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lunes, julio 06, 2015

Diplomacia decente de RD

NO SE PUDO.- Al final los nacionalistas tuvieron razón, sin importar si se escribía con C o con Z. No fue posible tratar con los haitianos y salir bien librados, como pensaron los dominicanos políticamente correctos. El gobierno aplicó una política prudente, decente, generosa, considerando que era mejor prevenir que tener que remediar. No pidió un papel, ni convocó a nadie, sin antes consultar con organismos internacionales. Permitió desorden en las filas y que agentes de la seguridad haitiana viraran y tornaran de este lado de la isla. El resultado no deja dudas. No hubo ni habrá manera de entendimiento duradero, pues cuando no es Juan, es Juana. Piden un día prórroga, y al siguiente, amnistía, sabiendo que no se puede la una ni la otra, ya que son plazos de ley, y la ley podrá ser dura, pero siempre ley. Igual ocurre con las repatriaciones.
Se dan todas las facilidades para el regreso voluntario, incluyendo transporte cómodo. No obstante, faltan a la verdad, y hasta al pudor, denunciando maltrato y persecución. Lo del primer ministro Evans Paul, más que show de mal gusto, toda una ignominia…
EL BUENO, EL MALO.- Lo había dicho en otra ocasión, y conviene repetirlo ahora. Los haitianos hacen de policía bueno y de policía malo respecto a los dominicanos. Sean gobierno o población. Unos dicen una cosa y otros la contraria. El presidente Michel Martelly se quejaba la semana pasada de su propia gente, que no quería que diera conciertos gratis al pueblo, sino que atacara a República Dominicana por las deportaciones de haitianos. Los llamaba hipócritas, pues no decían lo mismo de Bahamas. ¿Un Martelly haciendo papel de Tío Tom ? Pudo haberse consagrado, si no hubiera sido por el desacato del premier Evans. Dijo haber recibido tarde en la noche en la frontera a 21 haitianos deportados a pesar de tener documentación en regla. El Canciller dominicano afirma que por el momento no hay repatriaciones, y el director de Migración que será a partir de esta semana. Sin embargo, el primer ministro haitiano demuestra lo contrario, y no solo de palabras, sino sustentado en 21 pruebas. La reacción de Gustavo Montalvo, un funcionario de poco hablar, fue como poner leña en fuego ajeno…
EL INTERCAMBIO.- Michel Martelly, policía bueno, Paul Evans, policía malo, pero tampoco termina ahí la película, ya que el bueno de un día debe hacer de malo al siguiente. Martelly fue a la reunión de Caricom y se presentó como el bueno, solo que ya no lo era. Dijo que quiere resolver el problema de Plan de Regularización de manera pacífica, como si la parte dominicana hablara de guerra, o estuviera en preparativos de combate. La guerra entonces no la inicia República Dominicana, ni Haití, pero sí Caricom, y por instigación de Haití. Una verdadera triangulación, que nadie estudia, analiza o explica, porque sucede que los pequeños países del Caribe no tienen brazos para alcanzar y golpear a República Dominicana, y aunque los tuvieran, tampoco podrían golpear, y la razón es que República Dominicana no pertenece a ese grupo. Si los dominicanos no son Caricom, lo que digan sus directivos, o el pleno, o sus miembros, por separado, debe resbalarles. Nadie que no se encuentre encima del cuadrilátero puede ganar rounds o noquear a un boxeador contrario…
LA DIPLOMACIA.- El gobierno dominicano o su cancillería, se supone, no pueden responder a Caricom, ni explicar la situación de República Dominicana respecto a Haití, como hizo el presidente Medina en el CELAC o en el SICA, o el ministro de Relaciones Exteriores Andrés Navarro en la OEA y la ONU. Las declaraciones de Caricom no competen ni son vinculantes a República Dominicana. Sin embargo, fuera bueno saber en qué pie está el país parado en relación a este grupo sub-regional. Una vez se habló de retirar la solicitud de ingreso, pero nunca se informó si se hizo, y fuera bueno hacerlo, de manera que no haya razón ni sentido para el chantaje permanente. Haití no tiene por sí mismo fuerza ni valor para reclamar ni demandar, y se vale de gobiernos, organismos y personalidades para sus travesuras. Las autoridades dominicanas entienden la mitad del problema, y por lo tanto, a pesar de su mucho empeño, solo resuelven la mitad de un problema por demás entero. La diplomacia decente no funciona, es todo un fracaso. Debiera
Por Orlando Gil ;- 

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