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sábado, julio 09, 2016

Milo y Francis: cara a cara

La versión está bien documentada: el 16 de febrero de 1973 el entonces secretario de Estado de las Fuerzas Armadas Ramón Emilio Jiménez Reyes, Milo, llegó en helicóptero a un pequeño descampado de Nizaíto, San José de Ocoa, donde había sido llevado prisionero y levemente herido en una pierna el coronel Francisco Caamaño Deñó.
Todo el mundo sabe que el líder militar de la Revolución del 65 y del desembarco de Playa Caracoles fue interrogado por casi cuatro horas, no sólo por Milo Jiménez sino también por oficiales de la Agencia Central de inteligencia de los Estados Unidos, tras de lo cual fue fusilado sumariamente por comandos élites del Ejército.
Horas más tardes las Fuerzas Armadas hicieron publicar un comunicado dando cuenta de que Caamaño “cayó en combate” con tropas regulares y llevaron a un fotógrafo del Listín, Antonio García Valoy, y a un redactor de El Caribe, José Goudy Prats, para que fotografiaran el cadáver y documentaran el suceso histórico.
Las fotografías desmentían la versión oficial porque Caamaño presentaba un disparo en la parte derecha de la frente que a partir del tatuaje que dejó la pólvora, se hizo evidente que se trató de un tiro de gracia a quemarropa con un arma de alto calibre. Luego el cadáver sería incinerado.
El entonces secretario de las Fuerzas Armadas, Milo Jiménez, insistió hasta el jueves de la semana pasada, cuando murió, que Caamaño cayó en combate y no fusilado como siempre se ha sabido...
... Se acerca un poco
En el otoño de 2002 viajé a Ciudad de México junto a Miguel Vargas, José Joaquín Puello y Milo Jiménez, que ya estaba retirado y presidía el comité organizador de los Juegos Deportivos Panamericanos que tendrían por sede la ciudad de Santo Domingo a contrapelo de Mario Vásquez Raña que quería el evento para Guadalajara.
Después de una agitada reunión con Vásquez Raña, una noche salimos a cenar a un restaurant del DF y cuando íbamos en el carro, dejé caer el tema de la muerte de Caamaño, como quien no quiere la cosaÖ
-Milo --le dije de forma desenfadada--, todo el mundo sabe que Caamaño fue apresado, herido levemente en una pierna, que lo interrogaron por varias horas y que lo fusilaronÖ
Se hizo un silencio absoluto, Miguel Vargas y José Joaquín Puello enmudecieron, y entonces Milo reaccionó:
“César --me dijo con evidente molestia--, Caamaño murió en combate con el Ejército, como un hombreÖ Ahora, de cualquier forma, él vino a tumbar el gobierno y a cambiar el sistema políticoÖ Y los guardias lo impedimos en el cumplimiento de nuestro deber, como tenía que ser”.
...Fueron “buenos amigos”
Milo nunca admitió la versión que todo el mundo conoce sobre el asesinato de Caamaño, y es posible que con su muerte el pasado jueves se haya llevado a la tumba el más valioso testimonio de ese hecho.
Milo Jiménez y Francis Caamaño fueron amigos desde antes de ingresar a las Fuerzas Armadas. Ambos pertenecían a familias capitaleñas distinguidas durante la dictadura de Trujillo, y aunque Jiménez era ocho años mayor que Francis, en su época de juventud cultivaron relación de respeto y compañerismo.
Él lo decía esa noche con estas palabras: “Es probable que a pocos como a mí haya afectado tanto la muerte de Francis, porque éramos amigos”.
¡...Y sin embargo, se mueve!
Por César Medina ;-
lobarnechea1@Hotmail.com

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