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lunes, febrero 23, 2015

El abrazo de Danilo y Leonel

El objetivo estratégico de intereses extranjeros, de la llamada “sociedad civil” y de la oposición de dividir al PLD estuvo a punto de lograrse hace una semana.  El presidente del PLD y favorito en todas las encuestas para volver a la Presidencia de la República el año próximo, Dr. Leonel Fernández, fue objeto de una bestial y poderosa conspiración que procuraba liquidarlo política y moralmente y sacarlo de la competencia electoral.
La conspiración contra Leonel fue planeada cuidadosamente, hace meses, teniendo como eje central el testimonio acusatorio del convicto y confeso narcotraficante Quirino Paulino Castillo, quien fuera jefe de campaña de Hipólito Mejía y un gran protegido de su gobierno 2000-2004.  En la conjura para destruir a Leonel a través de una gigantesca campaña sucia confluyeron no sólo sus conocidos enemigos externos que durante años han tratado en vano de sacarlo del medio.
En esta oportunidad el país vio con claridad cómo un sector del gobierno del presidente Medina enquistado en el Palacio Nacional, con vínculos estrechos con la llamada “sociedad civil” y el poder extranjero, hicieron un claro entente con las fuerzas del pepehachismo para lograr su macabro plan.
El diseño de la estrategia de estos cerebros del mal fue, no solo destruir a Leonel, sino especialmente con ello dividir al PLD. Dar la impresión a los seguidores del presidente Fernández y a este mismo de quien estaba detrás realmente de la conspiración era nada más y nada menos que su compañero el Presidente de la República, Danilo Medina, como una manera de abrirle paso franco a una reforma constitucional y a una reelección sobre las cenizas políticas y del honor del expresidente Fernández.
Con esa estrategia se produciría la lógica reacción del presidente Fernández y sus seguidores, sellando la irremisible división del PLD y su segura salida del poder el año próximo.
El presidente Medina, que es un político sagaz que ve después de la curva, consciente de su responsabilidad histórica, desactivó todo el plan macabro que estaba montado para dividir su partido PLD, desvinculándose totalmente de cualquier iniciativa o apoyo directo o indirecto a la campaña sucia contra el hombre gracias al cual llegó a la Presidencia de la República.
Cuando los conspiradores de la sombra se frotaban las manos desde las gradas para presenciar la obra maestra de la división peledeísta, el presidente Medina, en buen dominicano los sorprendió, les dio un “toque por tercera” y se confundió en un abrazo fraterno con su compañero Leonel Fernández, dándole un merecido respaldo moral ante las bajezas de que ha sido objeto en los últimos días.
Danilo Medina, en un gesto que le enaltece, se creció con la visita a Leonel Fernández. Dejó con la cara larga a los conspiradores y a sus socios mediáticos que enchinchaban gozosos la batalla campal que sobrevendría entre danilistas y leonelistas por la injuria de la campaña sucia de Quirino.
Las garrapatas de la sociedad civil que se enquistaron en el Palacio Nacional desde el principio del gobierno quedaron aisladas políticamente en ese abrazo histórico entre Leonel y Danilo, sin contar la honda preocupación adicional que les causó la versión de que hubo un aparte de 40 minutos entre los dos hombres fundamentales del PLD y, por qué no decirlo, del país, en estos momentos.
La República Dominicana ha sido, está y será salvajemente atacada en los próximos meses desde el exterior para doblegarla a aceptar la fusión de hecho con Haití.
La división de Danilo y Leonel, y con ella la del PLD, es parte esencial en ese diabólico tablero de geopolítica internacional. Con su visita y abrazo el presidente Medina frustró los planes de división. Los conspiradores no van a cesar en ese objetivo. Siguen trabajando como la carcoma, en silencio, para nuevos episodios con otros motivos para dividir y crear cizaña. El país espera que al igual que en esta ocasión, el tiro de la maldad “les salga por la culata”. Danilo Medina jugará un papel fundamental, al igual que ahora, en la preservación de la unidad del PLD, como le tocó a Leonel Fernández jugarlo en el año 2012.

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