EL CONCEPTO.- Las opiniones sobre la
rendición de cuentas del presidente Danilo Medina revelan el pobre
concepto que de la institucionalidad tienen los políticos de oposición.
Por ejemplo, el Partido Revolucionario Moderno quiso que hablara en la
ocasión del caso de Félix Bautista y de la deuda de Leonel Fernández con
Quirino Paulino Castillo. Incluso, para decidir esa genialidad, los
directivos se llevaron tanto tiempo que no pudieron aprovechar una de
las transmisiones especiales del día, y con la que habían acordado
enlazar. Uno de los integrantes de ese consejo de sabios, que se había
convocado al efecto, no se dejó arrebatar por la prisa e impuso a los
demás que la declaración debía ponerse por escrito. Esto es, que no
debía improvisarse, pues al parecer no le concedía talento a Andrés
Bautista para replicar la pieza sin papel. Al final, fue el final, y
perdieron la oportunidad, ya que cuando estuvieron listos, la jornada
televisiva había terminado. Sin embargo, hicieron sus afirmaciones para
consumo posterior de los noticiarios y los periódicos.
INICIATIVA.- Ninguno
pensó que el caso Félix Bautista no era tema propio de una rendición de
cuentas, y la razón era muy simple. El expediente está en manos de la
Justicia, y la Justicia es otro poder del Estado, y el Ejecutivo, dentro
de la división de poderes, no puede intervenir en sus asuntos. Esto es,
que fueron los voceros del PRM quienes estuvieron fuera de orden, y no
el Presidente de la República. Pero si hiciera falta, no debieron
olvidar que Bautista se encuentra en los tribunales por iniciativa del
Procurador General de la República. Que Francisco Domínguez Brito hizo
todas las diligencias que fueron posibles, y que no puede hablarse de
impunidad hasta tanto no se conozca el fallo del juez Alejandro Moscoso
Segarra, y este sea favorable al senador de San Juan de la Maguana y
compartes. El procurador Domínguez Brito, por demás, depende del
Presidente de la República, y si llegó hasta donde llegó, sin dudas, fue
porque su superior no contravino su voluntad. Con un decreto se acababa
el evento, y ese decreto no ha sido dictado, aun cuando se sabe que
Domínguez Brito tiene sus maletas hechasÖ
NEGOCIO.- Del
caso de Quirino Paulino Castillo puede decirse lo mismo. El narco
reclama a Leonel Fernández el pago de una supuesta deuda, y Fernández no
es actualmente Presidente de la República. No podía el actual
mandatario incluir en su rendición de cuentas algo que no compete al
gobierno. Se trata de un negocio privado, y como privado, deberá
dilucidarse en las instancias apropiadas. El PRM, sin que se conozca
razón, se toma el pleito de Paulino Castillo y Fernández muy a pecho,
sin advertir los riesgos y los peligros. El llamado Don volvió al país, y
nadie sabe en qué condiciones, ni cuáles serán sus próximos pasos. Si
reiterar su reclamo a través de los medios o elevar recursos ante las
jurisdicciones correspondientes. Sea que escoja una vía o la otra,
necesitará amparo político. Paulino Castillo es un arma de destrucción
política, si se usa adecuadamente. Fernández y sus estrategas no han
sabido, hasta ahora, manejar inteligentemente el asunto, y la campaña se
acerca y la amenaza se mantiene.
EL TRANCE.- El caso de
Quirino Paulino Castillo y Leonel Fernández es lo más parecido al trance
que se da cuando un tíguere de barrio se para en el frente de la casa
de un señor respetable, y lo desafía a matarse en la calle. La razón no
importa, el reto crea la situación. Si sale a defender su honor
mancillado públicamente, los vecinos le reprocharán haberse rebajado.
Pero si prudentemente no da la cara, entonces dirán que cogió miedo. No
hay suma ni resta posibles, todo es perder-perder, políticamente
hablando. Ante un arma tan poderosa, y considerando que Fernández sea
incapaz de enfrentarla, y menos de vencerla ¿se atrevería el PRM a
asumir el patrocinio político de Paulino Castillo? Una cosa debe llevar
a la otra. Si los perremeístas entienden que la causa del narco, que ya
no es narco porque cumplió su pena, es justa y noble, puesto que salva a
la República de la ignominia de Leonel Fernández, lo correcto es
reconocerlo como propio. El haber traficado con drogas no lo descalifica
políticamente, pero sí a Fernández que tomó su dinero. ¿Como se
llamaría la obra? ¿Cinismo o pragmatismo?...
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