Zoila Martínez |
Por JOSÉ ANTONIO MARTÍNEZ ROJAS ;-
Por mucho tiempo en nuestro país se estuvo planificando instituir el
“Ombudsman” cuya equivalente es “Defensor del Pueblo”. Se pensó que esta
institución una vez votada por el Congreso, se acabarían las
injusticias de todos los que a él acudieren. Si bien es cierto que en
los países nórdicos el ombudsman funciona correctamente, en nuestro país
imitante, esta dependencia gubernamental se ha convertido en una más,
sin que sus decisiones sean tomadas en cuenta, lo que constituye un
dispendio más del tren administrativo.
En nuestro país, la designación de Defensor del Pueblo recayó sobre
la doctora Zoila Martínez, una persona de larga data como digna
representante de la profesión de abogado, que se manifestó en vista de
los desmanes y abusos cometidos por la Policía Nacional (P.N.)
cumpliendo órdenes superiores del Ministerio de Interior y Policía,
solicitó, tanto al ministro de Interior y Policía, como al Jefe de la
P.N., que impartieran instrucciones para que cesaran los maltratos a
personas del Poder Ciudadano, cuyo único “delito” es formar pacífica y
ordenadamente, cadenas humanas frente a la Oficina de Ingenieros
Supervisores de Obras del Estado (OISOE), solicitando que el Poder
Ejecutivo, de la cual depende, que emita un Decreto disolviendo ese
antro de corrupción, extorsión y prevaricación.
La Defensora del Pueblo se reunió con los miembros prominentes de
Poder Ciudadano y les manifestó que no estaba de acuerdo con el proceder
del cuerpo del orden, en el sentido de maltratar, arrastrar y echarle
gas pimienta a los que protestaron, repetimos, pacíficamente frente a la
oficina de la OISOE, reclamando el cese del desacato a la sentencia de
amparo del Tribunal Superior Administrativo, otra institución endeble,
cuyas decisiones no son acatadas.
Queda demostrado, por las dos solicitudes que la doctora Martínez ha
hecho al ministro de Interior y Policía, las cuales éste, ni se ha
dignado contestarle. Al parecer, este omnímodo y prepotente funcionario
se cree en posición de desacatar cualquier disposición judicial vigente,
que le obligue a su cumplimiento, emitidas por organismos del tren
judicial, que por sentencia desautorizó, tanto al Ministerio del
Interior como a la P.N., a continuar con los excesos cometidos contra
pacíficos ciudadanos, y respetar el artículo 49 de la Constitución, que
garantiza la libertad de expresión y de reunión pacífica de todas las
personas.
En nuestro país se ha instaurado un Tribunal Constitucional que se
entiende debe remediar todas las violaciones que a la Carta Magna se
realicen, pero al parecer, este alto Tribunal, o no se ha percatado o no
quiere conocer para dictar una sentencia que obligue al acatamiento de
principios establecidos en la Constitución, el cual está obligado al
cumplimiento de sus preceptos.
Para nosotros, el Defensor del Pueblo no es sino una carga onerosa para
el Presupuesto Nacional, ya que sus decisiones son olímpicamente
desacatadas y los organismos destinados al cumplimiento, se hacen de
oídos sordos. En tal virtud, el famoso “Ombudsman” no califica para ser
introducido en un país en donde como se ha establecido, la justicia es
implantada como en un mercado público, dándole ganancia de causa, a
aquel que pague más.
En el caso de Poder Ciudadano, se impone la sensatez y el respeto a sus
componentes, que pacífica y ordenadamente protestan por un derecho que
les asiste y que se resume en: Cierre de la OISOE. Pero ahora, es que
esta oficina está tratando de demostrar su valía. Ej. La casa donde
nació el Padre de la Patria tenía tres años paralizadas en su
remodelación y ahora después de todos estos eventos, es que se han dado
cuenta que deben terminar su restauración. ¡Pobre país y más pobres sus
instituciones!.
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