Calentar la comida en el microondas, encender la televisión, mantener
los alimentos fríos en el refrigerador o mantenerse caliente uno mismo
en invierno, salir a la calle de noche sin estar en la oscuridad o estar
leyendo ahora mismo este post no es posible para todo el mundo.
Más de 23 millones de personas no tienen acceso a la electricidad en América Latina y el Caribe. Esta cifra aumenta hasta 1,3 billones de personas en el mundo según la Agencia Internacional de Energía.
Haití es el país de la región con más personas sin acceso a la
electricidad, 7,2 millones de personas, seguido por Perú (2,7 millones) y
Guatemala (2,2 millones) según la AIE y el World Energy Outlook 2014. En el otro lado están, por ejemplo, Cuba, Venezuela y Suriname con un 100% de la población con acceso a la energía (Banco Mundial).
Uno de los objetivos de los que se está hablando en el marco de la
Agenda Post-2015 para acabar con la pobreza en 2030 es proveer de
electricidad a las personas que ahora no la tienen. La electricidad es
imprescindible en el hogar. Sin electricidad las mujeres tienen que
pasar más horas en las tareas domésticas sin poder, de este modo,
acceder al mercado laboral. El rendimiento escolar de los niños también
empeora porque no pueden seguir leyendo o estudiando cuando los rayos de
sol desaparecen hasta el día siguiente. La energía es comodidad y es inclusión social e igualdad.
Mejora el cuidado de la salud, la educación y aumenta las oportunidades
económicas generando trabajo, nuevos mercados, mejoras en la
agricultura, etc.
A pesar de los datos, en América Latina y el Caribe la riqueza de
recursos es inmensa. “La región cuenta con los recursos y la capacidad
para asegurar que todos sus habitantes tengan acceso a un servicio
energético moderno, eficiente y sostenible” afirma Oliver Page, Asesor
Técnico Regional para el Cambio Climático en América Latina y el Caribe
del PNUD. Según los datos del Banco Interamericano de Desarrollo
“América Latina y el Caribe son líderes mundiales en la explotación de
fuentes de energía renovables como la hidroelectricidad y los
biocombustibles eficientes”. Eso sí, solo una pequeña parte está
comenzando a ser aprovechada.
En el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible se menciona la
necesidad de un enfoque sostenible respecto al acceso a la energía. La
Agenda Post-2015 se encamina hacia la promoción de fuentes de energía
renovable y la consecución de la justicia climática. Y el acceso
universal a la energía podría ser posible gracias a las energías
renovables. Según un estudio de WWF International se estima que
explotando solo una pequeña parte de la capacidad renovable, no
hidráulica, de América Latina y el Caribe, sería posible satisfacer la
demanda de energía en las crecientes economías de la región.
En el estudio ‘Repensemos nuestro futuro energético’
del BID se apoya la adaptación de directivas políticas para aumentar la
inversión en energías renovables. Y es que aunque se piense que
invertir en energías renovables es caro, los costos de generación de
energía solar, por ejemplo, han bajado un 80% en los últimos cinco años.
Las Tecnologías de Energías Renovables No Convencionales (TERNC) casi no emiten emisiones de carbono.
Además, tienen ventajas como que provienen de fuentes inagotables, la
creación de puestos de trabajo o de salvaguardar la economía de los
países cuando baja el precio de las materias primas, como el petróleo,
por ejemplo, tal y como está ocurriendo estos últimos meses.
En poblaciones rurales y en ecosistemas frágiles lo más adecuado
también es la utilización de energías renovables. No obstante, Oliver
Page explica que en estas áreas es mejor utilizar tecnologías
descentralizadas porque hay que “evitar el desarrollo de grandes
proyectos eléctricos en ecosistemas frágiles, ya que estos no sólo
tendrán impacto en el área de operación sino que requerirán ser
conectados a la red eléctrica con nuevos cableados, aumentando el
impacto ambiental del emprendimiento”.
En algunos países se van diseñando proyectos de energías renovables. El Proyecto de Electrificación Rural del Perú
con un programa de apoyo del Banco Mundial respaldó la provisión del
servicio de electrificación rural sostenible. Por ello, 105.000 usuarios
domésticos rurales han podido acceder a la electricidad a través de la
instalación de sistemas de energía solar.
El Gobierno de Uruguay desde hace cinco años invierte en infraestructura energética más del 3% de su PIB,
cinco veces más la media latinoamericana. El país está a la vanguardia
en la utilización de energías renovables en el mundo. Costa Rica también
se ha puesto como meta llegar a la utilización 100% de energías
renovables en 2021.
Estos son algunos de los ejemplos que se están llevando a la práctica
para redefinir las políticas energéticas, para conseguir una eficiencia
energética y para que los que no tienen acceso a la electricidad tengan
esa posibilidad. Según Oliver Page ‘con una planificación energética a
mediano y largo plazo, es cada vez más evidente que en América Latina y
el Caribe las energías alternativas son viables, eficientes y
sostenibles’.
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