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miércoles, febrero 03, 2016

El PLD paga el tumulto de sus horas de poder...

El PLD paga el tumulto de sus horas de poder...Por Orlando Gil ;-
PEONES DE OCASIÓN.- Leonel Fernández y Danilo Medina se resisten a la faena de sus opositores, a constituirse en peones en un ajedrez ajeno. Sus adversarios quisieran, que si no se dividen, por lo menos pierdan fervor el uno por el otro, como forma de debilitar sus fuerzas, que de conjunto son -hasta ahora- imposibles de vencer. El propósito, la apuesta, la espera, en nada puede considerarse novedad. Lo que se quisiera ahora de Fernández, en el 2016, se consideró probable de Medina, en el 2008: que hicieran causa común con el enemigo, bajo la falsa perspectiva de que el fracaso de uno sería de provecho para el otro.
Así, se apostó a que Fernández no acudiría a la cita del pasado domingo, y que ese desplante sería el acto inicial de un rompimiento político y personal que abriría de par en par las puertas a la oposición. Sin embargo, no se dio. Fernández acató la disciplina de partido, se acogió al espíritu de cuerpo, y a la vista de todos los interesados la familia se mantiene unida, e incluso proclama unida. Ahora se busca un periquito por aquí, y otro por allí, pero lo importante, o lo principal, fue que se llenó la expectativa de su presencia. Y por si hiciera falta, Medina compartió la gloria. Le reconoció méritos a las administraciones de su antecesor...
TREGUA CON TRE Y SIN GUA.- Al hablarse con los seguidores de uno y otro se hace evidente que por el momento se rinden ante el  altar común de la reelección y la necesidad de conservar el poder. Los peledeístas, y eso se comprueba en estos días, son tan locos como los perredemeístas, pero con una diferencia: se bañan entre ellos mismos. No acuden a terceros, sean instancias, organismos, personas. Muchos no encontraron la puerta el pasado domingo, y hubo empujones, y caídas, y desconocimiento de rangos. Y sin embargo, a la hora del show cada dirigente estuvo en el lugar que previamente le había sido asignado. El PLD paga en cada ocasión el tumulto de sus horas de poder, en que ninguno de sus miembros, y ahora tampoco sus aliados, quieren quedarse fuera. En el guión del acto todo estaba previsto y considerado, pero al llevarse a cabo, al ponerse en escena, las faltas se disputaron con las fallas. Por ejemplo, se tenía planificada la entrada de Reynaldo Pared y los integrantes del Comité Político, y a seguidas las parejas presidenciales. Danilo Medina y su esposa Candy Montilla, y Leonel Fernández y su consorte Margarita Cedeño...
SIN ORDEN NI CONCIERTO.- Al final entraron sin orden ni concierto, y la seguridad de ambos y de todos tuvo que fajarse a fondo para preservarlos del acoso de la gente. Algo de eso pudo verse por televisión, y no todo porque también los técnicos de producción tuvieron dificultades para ingresar al lugar, e incluso inició la transmisión cuando ya los integrantes del Comité Político estaban en tarima. Al parecer hizo falta dirección política, y más que evidente que en un acto de esa naturaleza eran necesarias otras habilidades. Lo técnico era importante, pero la actividad era política, y lo político debió haber estado en primer plano. Por ejemplo, los invitados. Algunos fueron mencionados por sus nombres, y hasta aplaudidos, pero no puede negarse que fueron sentados lejos del Presidente, cuando lo propio era que entre el candidato y sus aliados hubiera mayor identificación, en un día y en una actividad tan especial. El inicio oficial de la campaña. Solo los muy atrevidos rompieron fila y fueron a saludar a los líderes. A Danilo Medina y Leonel Fernández...
CHOCOLATE EN TAZA.- De seguro que muchos o todos pensarán en la instrumentalización de la visita sorpresa, uno de los ejes de la propaganda del gobierno, y que la escogencia de Noemí Crisóstomo fue una casualidad. La puesta en escena del concepto  cercano con la gente. Sí, pero algo más. La señora Crisóstomo forma parte de un grupo que industrializa el chocolate en pequeña escala, y sucede que el presidente Danilo Medina es un bebedor de chocolate. Tenerla a ella en el escenario, y que fuera quien  lo presentara como candidato, fue de mucha complacencia. Complacencia múltiple, podría decirse. Igualmente puede asegurarse que el presidente candidato se mostró más entregado a su tarea, más disciplinado en su oratoria, y que se ocupó de ensayar su comparecencia, que no fue tan simple, sino todo un montaje. El telepronter no pudo fastidiarlo, y si bien hubo un problema de bocina, el toro fue tomado por los cuernos y sembrado en tierra, como en el mejor de los rodeos...

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