Las comillas a la palabra “despedida” tiene la clara intención de sugerirle al presidente Danilo Medina que despida al embajador Daniel Supplice como el embajador Daniel Supplice se merece: condecorado con la orden de Duarte, Sánchez y Mella… Es la mejor respuesta que puede dar el Estado Dominicano al agravio innecesario del vecino hostil que en trato hosco --propio de su tradición histórica--, vuelve a enviar un mensaje agresivo e inamistoso que confirma su reiterado discurso hipócrita y su doble estándar diplomático.
La condecoración a Supplice supondría un reconocimiento a su efímera gestión como embajador, y es una facultad de los estados otorgar esa distinción al despedir a un jefe de misión. Por supuesto, las normas diplomáticas tienen reglas para ese reconocimiento, casi siempre después de una gestión que exceda los dos años.
Pero se justifica ahora más que nunca… Porque pocas gestiones diplomáticas alcanzan tanto en tan corto tiempo como la de Supplice para esclarecer la verdad en este conflicto que ha puesto a nuestro país en las cuatro esquinas a base de falsedades… El servicio que ha rendido ese hombre a su país --subrayo que a su país, no al nuestro--, tiene que ser reconocido fuera de los fanatismos, los resquemores, las dudas y las malquerencias.
Y el gobierno dominicano debe dar el primer paso en esa dirección teniendo la oportunidad de hacerlo por la mejor vía: el reconocimiento diplomático.
… Está fuera de duda
Vendrán muchos ahora a pretender descalificar a Supplice por su actitud para dejar un precedente histórico a su país… Nadie pudo darle mejor ayuda que él con el ejemplo de su verdad para desenmascarar a los auténticos culpables de la tragedia haitiana.
Supplice es un viejo diplomático y político, un sociólogo y antropólogo de reconocido nacionalismo, de los que nunca se han ido de Haití, de los pocos intelectuales que han creído siempre en su país y echado el pleito adentro. Es precisamente ese purismo patriótico que lo lleva a esclarecer la verdad.
Sólo un ejemplo… Miren lo que le dice en su carta al presidente Martelly: “Es responsabilidad del Embajador de Haití en República Dominicana velar porque persista el equilibrio entre el respeto a nuestra dignidad como pueblo, nuestros valores, nuestros hábitos y costumbres, mientras de manera realista se mantiene abierta la puerta del diálogo… ¿Sabes usted por qué?
Y le da una lección…
“(Porque) mientras usted lee estas líneas: a) Miles de nuestros hermanos y hermanas siguen cruzando la frontera “anba fil” (por debajo de los alambres) en la búsqueda de un bienestar…” -b): Decenas de mujeres y adolescentes haitianas paren cada día en los centros hospitalarios dominicanos; -c) 44,310 jóvenes asisten a universidades estatales y centros académicos privados, sin olvidar a los que viven en la frontera, que van a las escuelas primarias y secundarias en territorio dominicano por la mañana y regresan por la tarde a Haití; -d) Muchos de ellos que, de regreso voluntariamente a Haití por diversas razones en estos últimos días, planean regresar para retomar el ‘trabajo’ que abandonaron y donde cuentan con ellos; -e) Cientos de miles más están esperando en vano por el documento prometido (por el gobierno de Haití) y que les habría permitido regularizar su estatus migratorio”...
…Y sigue con una cátedra histórica, antropológica, política, social.
Por César Medina ;-
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