El ministro de Interior, Monchy Fadul, tiene razón en
que el Partido Revolucionario Moderno carece
de símbolos con los que el pueblo pueda identificar a la agrupación, pero eso no lo descalifica para encabezar la oposición.
La agrupación que sustenta la candidatura de Luis Abinader para la Presidencia de la República ha centrado su gestión en la campaña por el poder, por eso el joven político es bandera y logo del PRM.
En la campaña electoral los partidos borran de sopetón los símbolos partidarios para exhibir las caras de los candidatos.
Es fijar la imagen a marcar. De eso se trata. En la boleta electoral importante es el rostro del candidato, lo demás es secundario.
El cambio de identidad de la Alianza Social Dominicana que ha devenido como PRM, no alienta la imaginación y el recuerdo de los nuevos símbolos. El pulgar levantado o los colores de la nueva entidad no están en el colectivo popular. Ni los mismos miembros del partido conocen mucho del tema. Lo que los une es la candidatura de Luis Abinader.
Con poco o mucho, Abinader es el líder de la oposición. Que el PRM carezca de locales, himno, o que sus colores y demás símbolos sean desconocidos, no tiene tanta importancia, ya la virtualidad hace residencia en la vida moderna. Lo conveniente es que la ciudadanía tenga bien ubicada la cara del candidato.
La vida actual ofrece cotidianamente lecciones de cambios. Las cosas no son como antes. Y no lo serán. La influencia de la tecnología se percibe en los cambios que se registra en el hacer en todos los aspectos de los ciudadanos. Ya es posible tener un candidato virtual o residiendo únicamente en los medios de comunicación, sin ningún contacto con el público. Abinader no es más popular por falta de recursos y los jurásicos que lo rodean desaprovechan las redes.
Lo que se requiere es una buena oferta mercadológica. Llevar el producto político a cada centro de oración a venderlo a precio bajo con garantía de que sirve para eliminar todos los males nacionales. Esa gestión conlleva grandes esfuerzos y recursos. La maquinaria política, el PRM, tendría que acometer la tarea. Pero los políticos se mueven con dinero. Ahí está el problema. Escasean los recursos para procesar la materia prima.
Al margen de las elecciones, Abinader lidera la oposición.
de símbolos con los que el pueblo pueda identificar a la agrupación, pero eso no lo descalifica para encabezar la oposición.
La agrupación que sustenta la candidatura de Luis Abinader para la Presidencia de la República ha centrado su gestión en la campaña por el poder, por eso el joven político es bandera y logo del PRM.
En la campaña electoral los partidos borran de sopetón los símbolos partidarios para exhibir las caras de los candidatos.
Es fijar la imagen a marcar. De eso se trata. En la boleta electoral importante es el rostro del candidato, lo demás es secundario.
El cambio de identidad de la Alianza Social Dominicana que ha devenido como PRM, no alienta la imaginación y el recuerdo de los nuevos símbolos. El pulgar levantado o los colores de la nueva entidad no están en el colectivo popular. Ni los mismos miembros del partido conocen mucho del tema. Lo que los une es la candidatura de Luis Abinader.
Con poco o mucho, Abinader es el líder de la oposición. Que el PRM carezca de locales, himno, o que sus colores y demás símbolos sean desconocidos, no tiene tanta importancia, ya la virtualidad hace residencia en la vida moderna. Lo conveniente es que la ciudadanía tenga bien ubicada la cara del candidato.
La vida actual ofrece cotidianamente lecciones de cambios. Las cosas no son como antes. Y no lo serán. La influencia de la tecnología se percibe en los cambios que se registra en el hacer en todos los aspectos de los ciudadanos. Ya es posible tener un candidato virtual o residiendo únicamente en los medios de comunicación, sin ningún contacto con el público. Abinader no es más popular por falta de recursos y los jurásicos que lo rodean desaprovechan las redes.
Lo que se requiere es una buena oferta mercadológica. Llevar el producto político a cada centro de oración a venderlo a precio bajo con garantía de que sirve para eliminar todos los males nacionales. Esa gestión conlleva grandes esfuerzos y recursos. La maquinaria política, el PRM, tendría que acometer la tarea. Pero los políticos se mueven con dinero. Ahí está el problema. Escasean los recursos para procesar la materia prima.
Al margen de las elecciones, Abinader lidera la oposición.
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