierre Jean, se
encargó de tirar por el suelo el anuncio de la Cancillería dominicana,
al negar que su país haya acordado levantar el bloqueo a los productos
de sus vecinos y afirmó además que al parecer se trató de un
malentendido.
Sobre el tema, llamó mi atención el comentario de un usuario de la
red social Instagram que en una publicación de @elnuevodiariord
consideró que “el acuerdo no prosperó porque fue redactado en francés,
nuestro canciller habla español y el haitiano habla creol”, así que bajo
esa encrucijada era difícil definir con claridad los puntos acordados.
Conocidas las contradicciones entre las versiones haitianas y
dominicanas sobre la veda, los presidentes de ambos países (dominicano
Danilo Medina y haitiano Jocelerme Privert) se vieron las caras esta
semana, en el marco de la 71 Asamblea General de las Naciones Unidas, y
acordaron que sus cancilleres se reúnan otra vez, en busca de mejorar
las relaciones entre las dos naciones.
Lo curioso es que en esa reunión celebrada en la ciudad de New York
el canciller Miguel Vargas, que acompañaba a Medina, no haya aprovechado
para preguntar a su homólogo haitiano Pierrot Délienne, qué pasó con el
acuerdo para levantar la veda o ¿es que las autoridades dominicanas nos
vendieron “oro por espejitos”? o ¿es que no quedó claro lo pactado por
el cruce de idiomas? o ¿será que simplemente los haitianos se echaron
para atrás y ahora quieren renegociar un acuerdo más atractivo para su
país?
Lo que sea que haya sucedido, lo cierto es que en el próximo
encuentro que se produzca entre autoridades dominicanas y haitianas es
preciso “que se hable español” para que podamos definir lo pactado, y lo
digo en el sentido de que el idioma empleado (cualquiera que decidan
utilizar) debe facilitar que los términos del posible pacto o propuesta
sean claros, eso en caso de que haya interés de arribar a un acuerdo
sincero. Que no se hable ruso, ni árabe, ni japonés; "que se hable
español" y que nadie alegue confusión.
Por Samuel Guzmán ;-
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